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Joaquín Sabina regresa al WiZink Center tres años después: "Vamos a romper el maleficio con Madrid"

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El 12 de febrero de 2020 Joaquín Sabina dio un pasó en falso de más. Un pie sobre el escenario, otro sobre el vacío y el cantante desaparece como si lo hubiese tragado la tierra. Golpetazo, desconcierto, silencio sepulcral en el WiZink Center con su compinche Joan Manuel Serrat mudo sobre las tablas tratando de calcular la magnitud del incidente. Pasan los minutos a la espera de alguna buena nueva y finalmente el jienense reaparece ante el público para confirmar que el concierto se acabó y que se va directo al hospital, donde se le diagnostica un hematoma intracraneal. Vía crucis con parada en el quirófano y en la UCI, recuperación y a casa once días después.

Lo que nadie esperaba es que, acto seguido, en apenas dos semanas, llegaría una pandemia que nos mantendría confinados en nuestras casas hasta nueva orden, en un momento en el que Sabina, a sus 71 años de entonces —hoy ya va por los 74—, parecía decir adiós a cualquier posibilidad de regreso a los directos. El mundo se acababa para él por partida doble, con una reclusión domiciliaria forzosa que ejercía como segunda losa añadida a las secuelas de la aparatosa caída.

Pero volvió. Contra todo pronóstico, volvió. Anunció a finales del pasado año una extensa y generosa gira y las entradas volaron hacia sus legítimos dueños a ambos lados del Atlántico en un abrir y cerrar de ojos. Unas primeras fechas en Sudamérica, ya celebradas hace unas semanas, para recuperar las sensaciones y, por qué no decirlo, también la confianza con el traumático batacazo seguramente traqueteando en el subconsciente. Un desembarco en España a través de Canarias y que, tras pasar por su Úbeda natal y escaparse en viaje relámpago hasta Londres, llega esta semana por partida doble a la capital (que tendrá otro par de recitales como fin de fiesta en diciembre).

¿El lugar? Efectivamente, el WiZink Center (o Palacio de los Deportes, para los detractores de las marcas en los nombres de nuestros lugares habituales). Sabina, tan torero él, se arrima al bicho y vuelve este 23 y 25 de mayo al lugar donde todo pasó. "Esperamos que esta vez no pase nada y vaya todo sobre ruedas. La última vez fue un accidente lamentable", señala a infoLibre su mánager, José Emilo Navarro 'Berry', quien sí que admite cierto desasosiego: "No te voy a negar que todos tenemos un poco de retintín porque las últimas veces siempre han pasado cosas, pero yo creo que esta vez vamos a romper el maleficio con Madrid y va a salir todo muy bien. Es importante volver al WiZink para quitárselo de la cabeza, sin duda, así que ahí vamos".

Y es que no se trata solo de la caída, pues un par de años antes, el 18 de junio de 2018, Joaquín se vio obligado a cancelar la gira de Lo niego todo por problemas de salud, al quedarse totalmente mudo durante el concierto celebrado dos días antes en Madrid... en efecto, así es, en el WiZink Center. "Madrid tiene esa cosa de ser casa, pero siempre está el fantasma de Joaquín en Madrid, sobre todo concretamente en el WiZink Center, donde parece que hay una especie de fantasma gris que hace que siempre pasen cosas raras", reconoce a infoLibre Antonio García de Diego, guitarrista y teclista y desde 1988 uno de los escuderos de Sabina.

"Pero él también tiene que enfrentarse con sus fantasmas y regresar ahí. Y no pasa nada porque han sido situaciones puntuales en un momento dado, como la mala suerte de la caída, que dejó mucha huella, y la otra vez que hubo una suspensión porque no se encontraba bien", prosigue García de Diego, mientras tercia la corista Mara Barros: "Como decimos en la jerga artística, Madrid es una plaza tan complicada como emocionante. Cuando es una plaza tan importante, la disfrutas mucho pero implica más responsabilidad. También tiene que ver que en Madrid y en el WiZink el jefe ha sufrido un par de contratiempos de los que hemos sido testigos directos y nos impone. De hecho, siempre nos preguntamos por qué volvemos si hay más sitios y este está como maldito".

Y aún continúa Barros, en la banda del cantautor desde 2009: "Al mismo tiempo, supongo que es también un reto para Joaquín enfrentarse a sus miedos, porque es un artista que a pesar de sus años de experiencia sigue sintiendo una gran responsabilidad a la hora de subir al escenario. A mí me gusta mucho saludarle antes de empezar y decirle 'pero chico, si hagas lo que hagas te metes al público en el bolsillo'. Pero sigue poniéndose muy nervioso, pensando en la cantidad de personas que han comprado entradas para ir a verle. Y en Madrid se pone aún más nervioso después de todas las cosas que le han pasado en ese recinto, por lo que estamos todos un poco a la expectativa. En cualquier caso, creo que dice mucho de él y de su entorno que todos apuesten por volver al mismo lugar donde le han pasado algunas de las mejores cosas de su carrera, pero también las peores. Yo en su situación cambiaría de recinto, pero él se ve que no".

Muy parecidas son las sensaciones de Jaime Asúa, también guitarrista de la banda y relacionado intermitentemente con Sabina desde 1981 hasta quedarse como integrante fijo en 2006: "La gira va muy bien, incluso te diría que sorprendentemente bien, porque aparte del vértigo habitual ante cualquier gira, creo que Joaquín tenía cierto vértigo adicional por llevar tres años sin pisar un escenario. Y la última vez que lo hizo se cayó en el WiZink, así que supongo que estaba el hombre un poquito acojonado, pero yo creo que ya lo tiene superado. Madrid, en particular, normalmente le asusta, pero lo lleva bastante bien porque llevamos una veintena de conciertos y han sido todos estupendos".

Sabina está disfrutando especialmente de esta gira. En eso coinciden todos en su entorno más íntimo. Un resurgimiento casi inesperado después del "mazazo" de los últimos años, según Asúa, con el "golpe del WiZink y las operaciones y luego el óxido del confinamiento". "Yo le he oído en dos o tres ocasiones decirle al público que durante la pandemia llegó a pensar que esto no se iba a volver a repetir, por lo que le veo especialmente feliz", remarca el guitarrista, quien confiesa además haber sentido un poco de "miedo" antes de la gira ante la duda de si Joaquín sería capaz de "entregarse y cantar bien un repertorio de dos horas". "Todos sabíamos que sus condiciones son las de un hombre de su edad y, además, castigado. Pero la verdad es que sí lo está haciendo. Quien apostó a que no, ha perdido", apostilla a infoLibre.

Y ha perdido para sorpresa de propios y extraños, incluyendo a su propio mánager, quien ve al jefe de todo esto "totalmente centrado". "Y lo digo con orgullo", enfatiza, explicando que "vive para la gira", algo que hasta ahora "no había hecho casi nunca" por haberse tomado todo con "más libertades". "Pero ahora está en un plan más que profesional. Nos ha sorprendido a todos y lo digo con gran alegría, empezando por mí. ¿Que tiene la voz carrasposa? Sí. ¿Que está casi todo el tiempo sentado? Sí. Pero la gente se lo pasa pipa, la banda suena maravillosamente, el espectáculo es muy bonito y todo el mundo sale muy contento. La gira está funcionando maravillosamente, tal y como esperábamos, yo creo que incluso mejor", destaca Berry.

Con Joaquín siempre se está en puntos suspensivos. Me gustaría pensar que no es la última pero, si lo es, está dejando una huella muy bonita

Al mismo tiempo que la sensación de felicidad y agradecimiento, lo que también flota en el ambiente es un runrún que parece un integrante más de la actual gira de Joaquín Sabina. Un miembro del equipo que no se ve, que aparentemente no está ahí, pero podría ser el elefante en la habitación que va con él a todas partes y que incluso se sienta a su lado en cada concierto y cada pabellón. Un gran animal de considerables dimensiones que, de tan obvio y evidente, todo el mundo ve y sabe que está presente, pero al que se decide obviar deliberadamente. Un mamífero que lleva un mensaje de escenario en escenario: esta es la última, lo sabéis, pero elegís no creerlo.

¿Se está despidiendo Sabina de los escenarios sin haberlo anunciado como despedida? De momento, lo que su mánager afirma tajante es que "esta gira termina en diciembre". "Joaquín está trabajando en un disco y al término de esta gira él ya verá y dirá si hay más Sabina o no. De momento, tenemos programado hasta el 20 de diciembre, de nuevo en Madrid, y eso es lo único que hay. No va a haber nada más ni hay proyectos ahora mismo de nada más".

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"No se ha anunciado como despedida pero es probable, claro", concede Asúa. "Con Joaquín siempre se está en puntos suspensivos. Me gustaría pensar que no es la última pero, si lo es, está dejando una huella muy bonita y yo estoy disfrutando de una manera brutal", señala García de Diego. "Sinceramente, no lo sabemos porque Joaquín es un hombre cambiante y lo que dice hoy puede no decirlo mañana. Lo que sí que creo poder asegurar es que si así fuera no lo anunciaría y no diría que es la última, porque no le gusta eso de decir adiós. Pero sí que huele a despedida. Creo que lo huele el público y lo olemos nosotros también, pero nos aferramos a que está grabando cosas nuevas, a que sigue súper inquieto componiendo y escribiendo... eso nos da fe en que quiera hacer un trabajo nuevo. Pero yo solo sé que en los últimos dos conciertos de diciembre en el WiZink me echaré a llorar por si acaso es la última, aunque me gusta pensar que no", relata Barros.

Seguramente sea esta incertidumbre la que está elevando la temperatura emocional de unos recitales que podrían o no ser los últimos. Tanto es así que García de Diego habla de "la gira de la emoción" al estar Joaquín, "probablemente, al final de su carrera" y también "un poco más frágil que en otras ocasiones". "Él cuenta que dudaba de que pudiera volver a hacer conciertos tras la pandemia con todo lo que había pasado, pero lo que yo saco en claro de estos conciertos es el grado de emoción que transmite Joaquín a la gente y lo emocionada que se siente la gente", remarca el guitarrista, quien plantea: "No sé si hay mucha gente que piense que pueden ser los últimos conciertos de Joaquín, pero eso probablemente también sea un poco el impulso que lleva al público a disfrutar de esa manera".

Sea o no el adiós sin avisar de Sabina, la gira, llamada con sorna Contra todo pronóstico, está siendo un éxito de público y los músicos están disfrutando como nunca. "Somos una piña y sonamos muy bien. Dice Joaquín que es la mejor banda que ha tenido nunca. Yo no sé si me atrevo a tanto, pero él está tan cómodo que probablemente esa comodidad le hace decir ese tipo de cosas", indica García de Diego, antes de que Asúa termine: "Joaquín está más responsable que nunca y le veo muy contento y tranquilo. Siempre sale sonriendo en todas las fotos. Es incluso probable que sea de las primeras veces que escucha a los demás, o por lo menos con atención, porque siempre ha sido más del todo palante. Pero ahora creo que se fija más en algunos detalles y cuando me fijo en él mientras tocamos a veces pienso que no va a entrar a cantar a tiempo porque está como deleitándose. Está más tranquilo que nunca y también le satisface todo más que nunca porque ha pensado en más de una ocasión que ya no iba a volver a suceder nunca más. Pero aquí estamos".

El 12 de febrero de 2020 Joaquín Sabina dio un pasó en falso de más. Un pie sobre el escenario, otro sobre el vacío y el cantante desaparece como si lo hubiese tragado la tierra. Golpetazo, desconcierto, silencio sepulcral en el WiZink Center con su compinche Joan Manuel Serrat mudo sobre las tablas tratando de calcular la magnitud del incidente. Pasan los minutos a la espera de alguna buena nueva y finalmente el jienense reaparece ante el público para confirmar que el concierto se acabó y que se va directo al hospital, donde se le diagnostica un hematoma intracraneal. Vía crucis con parada en el quirófano y en la UCI, recuperación y a casa once días después.

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