Miguel Ríos: "Nací en 1944 y nunca imaginé que vería casi a la Falange desfilando otra vez por las calles"

Puede que Miguel Ríos (Granada, 1944) haya anunciado varias veces su retirada, pero de eso nadie se acuerda cuando sale de nuevo al escenario. Hay en ese momento, noche tras noche, borrón y cuenta nueva, ovación cerrada, amplificadores encendidos y un buen chute de rocanrol encadenando himno tras himno. "Yo ya no me puedo despedir nunca más, tendré que hacerlo a la francesa", admite divertido en conversación con infoLibre, encantado de la vida camino de los 81 años, con un nuevo single que se estrena este mismo viernes (En la rampa de salida), un próximo disco que llegará en otoño (El último vals) y una gira de presentación del mismo nombre con la que recorrerá una vez más y las que hagan falta los principales teatros de nuestro país. "Noto la edad mucho más en las rodillas y en las caderas que en la garganta, lo cual es muy conveniente para mi oficio. Eso, y que no se te caiga demasiado el pelo", bromea. "Yo quiero vivir y morir con las botas puestas", sentencia.
Y a fe que lo hace, porque acaba de llenar el Auditorio Nacional de México pero ya tiene el calendario de nuevo con un montón de fechas redondeadas en rojo junto a su banda, The Black Betty Boys, a partir del 3 de octubre de este año en el Fórum Evolución de Burgos. Turno después para Vigo, Barcelona y Murcia todavía en 2025, para una vez celebrado el cambio de año visitar Palma de Mallorca, Pamplona, Logroño, Zaragoza, Salamanca, Granada, León, A Coruña, Badajoz, Cáceres, Gijón, Valladolid, Madrid, Málaga y el colofón en el Teatro de la Maestranza de Sevilla. Todas las fechas están en elultimovals.com, de manera que pasamos sin más rodeos a la charla, que es de lo que se trata.
¿Una gira que se llama El último vals? ¿Es el último de verdad?
No, hombre (risas). Yo ya no me puedo despedir nunca más, tengo prohibido usar esa palabra. Tengo puesta una cruz, me tendré que despedir a la francesa. Es que, además, cuando los compañeros anuncian la suya, usan mi despedida para decirles 'si quieres volver, luego te haces un Miguel Ríos y ya está' (risas). Se ha convertido en marca.
No es que la muerte sea un pensamiento constante, pero tampoco es ya extraño, entra dentro de lo que te puede pasar
El último vals es también el título del LP en el que estás todavía trabajando y que está previsto para principios de noviembre.
De hecho, El último vals es una canción que me gusta tanto que la ha puesto de título del nuevo disco. Un álbum que tiene una visión desde la edad tardía (risas) sobre cómo evoluciona la vida, con recuerdos y sensaciones. No hay lugar para la nostalgia, pero sí hay mucha memoria, al mismo tiempo que mucha actualidad, pues es un disco con canciones combativas. Está quedando, sorprendentemente, como muy energético. Hay alguna canción contra los terraplanistas, en favor de la Tierra... Un poco en lo que me he movido últimamente, no voy a descubrir nada ya. Pero estilísticamente tiene bastante valor y las canciones son redondas y con mucho punch. Y yo estoy bien de la voz.
El primer single, que podemos escuchar desde este viernes, se llama En la rampa de salida. Un ritmo festivo a lo tex-mex para reivindicar la vida por encima de todo.
Lo de 'en la rampa de salida' es una frase que tenemos en una peña que nos reunimos de vez en cuando para comer en torno a Manuel Vicent. Y desde un tiempo a esta parte, él y yo, si no somos los mayores, estamos por ahí (risas). Por eso nos decimos 'en la rampa de salida', porque nos tenemos que dar con un canto en los dientes por estar vivos y tener inquietudes. En la generación de mi madre yo veía una resignación cristiana de pasar por este valle de lágrimas para morir y llegar al cielo como premio mayor, pero eso a mí no me vale, yo quiero vivir y morir con las botas puestas. Al mismo tiempo, es verdad que la finitud del tiempo ya se nos aparece de forma mucho más realista que cuando eras joven y tenías algún flash sobre la muerte. Ahora no es que la muerte sea un pensamiento constante, pero tampoco es ya extraño, entra dentro de lo que te puede pasar.
Pero mientras tanto, entre pensamiento y pensamiento, cantamos para espantar a la Catrina.
Eso es. Y tengo la suerte en esta canción de haber hecho un arranque que es mi filosofía de vida, cuando canto que hay que "celebrar la alegría de vivir aunque estés regular". Esta es un poco la definición de mi estado de ánimo actual, aunque es verdad que en casa noto más los achaques que van por dentro. En casa sí, pero cuando estoy cantando, escribiendo o creando es una suerte de Dr Jekyll y Mr Hyde, es un momento muy brillante en el que no sientes mucho el paso del tiempo, es como si fuera un continuo. Ahí no está la separación de las edades, espiritualmente es un continuo en el que no sientes los achaques, sino la alegría y el agradecimiento de vivir. Cuando estás regular, como yo ahora, es cojonudo (risas).
Ponce de León hubiera encontrado la fuente de la eterna juventud en el rocanrol, si entonces hubiera existido
¿Qué tiene el escenario? ¿La eterna juventud o directamente la inmortalidad?
Era Ponce de León, el conquistador de la Florida, el que decían que buscaba la fuente de la eterna juventud. Entonces no había rocanrol, pero la habría encontrado ahí si hubiera existido entonces. Tienes un compromiso tan grande con tu oficio, tu profesión, la creatividad que desarrollas y la gente que te sostiene, que no querer desilusionar es la prueba del algodón de todos tus actos. Si te metes a grabar, no hacer el ridículo es fundamental. Y yo he tenido suerte, en mi lógico deterioro, de que la composición muscular del aparato fonador es de lo que más tarda en deteriorarse en el ser humano, por lo que yo noto la edad mucho más en las rodillas y en las caderas que en la garganta, lo cual es muy conveniente para mi oficio. Eso, y el pelo, que no se te caiga demasiado (risas). Pero sí, creo que en el escenario existe un pacto con la vida, con el diablo, llámalo como quieras. Para lo que mi madre era el cielo después de atravesar el valle de lágrimas, para mí es llegar a la recompensa de una actuación. Eso pesa mucho en vidas como la mía, que he estado desde los 17 años dedicado a salir al escenario a intentar emocionar a la gente. Porque eso es lo que me pasa: canto para la gente y creo representar el eco de las voces que ellos me devuelven.
A estas alturas, el publico paga una entrada para sentir la emoción que sintieron cuando oían esas canciones por primera vez
¿Qué sientes cuando miras alrededor y ves por ejemplo a Joaquín Sabina despidiéndose este año? O a Víctor Manuel y Ana Belén, que ahí siguen de gira.
Víctor y Ana están en perfecto estado de revista (risas), son incombustibles. Leía una crónica del concierto de Joaquín del lunes y decía 'pues lo mismo se hace un Miguel Ríos'. Ojo, que yo creo que Joaquín amerita un Miguel Ríos, porque desde hace mucho tiempo, con el poder alucinante de su convocatoria y de su transmisión emocional, es más su presencia que otra cosa. Es algo en plan 'este tío ha estado haciendo canciones durante tantos años de mi vida que se han convertido en mi banda sonora y me las sé al dedillo'. Por eso, yo creo que el público, a estas alturas de nuestras carreras, ya viene más a cantar él que a que le cantemos nosotros. Y eso está muy bien, es acojonante, porque pagan una entrada para sentir la emoción que sintieron cuando oían esas canciones por primera vez. Por eso, nuestra obligación, por lo menos la mía, es no desilusionarnos. Toda mi vida ha sido hacer discos para poder cantar tres o cuatro canciones de ellos, porque no puedo quitar del repertorio Bienvenidos, Santa Lucía o El himno de la alegría. Yo me he jugado toda mi pasta en que la gente saliera de los conciertos diciendo 'joder este cabrón' (risas).
Veo mucho más proclive a Juan (Serrat) a 'hacer un Miguel Ríos' que a Rosendo, que ha hecho una retirada en toda regla
Dos compañeros que sí se han retirado y que no parece que estén por volver: Serrat y Rosendo. ¿Cómo les ves tú?
Cuando Rosendo vino a cantar conmigo en el Rock & Ríos -en el WiZink Center en marzo de 2022, primera y única reaparición tras su despedida en diciembre de 2018-, yo le decía 'míralos tío, los tienes ahí, están locos por que vuelvas' (risas). Estaba yo como si fuera su diablo, pero es que de verdad fue una eclosión, porque habíamos anunciado a todos los demás invitados, pero él me pidió que no lo hiciera. Yo le tentaba como podía. Por eso, fíjate que veo mucho más proclive a Juan (Serrat) a 'hacer un Miguel Ríos' que a Rosendo, que ha hecho una retirada en toda regla. Aparte, es que Rosendo sabe muy bien decir que no. Bueno, él no, Eugenio, su mánager, que te dice que no y ya está. Pero yo no, yo no sé decir que no (risas).
De hecho, no paras. Acabas de grabar una nueva versión de El himno de la alegría muy especial.
Así es. Esta semana mismamente he estado haciendo una cosa en la universidad de Granada con mi fundación, y hemos grabado El himno de la alegría con la OCG (Orquesta Ciudad de Granada) y 1.400 niños en el Auditorio Manuel de Falla. A mí me emocionan mucho este tipo de rollos, que salen de unos cursos que hemos hecho con la Consejería de Educación de Granada de dirección de coro, para que los maestros hagan coros en los colegios.
Nos ha caído encima la 'maldición naranja', porque este tipo, Trump, está jugando con el planeta como si fuera una canica y no puede ser que sea impune
En la letra de En la rampa de salida dices que tenemos que practicar más nuestra sonrisa interior, porque eso es buenísimo para el buen humor. Y no es una frase hecha: ¿Estamos en un momento en el que tenemos que hacer eso de verdad para batallar contra un mundo siempre enfadado con guerras y la ultraderecha emergiendo peligrosamente?
Exacto, para recargarte y salir afuera a pelear. Este próximo disco está lleno de canciones que tienen que ver con esto, como una que se llama La buena orilla que habla de cómo el fascismo persigue a los inmigrantes y expande bulos para que se les tenga ojeriza en cuanto llegan. También hay otro tema que se llama No es la Tierra, estúpido, eres tú, que habla de ecologismo. La verdad es que estoy esperanzado de que a mis seguidores les parezca oportuno que siga hablando de lo que he venido hablando desde hace mucho tiempo. Porque como bien dices, ahora es mucho más dramático.
¿Acaso no nos damos cuenta de todos los retrocesos?
Desde luego, es una situación que yo creía que ya no iba a ver. Yo nací en 1944 y nunca imaginé que vería casi a la Falange desfilando otra vez por las calles. En mi infancia y en mi Granada querida de la juventud, vi al fascismo instalado sin ningún tipo de pudor, con un proselitismo alucinante. Ahora nos ha caído encima la maldición esta naranja, porque este tipo, Trump, está jugando con el planeta como si fuera una canica y no puede ser que sea impune. Y no solo que sea impune, sino que tenga seguidores con los que esté creando un caldo de cultivo para que las dictaduras, o pseudodictaduras o autocracias, estén instalándose en el mundo. Eso, aquí en Europa, le está dando pábulo a fascistas declarados, como Vox en España, sin ir más lejos. Esa impunidad de Trump urbi et orbe es alucinante.
Si yo hubiera estado ahí cuando lo de Trump y Zelenski me hubiera cagado en su puta madre, me hubiera liado a hostias
Es que es una bravuconada detrás de otra.
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A mí, de las cosas que me han dado a mí en la vida, aparte de la masacre que está ocurriendo en Gaza, que es una herida abierta en todos los telediarios, es lo que le hizo este tipo a Zelenski. Desde mi temperamento, si yo hubiera estado ahí, me hubiera cagado en su puta madre, ni democracia, ni nada, me hubiera liado a hostias. Al mismo tiempo, me encantó la dignidad de Zelenksi, eso sí. Pero es verdad que estamos padeciendo una época realmente inesperada, aunque lleva ya muchos años larvándose, pero antes tenían como una vergüenza y querían ocultar un poco sus tejemanejes, mientras que ahora es a cara descubierta y si tú no eres como ellos van a por ti. Tenemos que poner pie en pared, la humanidad es la que tiene que levantarse y manifestarse de manera más general. Contra la guerra de Iraq salió la humanidad, aunque no conseguimos nada realmente y ahí se instaló una pátina de impunidad acojonante en plan 'que salgan, que nosotros cabalgamos'. Pero ahora el peligro es inminente y debemos salir. Iraq era Iraq, pero ahora nosotros somos los próximos.
¿Has visto a Trump criticando a Bruce Springsteen, llamándole "imbécil prepotente, más tonto que una piedra y reseco como una pasa", después de que los discursos del rockero en últimos sus conciertos?
Me ha encantado. ¡Pero si el hijo puta es más viejo que Bruce! Es el fake de los fake (risas). No sé puede ser más bestia que Bruce Springsteen, cómo canta todo el tiempo arriba, qué energía... yo le veo y me digo 'qué alegría sentirme uno de los tuyos'. Siempre he admirado a Bruce por esa poesía americana contemporánea y de todos los tiempos, esa síntesis de la cultura que yo abracé siendo un chaval al ver a Elvis Presley... ahora es una pena. Los que votan a Trump son muchos, y a su vez muchos han votado engañados, ¿cuántos latinos dirán 'por qué le he votado si ahora me sacan de mi casa y me deportan'? La desvergüenza de este cabronazo es que le da la vuelta a todo y le ríen las gracias. Tenemos que hacérnoslo mirar, y vuelvo a lo que está pasando en Gaza, con Europa, después de tantos muertos, diciendo que va a investigar ahora.