Munición editorial para el día a día

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Esta sociedad a la que tantos atribuyen un desinterés enorme por la lectura, nos sorprende leyendo más que nunca. Quizá no libros, posiblemente no libros, pero leyendo.

Y, bueno, también libros. Al menos eso parece indicar la efervescencia político-editorial que se registra en los últimos tiempos.

El triunfo de Indignaos, de Stéphane Hessel, marcó el camino. Corría el mes de febrero de 2011, faltaban aún nueve meses para las elecciones que ganaría Mariano Rajoy, y Destino (Grupo Planeta) lanzo un opúsculo que actuó como revulsivo.

"¡Indignaos! ―reclamaba José Luis Sampedro en el prólogo―. Hoy se trata de no sucumbir bajo el huracán destructor del consumismo voraz y de la distracción mediática mientras nos aplican los recortes. ¡Indignaos! Sin violencia. Como cantara Raimon contra la dictadura: Digamos NO. Actuad. Para empezar, ¡Indignaos!"

Desde entonces, los anaqueles de las librerías se han llenado de ensayos de distinto calado y extensión, libros que son el reflejo de la realidad aunque nacen también con vocación activista. En cierta medida, todos cumplen el papel que Pablo Iglesias, citando a Íñigo Errejón, atribuye a su programa La Tuerka y por extensión al libro Disputar la democracia (Akal) del que extraigo la cita: lo que han conseguido es "repartir munición política para los combates cotidianos de la gente por su libertad".

"En tiempos de crisis y de cambios la gente busca respuestas, herramientas que le ayuden a entender qué está pasando y a dar soluciones a nuevos problemas que se van planteando en la sociedad", explica Lourdes Lucía, directora de Clave Intelectual, una editorial que busca libros que faciliten la comprensión del mundo actual, promuevan el debate y aumenten la capacidad crítica de cada persona.

Objetivos que, en opinión de Víctor Lenore, además de con la situación de emergencia social, están relacionados "con cierto efecto péndulo: desde los años ochenta la política estuvo proscrita o marginalizada en el mundo editorial. Vivíamos sumergidos en una mentalidad de clase media, que puede resumirse en 'a nosotros no nos hace falta luchar' porque vivimos en un país desarrollado y cada generación de mi familia y mis amigos va a tener un chalé adosado mejor que el anterior, cuyo precio no dejará de subir en el mercado inmobiliario. La debacle de 2008 es un bofetón que nos despierta de esa modorra mental".

Hay que estar informado

Cree Lenore, autor de Indies, hipsters y gafapastas (Capitán Swing), que la ausencia de ensayo político popular (subrayamos lo de "popular") entre 1980 y 2008 se debe al triunfo de la revolución conservadora que implantaron Reagan en Estados Unidos, Thatcher en el Reino Unido y Felipe González en España. "Fue la época del individualismo, las hagiografías de celebridades y los manuales de autoayuda. Ahora nos damos cuenta de la necesidad de estar informado en cuestiones sociales y políticas".

De lo dicho se desprende que los libros de moda tienen además un sesgo ideológico, miran más a la izquierda. Incluso los que llegan a las librerías con el sello de grandes grupos editoriales a los que imaginamos poco partidarios de este tipo de contenidos. Pero la pela es la pela...

En cualquier caso, al menos para nuestros interlocutores, más que de “izquierdas o derechas” se trata de aportar nuevos enfoques, análisis e ideas sobre los diferentes problemas que acucian al mundo actual. "Lógicamente estos enfoques son distintos a los que han predominado en las últimas décadas", dice Lucía, quien asegura que sus autores (Eva Illouz, Ignacio Ramonet o Noam Chomsky) hablan de temas muy distintos: "la economía de casino, la maternidad en una sociedad individualista, la transformación del periodismo en los tiempos de Internet, la Justicia en España y otras muchas cuestiones que preocupan a mujeres y hombres. Generalmente sus análisis denuncian las injusticias sociales y concluyen en la necesidad de transformar la realidad actual. En ese sentido son libros a favor del progreso".

Hay también una cierta dosis de reivindicación. Lenore cree que el saqueo financiero obliga a reconocer que la izquierda tenía razón en muchos conflictos cruciales: para empezar, la historia no ha terminado, como sostenía Francis Fukuyama, "todavía seguimos luchando por descubrir un modelo social que funcione y nos convenga a todos. Dicho esto, me alegra que hayamos perdido el fetichismo por la expresión izquierda. Ahora predominan términos como igualitarismo, que tiene la misma potencia crítica pero no suena tan identitario. Me parece buena noticia que los ensayos políticos que cuestionan el sistema despierten interés más allá del nicho militante."

Se refiere a títulos como Sociofobia, de César Rendueles, Chavs: la demonización de la clase obrera, de Owen Jones (ambos publicados por Capitán Swing) o Desigualdad: un análisis de la infelicidad colectiva, de Richard W. Wilkinson y Kate Pickett (Turner). Pero no quiere olvidarse del "éxito de superventas del pensamiento derechista como Josef Ajram, un broker hiperventilado que sale en televisión diciendo que defiende la socialización de las pérdidas de Bankia, culpa de la burbuja inmobiliaria a los trabajadores y dice los jóvenes que no encuentran trabajo es porque no quieren. Las posiciones de las élites siempre van a estar representadas porque son dueños de la inmensa mayoría del sector editorial".

Los libros y los medios

Nos preguntamos si la ebullición editorial viene de algún modo a desempeñar un papel que antes se atribuían los medios, algunos medios; o, al menos, a completar las informaciones que nos proporcionan.

La televisión y la radio, por su propio formato, tienden a la superficialidad; la prensa digital es un pozo sin fondo, tal vez abruma al lector necesitado de sosiego y reflexión. En cuanto a las cabeceras de prensa, tanto en papel como online... "Han perdido la batalla de la comunicación", sentencia Lenore, que además les reprocha su actitud frente a opciones nuevas y viejas: 15-M, Plataforma de Afectados por la Hipoteca, Podemos, Sindicato Andaluz de Trabajadores. "Los intelectuales y académicos españoles tienen tendencia a despreciar a las masas, lo pongo entre comillas porque me parece un término elitista. Muchos se complacen en caricaturizar a la gente normal como multitudes aborregadas, pero esas presuntas masas tienen mucha culpa de que las televisiones hayan subido el nivel de sus contenidos con programas como Salvados, La Sexta noche y tantos otros."

De esa cantera es Cristina Pardo, que hace unos meses presentó Los años que vivimos PPeligrosamente (Plaza&Janés). Ella atribuye este boom "a la crisis y a la corrupción, que acaparan la actualidad de un tiempo a esta parte a un ritmo trepidante. Eso fomenta el interés de la gente por informarse y utiliza todas las vías a su alcance".

Pardo, que se desempeña como "enviada especial al PP" de La Sexta Noticias (además de asumir la sustitución de Antonio García Ferreras en Al Rojo Vivo), sabe que la gente está más enfadada con el partido de la gaviota porque es el que lo gestiona prácticamente todo, "no solo gobierna España, sino casi todas las Comunidades Autónomas. Entonces, el ciudadano busca contenidos que refuercen sus argumentos y se interesa por otros partidos, para ver si hay alguno distinto que se ajuste a lo que necesita".

Leer, un acto de militancia

Es eso, y es algo más. Lourdes Lucía comenta que su experiencia demuestra que la gente se implica más allá de la, por así llamarla (y la expresión es nuestra), "lectura cabreada". "La presencia física en librerías, asociaciones culturales, etc. también es muy importante. Prácticamente todas las semanas celebramos algún debate en el que participan la autora o el autor y el público. Estos actos resultan muy estimulantes, tanto para la editorial como para todas las personas que participamos en ellos y ayudan además a que la gente acuda a las librerías, cosa que también nos parece muy valiosa".

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Es, se alegra Víctor Lenore, un cambio radical. "Si el ensayo político está en auge es porque ha empezado a enganchar a un público que hace diez años no estaba interesado. Eso confirma que somos una sociedad más atenta y activa que hace cinco años."

Una sociedad a la escucha, pero también deseosa de que le hagan caso, como demuestra el último libro de El Gran Wyoming (No estamos solos, Planeta), un retrato de la gente que está cambiando este país o, en palabras de su autor, "un antídoto contra el derrotismo, la impotencia, la rendición incondicional y el pesimismo".

Tal vez podamos, seamos y ganemos. Desde luego, leemos. Y actuamos.

Esta sociedad a la que tantos atribuyen un desinterés enorme por la lectura, nos sorprende leyendo más que nunca. Quizá no libros, posiblemente no libros, pero leyendo.

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