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Arde Bogotá, los cowboys de la A3: "La furgoneta te fríe el cerebro, pero es como nuestro Halcón Milenario"

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Arde Bogotá son algo así como la gran esperanza blanca del rock español. En un momento en el que las modas y tendencias musicales van por otros derroteros, el cuarteto cartagenero (de España, no de Colombia, quede claro) va conquistando al público jugando a la contra, concierto a concierto, kilómetro a kilómetro. Por eso su segundo álbum, que llega este viernes, lleva el elocuente título de Cowboys de la A3, una autovía que les conecta con el resto del país y que recorren reiteradamente galopando sobre sus potentes canciones. A punto de cruzar el rubicón a cara o cruz del rocanrol desde el que ya no hay vuelta atrás, charlamos con Antonio García (voz y guitarra), Dani Sánchez (guitarra), Pepe Esteban (bajo) y José Ángel Mercader (batería y percusión).

¿Cómo está Arde Bogotá ahora que acaba de regresar de Bogotá?

ANTONIO: (risas) Fuimos en diciembre a tocar allí y ahora hemos vuelto dentro del BIME y ha ido muy bien. Sentimos que el trabajo está saliendo porque el público va creciendo, cada vez nos hacen más caso y la verdad es que la sensación es muy positiva. Ojalá podamos volver y con un alcance cada vez mayor.

Estaréis relativamente acostumbrados a eso, pues es lo que os está pasando ya desde hace dos años largos, cuando lanzasteis vuestro disco de debut, La noche. El público de Arde Bogotá no para de crecer en todas partes.

A: Somos unos afortunados del carajo porque el proyecto crece y cada vez que hacemos algo llega a más gente que lo recibe muy bien. La sensación es que ojalá lo estemos agradeciendo todo lo que deberíamos. Y también sensación de fuerza, porque oye, estamos ahí haciendo la música que nos gusta.

Un crecimiento orgánico, además, a la vieja escuela, que es lo que pone buenos cimientos para una carrera larga.

JOSÉ ÁNGEL: Así es. Existen las redes sociales, evidentemente, y eso ayuda, pero dentro de eso hay un fenómeno de boca a boca, de 've a verlos, escucha a esta banda', que se potencia por esas redes pero sin estar insistentemente creando contenido. De una manera orgánica, efectivamente.

Este viernes publicáis nuevo disco, el segundo, Cowboys de la A3. Un título cuanto menos curioso pero que guarda un significado muy claro para vosotros.

A: Es un disco de viajes, de lo que nos ha pasado mientras hacíamos el disco. Y casi todo lo que nos ha pasado en este último año y medio ha sido de camino a alguno de los 86 conciertos que hemos hecho. Habíamos empezado a hacer canciones y al tener Cowboys -la canción que da título a todo al álbum- vimos que era muy representativa de nuestra vida, de lo que nos estaba pasando. Por eso rápidamente se armó toda una temática de viajes en torno al disco, con todo su imaginario y su sonido. El resultado es un disco sobre amor, libertad, juventud y, en definitiva, sobre cosas que te pasan de camino a los distintos sitios.

De camino a distintos sitios que, en vuestro caso, por lo que decís, casi siempre son los conciertos. ¿Y son cosas que os pasan de día o de noche? Lo digo por si es algo así como el reverso de vuestro debut, La noche.

A: (risas). Bueno, yo creo que tiene mucho de La noche porque, al final, somos los mismos chavales que hicieron el disco anterior, nos gustan las mismas cosas, nos importan las mismas cosas. Por eso, las canciones nos han salido en el mismo camino. Pero sí que es cierto que hemos avanzado un poquito, que hemos llegado a lugares nuevos que expanden el sonido de la banda. Pero si el anterior fue la noche este no es el día, sino que es un sitio diferente dentro del mismo camino.

Desde luego, el disco suena más potente y se aprecia esa evolución. Buena muestra es el primer single, Los perros, con unas guitarras bien duras.

DANI: Sí que hemos sentido que teníamos que apretar un poco más el amplificador y quitarnos los prejuicios del indie que quizás veníamos arrastrando de alguna forma inconsciente, para confirmar que de verdad somos una banda de rock y nos gusta hacer eso. A la hora de componer juntos este disco hemos estado muy en comunión a la hora de buscar ciertos sonidos que nos representen más en esta etapa y tirar por ese camino para que calen de verdad esas influencias que siempre decimos que tenemos de ese anglo, de ese britpop, de ese rock de fuera.

PEPE: Yo he pedido que suban el bajo en este disco.

D: (risas) Siempre lo pide, pero esta vez le hemos hecho caso.

P: Ahora voy a intentar que me dejen hacer un solo (risas).

¿Cuáles son más concretamente esas influencias de las que hablamos?

D: Algunas son más evidentes que otras. Siempre comentamos que tenemos influencias de Camarón que quizás no sean tan representativas. Pero la gente que escuche este disco puede encontrar perfectamente a Oasis, Coldplay, Foals, Arctic Monkeys, Foo Fighters

J.A.: Cage the Elephant, canción de autor... ideas latinas que no necesariamente sean de una banda sino de un género o una comunidad.

D: A todos nos ha venido a la cabeza en algún momento de este disco Carlos Santana, por ejemplo.

P: Incluso hay influencia del reguetón.

D: Hay un poco de todo y quizás lo que menos hay es ese indie que, después de todo, es normal que todo el mundo arrastre ahora mismo en este país porque es algo masivo.

Aunque parece que están surgiendo otra vez muchos grupos de guitarras, hacer rock en el siglo XXI tiene algo, efectivamente, de cowboys. De ir a la contra, de forajidos de la industria musical. ¿Os sentís así?

A: Totalmente. Al final, separarte del rebaño es un ejercicio de libertad y de liberación. El forajido, el cowboy, el bandolero, el contrabandista, el pirata... son personajes que viven al margen de la normalidad en un ejercicio de liberación muy fuerte. Y nosotros creo que también como ese músico que vive en la carretera, que tiene la fortuna de poder dejar su trabajo de abogado... es un ejercicio de piratería tremendo, pero también de libertad y una apuesta hacia elegir tu propio camino, conducir tu propio carro y definir tu propia carretera. El rocanrol es totalmente eso. Si quisiéramos ir por el camino trazado estaríamos haciendo otro tipo de música más parecida a la que hoy en día consume la gran mayoría de la gente. Pero no. Elegimos este camino, que no sabemos donde va pero es el nuestro.

Vivís en la carretera dentro de una furgoneta. Un vehículo con mucha mística en la historia de la música, que es casi como una puerta espacio-temporal. Vosotros, por ejemplo, os metéis en la furgoneta en Cartagena rumbo a donde sea y, ¿qué ocurre?

A: La furgoneta es un lugar de freírte el cerebro (risas). Es imposible intentar hacer algo de trabajo en la furgoneta, hablar u organizar lo que sea, porque te fríe el cerebro. Pero también es un poco nuestra nave nodriza, es a su manera el hogar, la base. El sinónimo de estar haciendo algo con el proyecto es estar subido en ella, estar en marcha. Es como nuestro Halcón Milenario.

J.A.: Y no solo para nosotros, sino también para nuestro equipo. En la furgoneta duermes, piensas, compones, odias, quieres... Cuando te apetece estar tranquilo puedes estar ahí, cuando te quieres cambiar lejos de la gente, es tu casa. La furgoneta es el maldito vehículo del rock, es donde suceden hermanamientos y asperezas. Es un elemento más donde reforzar una familia que va creciendo constantemente.

A: Es como un miembro de la banda.

J.A.: Absolutamente. Nuestra furgoneta se llama Poderosa, porque cuando no tira le apretamos a puño y sale de todas (risas).

Poderosa es un nombre muy cowboy, muy de Bonanza.

J.A.: Igual le faltan caballos.

A: Si tenemos algún día otra la llamaremos Bonanza (risas).

La furgoneta con una banda de cuatreros del rock dentro aventurándose por el país es también una metáfora de la eterna juventud. Pasan los kilómetros pero de alguna manera el tiempo se detiene mientras está en movimiento. Y ser eternamente joven es una aspiración que está en la misma esencia del rock.

A: Hay algo en la juventud directamente ligado al momento de la búsqueda libertad. La ambición de romper con lo que te ata, con lo que se te impone, con el destino trazado. Ese es un punto de la juventud que es paralelo al rocanrol porque, para mí, la esencia del rocanrol es rebeldía, honestidad en el sentido más radical de la palabra, y eso está ligado a la juventud y la libertad. Se va uniendo todo en una cadena que, para nosotros, llevaba directamente hasta este disco. Supongo que cuando seamos más mayores seguiremos anhelando ese gusanillo de salir y ser el dueño de lo que ocurre, que para nosotros estaba ahí en la música y la furgoneta.

J.A.: No hay nada más punk que ser un anciano contra el sistema. Siempre es buen momento para ser rebelde.

Estaba pensando en los 86 conciertos que hicisteis en 2022. No está nada mal. ¿Cuántos kilómetros son esos?

D: Pues la furgoneta la compramos con unos 70.000 y ahora tendrá unos 170.000. Yo creo que más de 100.000 con la furgoneta.

Buena cifra, desde luego. A vuestra manera, ayudados por Poderosa, estáis conquistando España desde Cartagena. Eso demuestra que se puede hacer sin tener que vivir en Madrid o Barcelona necesariamente. ¿Eso es un punto a vuestro favor? ¿Le gusta a la gente que no seáis de una de las grandes ciudades habituales donde parece que pasa todo?

D: Yo creo que es un punto diferenciador. Una de las cosas que nos ha ayudado a darnos visibilidad es el hecho de estar allí, aunque parezca todo lo contrario. No hubiera sido igual si hubiéramos nacido los cuatro en Madrid, que es una urbe muy grande, y estas caras no se hubieran conocido ni coincidido de la misma manera. Y, además, me gusta pensar que llevamos con orgullo el nombre de Cartagena y que eso la gente lo entiende y le gusta. En Madrid a lo mejor no hubiera tenido el mismo calado.

De hecho, el público, o al menos una parte del público, percibe eso y percibe cuando las cosas se hacen con autenticidad y honestidad. Es interesante que el público vea y valore esas cosas abstractas que están más allá de las canciones.

A: Siento que si te gusta una banda como la nuestra, o como Cala Vento o Rufus T. Firefly, es porque tienes un interés extra en la música. Porque no llegas a estos grupos por la radio, no es normal que se te cruce una de sus canciones cambiando de emisora. Para llegar a estas bandas tienes que poner un extra de tu parte y, si te gusta eso, hace que te interese todo lo que ocurre alrededor de la canción. Que te interese que forme parte de un proyecto, que te interese quien la hace, qué les motiva, cómo la han hecho y donde la han grabado. Y que luego te interese ver a esos grupos en directo. Es bueno porque es parte de lo que nos interesa a nosotros también, hacer un disco que tenga una entidad, no doce canciones. Hacer un disco que tenga un sentido, que la gente pueda ahondar en él musical y temáticamente. Al final, creo que, por suerte, aunque la música que hacemos no sea ahora la mayoritaria, a los que estamos metidos en ese sótano donde está ocurriendo nos interesa a todos estar ahí porque estamos muy a gusto. Así que bienvenidos al sótano, vamos a cerrar la puerta y hacer cosas malvadas y a oscuras.

¿El sentido del disco del que habláis puede ser viajar sin moverse del sitio? Pero no necesariamente a sitios físicos. 

A: Son sobre todo emocionales. Nosotros íbamos en la furgoneta así como lobotomizados de camino a Vigo o Gijón o no sé donde a hacer un concierto, pero en realidad en tu cabeza estás yendo a otro sitio. Estás yendo a la discusión que has tenido con no sé quién, un problema por resolver, la emoción por ver esa noche a alguien que te gusta o lo que sea. El viaje cambia y no es un viaje al norte desde Cartagena, sino que es un viaje a una fiesta, al perdón o a olvidarte de algo. Las canciones están yendo a esos sitios, a ese tipo de lugares emocionales que al final son los que tienen que definir el sonido y la emoción que intentamos transmitir.

Canciones que nos llevan a la salvación, que es la última canción del título. Un regreso a casa que, entiendo, no es necesariamente Cartagena.

A: La propuesta que se lanza ahí es que la salvación como lugar emocional son los sitios pequeños, las emociones pequeñas, la felicidad de las cosas pequeñas. Como lugar físico, seguramente tiene que ser el hogar. A veces parece que la salvación está en poner tus manos en la estrella de Hollywood, pero creo que al levantarlas del cemento debes sentir que en realidad la salvación es poner las manos sobre la mesa de la cocina de tu madre.

Las letras de Cowboys de la A3 están repletas de esos lemas generacionales que tan fuerte conectan con la gente. El primero: Todos mis amigos están tristes.

A: ¿No te pasó a ti que cuando salimos de la pandemia y quedaban los últimos coletazos con un montón de reglas y nadie sabía que hacer, todos tus amigos estaban tristes? Fue una reflexión que hicimos. La mayoría de la gente dice que sí, que sus amigos están tristes, porque hay algo en el ambiente que dice que la gente no está contenta. A nivel sonoro, teníamos dos opciones: una balada cortavenas o una canción violenta. Nosotros elegimos la violenta porque nuestra reacción a que nuestros amigos estén tristes, dentro de un álbum sobre la libertad, es pelearnos contra lo que les hace tristes, no sucumbir a la tristeza. Es ponernos el cuchillo entre los dientes y liarnos a hostias con lo que sea que les pone tristes, porque lo que queremos es cambiar la situación.

Otro título que es, a su vez, un lema casi confesional: Qué vida tan dura. Viene a decir que hay que pelearla mucho todo el rato.

A: Es un disco muy sobre las cosas que llevamos en el maletero. Como que estás intentando escapar de la movida, pero la movida te persigue, viaja contigo. En el maletero están las cosas que no decimos, que ocultamos y que estamos arrastrando en la parte de atrás y siempre decimos 'ya las sacaré'. Pero nunca las sacamos, por lo que ahí va eso haciendo kilómetros contigo. Pero también hay algo en asumirlo y convertirlo en un compañero de viaje que hace que sea más ameno, porque hay cosas que nunca sacarás del maletero, por lo que es mejor invitarlas a que se sienten contigo.

Con el maletero más o menos repleto, ahora toca sumar más numeritos al cuentakilómetros. No habéis parado de tocar en más de dos años y supongo que los planes pasan por tocar y tocar todavía más.

J.A.: Venimos de hacer esa gira de 86 conciertos y tenemos muchos más por delante. Y sin haber empezado aquí la gira, la hemos empezado tocando justamente en Bogotá, a 10.000 kilómetros de nuestra casa, de manera que estamos listos para empezar en León el 20 de mayo una gira que no sabemos cuando va a acabar. Y una vez más, la felicidad y lo bien que vaya la banda se puede medir en kilómetros, y tiene pinta de que vamos a igualar o superar los que recorrimos con La noche.

Vais a estar en muchos festivales, pero ¿qué importancia le dais a las salas?

J.A.: Son maravillosas. Dichoso nicho de sudor y comunión. Después de los festivales, está anunciada ya la Sala Apolo de Barcelona para noviembre. Nos flipa ir a Almendralejo a tocar en una sala y llegar a sitios que de otra manera sería imposible, así que tenemos muchas ganas. Vienen cosas bonitas, algunas más grandes que otras, y tenemos ganas de volver a ver a la gente.

En salas de lugares como Almendralejo es donde se ganan las ligas, no en los grandes partidos.

J.A.: Pero totalmente, se ganan en esas pequeñas conquistas.

A punto de empezar esta nueva gira, miremos mucho más allá. ¿Os veis toda la vida en la carretera tocando de ciudad en ciudad a lo Bruce Springsteen con 73 años?

J.A.: Me gusta pensar que la gente que llega a esa edad y sigue haciendo rocanrol de verdad ha pasado por mierda y momentos de gloria que han reforzado y confirmado que quieres estar tocando con las personas que te acompañan desde el principio. U2 son un grupo de música y un grupo de amigos. Los Rolling Stones son un grupo de música y de amigos. Bruce Springsteen & The E Street Band son un grupo enorme de músicos y amigos. Esa es la clave de todo esto, con una amistad y un respeto que se va reforzando en el local de ensayo, en la furgoneta y en los conciertos.

A.: Ojalá tener la edad de Bruce Springsteen, su dinero y sus ganas de seguir.

J.A.: (risas) Y su moreno.

P.: Y su fisio (risas).

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A.: Si con esa carrera y todo lo que has ganado sigues saliendo a tocar, en el caso de Bruce con 73 años, tiene que ser por algo más que el dinero. 

Pues eso es lo que tenéis que seguir descubriendo.

A: Estamos en ello.

Arde Bogotá son algo así como la gran esperanza blanca del rock español. En un momento en el que las modas y tendencias musicales van por otros derroteros, el cuarteto cartagenero (de España, no de Colombia, quede claro) va conquistando al público jugando a la contra, concierto a concierto, kilómetro a kilómetro. Por eso su segundo álbum, que llega este viernes, lleva el elocuente título de Cowboys de la A3, una autovía que les conecta con el resto del país y que recorren reiteradamente galopando sobre sus potentes canciones. A punto de cruzar el rubicón a cara o cruz del rocanrol desde el que ya no hay vuelta atrás, charlamos con Antonio García (voz y guitarra), Dani Sánchez (guitarra), Pepe Esteban (bajo) y José Ángel Mercader (batería y percusión).

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