Ignis es el primer disco del mundo que se quema. Literalmente. Y es que, como su propio nombre sugiere, en Ignis (fuego en latín) la aplicación de la llama revela su portada o pergamino interior, dependiente de su es vinilo o CD, convirtiendo así cada pieza en única e irrepetible. Así de ardoroso es el undécimo LP de Vega (Mercedes Migel Carpio, Córdoba, 1979), artista en permanente combustión que busca "llegar al cuerpo a cuerpo con el público" a través de una decena de nuevas canciones de probada eficacia emocional. En llamas, de nuevo, literalmente. Nos cuenta eso y mucho más en esta conversación con infoLibre.
¿Qué es Ignis?
Ignis es el undécimo disco de una artista independiente, autora y compositora con una fe inquebrantable en el poder de las canciones. Por eso Vega se aferra a defender la importancia de escribir buenas canciones, porque todo pasa y todo queda, pero lo que queda al final en la vida de la gente es la canción que se convierte en la banda sonora de un instante. Este es el disco de una artista que aspira a que una canción de todos sus once discos, y los que vengan, quede en el imaginario de la gente. Por eso también busco llegar al cuerpo a cuerpo con el público.
¿Y que esa canción trascienda y quede por siempre por encima de quien la compone o la canta?
A mí me gustaría que se recordase quien la canta (risas). Pero como autora de muchas canciones para otros intérpretes que he oído coreadas por cantidades ingentes de personas, ya me siento complacida y ya sé que tengo canciones mías que van a formar parte de la vida de otros porque han llegado a través de otros artistas con un alcance mucho mayor. Ese check ya lo tengo hecho, pero el siguiente es que sea una mía cantada por mí, claro.
Como artista independiente que lleva once años con su propio sello, lo normal es que hubiera palmado, literalmente, hace ya muchos discos
En Ignis tiene mucha importancia el fuego, que siempre significa destrucción pero también purificación. ¿Qué es en tu caso? ¿Ambos?
Es todo, porque lo que viene a decir Ignis conceptualmente es que creo que en la vida siempre pasa un fuego que arrasa con todo, pero incluso cuando nos reducen a cenizas estamos en esas cenizas. Y pasa otro fuego y seguimos en esas cenizas, que dejan un poso que es alimento y barbecho para un nuevo comienzo. Purifica, por tanto, pero a la vez se reconcilia con sus propias cenizas. Es un poco el Ave Fénix, que resurge, pero no la metáfora de 'esta es la mejor Vega que ha resurgido de sus cenizas', sino la suma de todo, porque yo no sería yo sin mis fuegos.
¿Es también una reivindicación de los nuevos comienzos? Aunque haya una continuidad, como pasa en la vida de cada cual y, particularmente, en tus discos.
Sí. Cuando eres una artista independiente y llevas once años autogestionándote con tu propio sello, lo más normal es que yo hubiese palmado, literalmente, hace ya muchos discos. Al final, mi mayor hito como artista es tener una carrera de 21 años, en la que ya van once de autogestión, con una presencia y unos resultados que me han dado mis canciones y un público fiel a esa forma de escribir, interpretar y ver la vida. Desde luego, cuando eres una artista independiente, no puedes hacerlo todo a golpe de talonario, es imposible competir y sabes que estás jugando una partida de póker con las cartas marcadas y tienes todas las de perder. Por eso, soy una artista hecha por el público. Acabas buscando la manera de diferenciarte musicalmente y también en la forma de hacer las cosas. La mía está bien clara desde hace tiempo. A veces puedo resultar un poquito disidente de más de las formas de la industria y vengo siendo una artista, a través de mi música y mi forma de hacerla llegar al público, crítica con el propio sector en el que está, donde me he propuesto, como si fuera Juana de Arco, que nadie, ni el algoritmo, ni las nuevas tendencias, me va a convencer que lo más importante no son las canciones, el artista y el público. Si esa comunión no se da yo ya no estaría aquí. Como se da, sigo, cuando no se dé dejaré de estar.
Sobrevives siendo independiente y mujer en una industria como la de la música, que sigue teniendo tantas conductas machistas. ¿Una mujer tiene que trabajar el doble para demostrar la mitad que un hombre muchas veces?
Eso es así, tristemente, y si alguien no lo quiere ver así es porque obviamente lo está viendo desde el lado privilegiado. Ya de por sí cualquier mujer, en cualquier gremio, para obtener un reconocimiento y que haya esa justicia salarial y laboral tiene que hacer doble esfuerzo, que luego es triple porque tiene que conciliar la vida familiar. En mi caso, soy artista independiente, soy mujer y estoy en tierra de nadie porque para los indies empecé en un formato mainstream y para los mainstream soy la oveja negra. Estoy en tierra de nadie con la mochila del prejuicio, la mochila de ser mujer y la de ser empresaria al frente de un sello tomando decisiones. A veces esas cosas se posan un poco por alto y de repente te encuentras con que llega un disco como Ignis y El País Semanal te da siete páginas y te dices 'algo estaré haciendo bien'. O, por lo menos, alguien le ha dado credibilidad a mi discurso como artista, en las canciones y en la forma de querer presentarlas. Hay un discurso que es crítico con la propia industria y no solamente como mujer, sino como músico a muchos niveles, de responsabilidad social también.
La industria está muy acomodada en la música como ocio y no como motor cultural de cambio de la sociedad
Qué importante esto último.
Hablamos todos los días de que pasa con los jóvenes en las redes sociales en todo el mundo y nadie se para a mirar el motor cultural que más fácil le entra a la gente por el oído y que no tiene ningún tipo de regulación. Yo soy crítica con la industria y con los artistas en el sentido de que hemos convertido la cultura en negocio a un punto en el que ya nos está dando igual la cultura y esa pseudo responsabilidad de educar de alguna manera. Y estamos confundiendo la libertad de expresión, achacando que todo lo que no sea hacer lo que yo quiera es censura. No, oye, hay muchas cosas en esta vida que están reguladas para proteger a adolescentes o niños, dejemos que las generaciones nuevas crezcan acorde a la edad que tienen ¿Nos vamos a sorprender de que haya niñas de 12 o 14 años en Instagram intentando mostrarse hipersexualizadas porque así tienen likes y se sienten aceptadas cuando tenemos una escena musical donde a las 12 de la mañana y sin tapujos mi hija se da la vuelta y me pregunta '¿Pepa y agua pa' la seca, to' el mundo en pastilla en la discoteca?' (una canción de Farruko). Ahí me agarro unos rebotes que no pueden ser. Yo misma tendré canciones que no son aptas para todos los públicos, pero no me preocupa tanto porque a mí no me programan en radio y entiendo que no entro en el radar de la gente joven. Si me lo tuvieran que regular no tendría ningún problema, tendría más problemas esa industria que tiene poder para cambiar las cosas, que está muy acomodada en la música como ocio y no en la música como motor cultural de cambio de una sociedad, y donde estamos haciendo la vista gorda a cosas que realmente están perjudicando a las generaciones más jóvenes.
En infoLibre llevamos largo tiempo hablando de la ausencia de mujeres en los festivales. La semana pasada salió uno dramático del Viña Rock. ¿Pueden ser los festivales una manera de llegar a más igualdad en la música?
Yo he sido una voz crítica dentro del feminismo con estas cosas. Al decir que no hay mujeres en los festivales parece que es un ataque a los compañeros que están ahí, que también son músicos y tienen que comer, solo faltaría que fueran responsables de lo que nos pasa a nosotras. Otra cosa es que los festivales estén subvencionados con dinero público, porque ahí estamos hablando de otro cantar y ahí sí que tiene que haber igualdad. Salarial sobre todo. Al mismo tiempo, el público es soberano y elige a esos grupos porque tienen más exposición. Si tú no le das a las mujeres en los medios de comunicación el peso que se le da a muchos hombres con el mismo currículum o peor, o resulta que para salir en ellos nos han hecho creer que nuestro empoderamiento es que tenemos que estar hipersexualizadas para que nos den bola, resulta que sí, que a las que están hipersexualizadas les dan una bola del copón, pero me encantaría avisar a estas compañeras: chicas, después del feminismo viene la sombra del edadismo, y lo que va a molar es que cuando tengáis cincuenta años y podáis estar igual de cascadetes que ellos, que nadie os lo reproche encima de un escenario porque están pendientes de lo que hacéis musicalmente. Yo veo carteles donde hay una ausencia de mujeres tristísima, y luego también está cuando entramos las mujeres con la presión mediática de que no estamos y de repente te llaman pero eres un pinkwashing en toda regla para ese festival, y encima ni se te ocurra decir, no te quejes, de que te están pagando siete veces menos que a un igual en currículum o venta de tickets. Ahí es donde sí se puede decir 'esto no'. Pero verbalizar que solo hay hombres no, porque parece que el ataque es a los artistas, cuando hay que poner el foco en cómo se hace este festival, cómo está subvencionado, si hay fondos de inversión... una responsabilidad social de todo el conjunto.
Volviendo a Ignis, ¿es un disco poético de pop rock de autora? ¿Podría valer esta definición? Por supuesto, muy intenso también.
Es muy intenso, eso va mucho conmigo (risas). Lo de pop rock te diría que a veces es rock o canción de autor o pop. Es muy difícil catalogar en un solo género mis últimos seis discos, que son los que he hecho de independiente con libertad casi total. Diría que es un disco de intensidad emocional que es capaz de generar esa emoción entre oyente y artista, porque eso es lo que es. Porque el género de mis discos soy yo, mi forma particular de escribir letras, con un vocabulario menos manido pero muy accesible para todo el mundo, con una preocupación de artesanía al hacer las canciones para no repetir clichés. El género soy yo y hay un timbre de voz y una forma de cantar que es la mía.
La condena del algoritmo a los 3 minutos produce cantidades ingentes de contenido que no somos capaces de digerir
En un momento dado pides que te disparen una canción al corazón. ¿Tal es el poder de las canciones?
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Sí, sí, tal cual. Y aparte es un poco lo que me define como artista. Yo hago canciones con el ánimo de remover, mover las entrañas, para bien o para mal. Eso es lo que tienen mis discos, que necesitan varias escuchas y encuentras canciones que a lo mejor ninguna es el single de tres minutos de éxito. Canciones diferentes conviven dentro de un mismo disco, ¿por qué voy yo a lonchearlo? Te pongo un ejemplo sobre los singles: a una persona que le presentas una serie nueva no le dices que empiece por el capítulo ocho. Para la gente que hacemos discos es lo mismo. Hay artistas que son de singles que luego hacen recopilatorios de singles, y luego estamos los que hacemos discos y quedan canciones de esos discos como singles hechos por el público a base de escucharlos. No te quiero dar el capítulo ocho, empieza por el primero, que no vas a entender la obra. Es como si te enseñan solo una mano del David de Miguel Ángel sin ver el conjunto del todo.
Eso son los modos de consumo de una industria que pone los parámetros de todo. ¿Cómo puede ser una noticia en sí misma que un grupo como Arde Bogotá saque una canción de ocho minutos?
Pues tengo que decir que en Ignis solo hay dos canciones por debajo de cuatro minutos y el resto pasan todas de seis (risas). Al final ahí nos encontramos a un grupo que quiere desarrollarse y eso sale a veces en tres minutos y otras que no. Puedes tener un tema épico y emblemático de catorce minutos también. Pero está bien que las nuevas generaciones hagan eso, me hace pensar que hay vida más allá. Esto tiene mucho que ver con lo que hablábamos antes de si la música es ocio o es cultura y tiene una responsabilidad como motor de cambio social. Porque el problema es que la tortura, o la condena, del algoritmo a los tres minutos lo que ha hecho es crear cantidades ingentes de contenido que no somos capaces de digerir y que produce una alienación brutal en el público, que ya no siente ni padece ni sabe lo que está oyendo ni por qué.
Ignis es el primer disco del mundo que se quema. Literalmente. Y es que, como su propio nombre sugiere, en Ignis (fuego en latín) la aplicación de la llama revela su portada o pergamino interior, dependiente de su es vinilo o CD, convirtiendo así cada pieza en única e irrepetible. Así de ardoroso es el undécimo LP de Vega (Mercedes Migel Carpio, Córdoba, 1979), artista en permanente combustión que busca "llegar al cuerpo a cuerpo con el público" a través de una decena de nuevas canciones de probada eficacia emocional. En llamas, de nuevo, literalmente. Nos cuenta eso y mucho más en esta conversación con infoLibre.