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Los Chikos del Maíz: "Por la mañana, Ana Rosa y Griso con su discurso peligroso, y por la noche Pablo Motos"

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En el momento en el que no hay suelo bajo los pies de tu presente resulta imposible encontrar un punto de apoyo para intentar siquiera saltar hacia el futuro. Así no hay futuro, que bramaban los Sex Pistols allá por 1977 para escarnio de la Reina Isabel II de Inglaterra. Y 45 años enteros con todos sus lunes han retrocedido Los Chikos del Maíz para reconstruir el camino de baldosas amarillas que vuelva a mirar levemente hacia arriba y pueda prometer algún tipo de expectativa. ¿No hay futuro? Sí, hay futuro.

Porque así se llama, Yes future, el nuevo disco del dúo valenciano de hip hop integrado por Nega y Toni Mejías. Una afirmación casi diríase que desesperada por una esperanza que hay que dibujar, ya que nadie la da. Un disco que es, además, un libro con textos inspiradores en esa dirección optimista de firmas tan relevantes y dispares como las de César Rendueles, Miquel Ramos, Layla Martínez o Tirado. Cuando no hay esperanza, invoquemos a la esperanza. 

"Efectivamente, es darle la vuelta al lema de No future de los Sex Pistols, que allá por el 77 decían que no había futuro pero después se ha visto que en la sociedad ha habido muchos movimientos sociales, por ejemplo en Latinoamérica o el 15M en España, que han demostrado que sí que hay futuro, posibilidad de cambio y de romper esta dinámica en la que estamos", resume a infoLibre Toni Mejías (Valencia, 1984), quien explica que a las canciones quisieron sumarle autores con una forma "muy interesante" de escribir y que también ven futuro en ecologismo, movimiento LGTBi, cultura, salud mental e incluso fútbol: "Hay futuro, aunque está claro que no en el sistema actual, no con las ideas actuales de gastar todos los recursos y una vida hacia delante".

No es que el dúo tenga las soluciones, pero las intuye y las defiende. Es por eso que canta "vivimos en el país del miedo a perder lo que tenemos, si lo perdemos habremos roto las cadenas". Esa es la vía de ruptura con un "sistema capitalista que está consumiendo la energía limitada del planeta a una velocidad alarmante e incluso insultante". "Juegan mucho con nosotros desde el poder y eso también les favorece para mantenernos más atados con la cuerda corta. Pero sí que creemos que existe alternativa, que viene desde el feminismo, el ecologismo, la igualdad de condiciones y económica. Existe esa posibilidad de futuro. Hay dinero, pero está muy mal repartido", remarca Mejías.

Yes future es la defensa de una posibilidad y la certeza de su necesidad. Un disco-libro de un centenar de páginas en las que se apuesta por el futuro a través de la educación, la cultura, el cambio climático, los derechos LGTBi, la amenaza fascista. Con conocimiento y rigor y una banda sonora en forma de canción a ritmo de electrónica, beats ochenteros o funk destinado a reventar la pista de baile que cada cual decida con canciones como Fiebre del viernes noche (que sí, que así la han titulado ellos).

"Queríamos hacer una canción más desenfadada, con un tempo más acelerado, y decir una verdad que también nos pasa a nosotros, porque todos necesitamos evadirnos de esta sociedad, salir de fiesta a bailar con nuestros amigos. Es algo que todos necesitamos, metiendo un poco de crítica a la realidad de las zonas de fiesta y de los centros de las ciudades, que son turismo lleno de guiris... una crítica mordaz y reivindicando que vivimos en una sociedad bastante mierda de la que de vez en cuando evadirse es legal e incluso moral", defiende Mejías.

Y todavía añade: "Esto se demostró en Madrid completamente, pero antes de las elecciones de Ayuso yo ya veía aquí en Valencia, donde estuvieron mucho tiempo los bares cerrados, que la gente decía 'necesitamos una Ayuso'. Y ahora está ocurriendo lo de la atención primaria y estoy seguro de que les va a perjudicar mucho menos que cuando había bares cerrados, lo cual es lamentable. Hay que buscar el término medio entre salud o libertad, porque sin salud no hay libertad, y la libertad que te venden muchas veces es una libertad de mierda o falsa".

Toda ilusión decidida de futuro se apoya necesariamente sobre una mirada sincera al pasado. Es por eso que este disco lo comienzan pidiendo perdón por comentarios machistas y otros dislates varios en Ecos de un futuro pasado. "Queríamos mirar nuestra carrera pero no solo desde los triunfos, que sería un poco lo sencillo, sino también con los errores que cometemos, como todo el mundo", admite el músico, quien añade: "Había que reconocer hasta donde hemos llegado, asumiendo que en el camino ha habido también muchos tropiezos y errores. Es normalizar la verdad de los errores. No queremos ser como David Summers y seguir cantando 'sufre mamón, devuélveme a mi chica, voy a vengarme de ese marica' cuarenta años después como si la sociedad no hubiera avanzado. A veces hay que asumir que algunas letras que has escrito antes no son válidas en el año 2022 y no pasa absolutamente nada. Queríamos mirar hacia atrás con mirada crítica".

A partir de este planteamiento, no falta en el disco referencia a un Pablo Motos en el epicentro de las críticas por sus actitudes machistas en El Hormiguero con algunas de sus ilustres invitadas. Una controversia que llevó al presentador incluso a acusar al Ministerio de Igualdad dirigido por Irene Montero de gastar dinero público para atacarle: "Es un poco triste porque ha tenido una oportunidad de oro para, en prime time, con tanto público, decir 'vale, sí, estos vídeos tienen unos años, hemos cometido errores, lo hacíamos mal, es algo que queremos corregir y pedimos disculpas a la gente que se ha sentido molesta, pedimos perdón si hemos violentado a las invitadas'. Pero no, en lugar de eso, sale atacando al Ministerio de Igualdad y diciendo que lo han hecho todo súper bien". 

Para Mejías, esto es una "pena", puesto que nunca se va a disculpar al sentir que lo están haciendo todo "súper bien" respaldados por una audiencia de dos o tres millones de personas que valida sus actitudes y comentarios y "les permite hacer esas cosas". "Es un poco triste, pero así nos damos cuenta de que todavía hay mucho reaccionario, ya no solo en el Congreso, sino incluso más en la televisión, y por desgracia todo eso repercute en las calles. Es muy difícil competir con la televisión. Por la mañana, Ana Rosa Quintana y Susana Griso se cuelan en millones de hogares con el discurso tan peligroso que dan y, por la noche, Pablo Motos", advierte.

Ante una televisión que "se ha convertido en aquel programa que se llamaba Impacto TV" y en la que resulta complicado distinguir entre "información y opinión", Los Chikos del Maíz proponen su propia vía para quien quiera seguirles. Y no son pocos, pues empezaron este año que ya casi se nos va llenando el WiZink Center de Madrid a pesar de la incomodidad que genera un discurso que muchos preferirían silenciar. "Si escuchas orinar a tu vecino no eres clase media", apunta Toni haciendo suyo un comentario visto recientemente en Twitter y con el que saca pecho de todo lo conseguido en 18 años de trayectoria de improbable éxito y relevancia.

Es por ello que reconoce Mejías que no aspiran a llenar un gran estadio, pero son al mismo tiempo conscientes de que después de dos décadas se sienten razonablemente consolidados. Algo que ciertamente no imaginaban cuando empezaron y que les ha convertido sin querer en referentes de una clase obrera cada vez más difuminada en lo laboral, lo económico, lo social y también lo cultural: "Mucha gente tiene el estigma de que decir que es de clase obrera es decir que es pobre, y no, porque toda la gente que es asalariada y tiene un jefe por encima, es asalariada, te guste o no".

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"La clase obrera no es solo la del mono azul y la que se sube al andamio, sino que si tienes un jefe, alguien te está explotando para conseguir un beneficio, eres clase obrera te guste o no, te quieras poner el nombre que te quieras poner", argumenta Mejías, quien culpa de esta pérdida de cualidad a los medios "e incluso a partidos como el propio PSOE, porque no hace falta irse a la derecha". "Han hecho un trabajo premeditado de romper un sentimiento de pertenencia a una clase para que seamos más individualistas y vayamos cada uno por nuestra cuenta a buscarnos nuestro futuro", reflexiona.

Y es como consecuencia de esa labor concienzuda que se ha puesto a la salud mental en el centro de la diana de las dificultades diarias. Pero Mejías defiende con claridad que, más allá de la "sobre medicación, legislar en materia laboral también es legislar en materia de salud pública". Porque no es que haya tanta enfermedad como tal, sino que existe un latente "malestar general que no tiene nombre, que no es un problema de salud mental aunque lo quieran meter ahí dentro, pero que es un malestar ante la vida que se nos ofrece, ante la precariedad" derivada de "no poder pagar un alquiler, tener un sueldo de mierda, que casi se monta una guerra cada vez que se sube el salario mínimo o estudiar sin que haya salidas laborales".

Ante este presente desconcertante no vale aquello del programa, programa y programa, sino que hay que invocar al futuro, futuro y futuro. A través de nuevos planteamientos aún por probar. "Repudiando" el término de nostalgia, como repudian Los Chikos del Maíz por "reaccionario", y apostando por la memoria como palanca de transformación: "Avanzar haciendo un ejercicio de memoria para saber de dónde venimos, cuales son todas esas personas y colectivos que han estado construyendo para que estemos mejor. Es mentira que antes se viviera mejor y creo que no hay que reivindicar la nostalgia, sino que hay que reivindicar la memoria, saber de dónde venimos para empezar a construir futuro".

En el momento en el que no hay suelo bajo los pies de tu presente resulta imposible encontrar un punto de apoyo para intentar siquiera saltar hacia el futuro. Así no hay futuro, que bramaban los Sex Pistols allá por 1977 para escarnio de la Reina Isabel II de Inglaterra. Y 45 años enteros con todos sus lunes han retrocedido Los Chikos del Maíz para reconstruir el camino de baldosas amarillas que vuelva a mirar levemente hacia arriba y pueda prometer algún tipo de expectativa. ¿No hay futuro? Sí, hay futuro.

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