Los Zigarros: "Estar en una banda es como estar todo el rato en el patio del colegio"
Pasan por ser una de las bandas más solventes del rock español pues, no en vano, por donde pasan no vuelve a crecer la hierba. Y una década y tres discos después, se atreven en el cuarto a poner en el centro del escenario un piano que, aun siendo históricamente un instrumento totalmente rocanrol, no era algo que hasta ahora fuera con ellos. Por si fuera poco, han cambiado las letras sobre frenéticas juergas nocturnas y amoríos fugaces por una declaración de amor en capítulos canción tras canción.
Los hermanos Tormo, Ovidi (cantante, guitarra y ahora también teclas) y Álvaro (guitarra), charlan con infoLibre, que a ratos asiste en realidad a una conversación entre ellos siempre en clave musical, sobre este nuevo trabajo discográfico producido por Leiva y que ellos mismos ven como un "punto y aparte" en su trayectoria. Caminan por el desfiladero, se asoman al precipicio pero, al mismo tiempo y en cualquier caso, nunca dejan de pisar terreno conocido. Mejor que lo cuenten ellos.
¿Cuáles son estos acantilados por los que transitan ahora Los Zigarros?
OVIDI: La verdad es que me gustaría que el público lo descubriera por sí mismo. Que lo escuchara y se preguntara qué ha pasado aquí, si hemos ido hacia otro lado.
Es un disco distinto, eso desde luego.
O: Lo es. Y estamos muy emocionados. Nunca había escuchado un disco nuestro tantas veces como este. Para nosotros es como un buen punto y aparte.
ÁLVARO: Yo creo que ha sido una transición muy normal. Simplemente hicimos, como siempre, 25 canciones, y luego se han quedado las once del disco. No ha cambiado nada en ese aspecto, aunque es verdad que lo que sí hemos hecho ha sido quitarnos un poco alguna barrera que hubiéramos podido tener antes. Que tampoco es que tuviéramos muchas, pero es verdad que una de las cosas importantes es que Ovidi ha compuesto mucho con piano y eso se nota en el disco. Hay mucho piano en un disco de Los Zigarros, y hasta ahora habíamos tenido algo, un poco, pero no mucho en ninguno otro.
Es algo inédito, un detalle en absoluto menor. De hecho, marca el sonido del disco casi al nivel de las guitarras, aunque sea solo por la sorpresa.
Á: Claro que lo es. Y es que Ovidi tenía varias canciones exclusivamente con piano que no podían trasladarse a guitarra porque ese era su punto. Solo eso ya le da un toque distinto al disco. Recuerdo grabando, que lo hicimos todos en directo a la vez, también el pianista, que ha sido César Pop, y Nacho Tamarit, nuestro bajista, dijo 'qué agradable se está en este momento aquí dentro de esta canción'. Puede ser que algo así no lo hubiéramos tenido nunca Los Zigarros y ya es completamente distinto.
No es solo piano, hay mucha tecla en general.
O: Antes quizás sí que había canciones que venían hechas con piano pero luego lo sustituíamos por una guitarra. Decíamos, 'bueno, quizás en los directos no habrá sitio para esto'. Pero en este disco nos apetecía que sonaran las teclas. Hay piano, hay órgano, hay sinte, hay melotrón... cuatro tipos de teclado.
Á: El melotrón es una maravilla de invento increíble. Lo utilizaban mucho los Beatles para hacer cosas así como de cuerdas pero distintas.
¿Cuándo se acaba el camino de los Rolling Stones se abre de repente el de los Beatles?
O: Eso seguro.
Á: Hay un poco de eso.
O: Es una decisión menos pensada, en cualquier caso. Al final, abres porque necesitas abrir y eliges la canción que se queda porque te gusta. Aunque hayamos hecho mucha música diferente, Los Zigarros son conocidos por un tipo de rocanrol y en este disco hemos abierto un poco más para tener más ingredientes, que es más divertido.
Nada mejor que una historia falsa del rocanrol, mucho mejor que si es de verdad
Los riffs de AC/DC siguen ahí, aunque AC/DC no tiene pianos. Ni melotrón.
Á: Pues lo intentaron una vez (risas). El productor Eddie Kramer, que había trabajado para Jimi Hendrix, les iba a producir el disco Highway to hell e intentó meter un piano o un hammond en uno de los temas y le despidieron. Eso he leído yo.
Como historia desde luego está bien (risas).
Á: Exactamente (risas). Nada mejor que una historia falsa del rocanrol, mucho mejor que si es de verdad.
Ya que hablamos de productores, ¿qué tal ha sido la experiencia de contar con Leiva para este disco?
Á: La misma que tuvo en su día Carlos Raya, pues a ambos les dimos total libertad para opinar sobre lo que quisieran. A Leiva le hemos hecho mucho caso porque tiene mucha clase y mucho gusto. No dijo nada que nos pareciera una locura. Piensa, es tranquilo y creo que nos ha aportado muchísimo.
O: Él escuchó nuestras canciones, escogimos entre todos y nos ayudó a vestirlas y a elegir bien las estructuras, que es lo que hace un productor realmente.
Aparte de la capacidad que tiene como compositor, parece que Leiva que ha dado con la clave de algo que pocos saben, porque ahí está el gran éxito que ha conseguido.
O: Piensa que él es cantante, guitarrista, bajista y batería. Y ya es casi ingeniero y productor, con lo cual estar con él en el estudio es facilísimo. Si surge una duda con el ritmo de la batería él siempre va a dar una opinión muy guay porque es muy buen batería. Y así con todas las partes de la canción.
Á: Es que alucinas cómo toca la batería.
O: La verdad es que él es amigo y es fan, así que confiamos en que nos dijera las verdades que te tiene que decir un productor, porque muchas veces cuando llevas un año y medio haciendo unas canciones necesitas que alguien te diga 'esta no mola tanto, estas otras tres sí están muy bien' y cosas así. Alguien que vea la obra entera porque tú estás como muy metido y pierdes la perspectiva.
¿Un año y medio con estas canciones entonces? Sí que es para perder la cabeza.
O: Totalmente. Y lo bueno de Leiva es que va ordenando las cosas, viendo qué tenemos y qué no tenemos. Porque tú vas haciendo y haciendo lo que te va saliendo y no eliges si es una balada o un rocanrol. Normalmente, lo que funciona es lo que te sale medio rápido y sin pensarlo mucho, porque es cuando sale lo que eres tú realmente.
Hemos mencionado a los Beatles, pero también viene a la mente Elton John o el glam rock de Mott the Hoople o incluso Queen.
Á: Y tenemos hasta un coro de góspel de Madrid que la verdad es que fue totalmente alucinante. Yo veo esas referencias y mucho de los setenta. Porque nosotros somos muy fan de los setenta, un poco T-Rex también por ahí.
¿Son los setenta la mejor década del rock?
O: Pues fíjate que yo era muy de los cincuenta, luego de los sesenta, pero cada vez me parece que los setenta son la mejor década del rock. Es 'la década'. La más amplia, la que más abre.
Á: Con unos discos con un sonido brutal.
O: También te digo que me gustaría que fuéramos sonando cada vez menos a ninguna banda, porque me cansa todo esto de las referencias. Al final, está todo tan hecho que la mente se te va ahí, pero con los años estoy intentando tocar más como soy yo y menos lo que ya sé tocar, que es gran parte de lo que han tocado otros.
Á: Es muy difícil porque, ¿quién es completamente original?
O: Completamente original tampoco digo, pero sí hablo de pensar en ir por ahí. Me gustaría que cada vez fuéramos yendo más hacia ese camino.
En el camino estamos. ¿Cuánto tiempo llevan ya en marcha Los Zigarros? ¿Diez años? Ahora es entonces cuando la cosa se pone seria de verdad
Á: Sí, eso (risas).
O: Por eso me gustan bandas como Extremoduro, por ejemplo, que teniendo referencias claras del heavy metal, de cantautores o de punk, de repente es una manera de decir y de sonar completamente nueva. Eso me parece lo más.
Á: Crear un mundo completamente nuevo. O el suyo, por lo menos.
Crear un universo propio en el que habitar es lo más para cualquier creador, también más allá de la música. Esa es la ambición final de la creación.
O: Claro, así es.
Á: El otro día pensaba en Tom Petty, que me alucina, y me decía 'cuántas referencias se ven'. Que si Bob Dylan, que si The Band... pero consiguió ser él mismo con el paso del tiempo.
Hablemos de las letras. La temática del disco es claramente el amor.
O: Totalmente. Siguiendo con lo anterior, es la intención de no hacer siempre lo mismo. Hablábamos de AC/DC, el ejemplo que siempre aparece como banda que ha hecho lo mismo toda la vida en el buen sentido porque así está bien. Pero claro, están ellos, Motörhead y cuatro más que puedan decir eso. Para nosotros, hablar de cosas distintas, cosas reales que no hablen de ti mismo, de lo bien que te lo pasas cuando sales por la noche era una necesidad ya. Por añadir elementos, no por quitar, que ocurren en tu vida y son tu verdad y tu realidad. Lo otro es una cosa más estándar, esta es una cosa más personal. Esto es lo que nos pasa ahora y lo otro es lo que nos pasaba antes, básicamente.
Entonces, ¿este es el disco de amor de Los Zigarros?
O: Es un disco de amor, absolutamente. De todas las fases que pasa un hombre en los primeros estadios del amor loco. Eso a grandes rasgos, si bien luego hay alguna canción que habla de otras cosas. Pero sí, lo cual, tengo que decir, me da mucho gusto. Tiene que ver también con pensar menos en ti y pensar más en el amor que te da otra persona y lo que te produce estar enamorado.
Casarme contigo podría perfectamente ir de salir por la noche a tomar cervezas, pero va de lo que va. Es una petición de matrimonio rock.
Á: Y tiene su punto que la canción arranque con una guitarra que te hace pensar una cosa y luego la letra sea otra. Es una buena sorpresa.
O: Aparte, está tan poco dicho eso de casarse en cualquier disco de cualquier tipo, y menos en el rock. Me parece guay que la primera frase de la canción sea así de clara: Quiero casarme contigo.
Una canción que va de otra cosa y que sigue más en la línea de lo que uno podría esperar es Rock rápido, en la que repasáis un poco vuestra vida en la banda y en la carretera.
Á: Es un manifiesto a tope. Que se llamaba Rock rápido en la demo porque era un rock rápido, pero no tenía título y al final se quedó así porque era un resumen perfecto de la rapidez de diez años de rock que han pasado con intensidad y velocidad.
Una canción que, aunque pasen los años y aparezcan otras cosas a las que cantar, nos recuerda lo que significa ser una banda de rock.
O: Por supuesto. Nosotros somos conscientes de que trabajamos, entre comillas lo de trabajar porque nos encanta (risas), en una cosa que es estar en la boca del lobo entreteniendo a la gente por la noche, cuando es todo muy frenético.
Á: Y un poco alien.
O: Sí, porque es una ocupación extraña, y eso no cambia ni cambiará nunca porque es la esencia de este mundo nuestro.
Á: Yo siento eso mucho cuando estoy con mis amigos con trabajos, digamos, más normales. Siento que estoy como en otro planeta. Yo nunca consigo entrar en lo que es la vida normal, porque tu vida no es esa, aunque tengamos también nuestra vida fuera de Los Zigarros en casa de lunes a viernes, pero me siento siempre a contradirección.
Al final, tener una banda de rock implica cierta reivindicación eterna de la juventud, de ir a contracorriente. Meterse en una furgoneta un viernes y aparecer a 500 kilómetros con una guitarra puesta y gente esperándote es otra dimensión.
Á: ¡Claro!
O: Tiene que ver con la juventud porque, si eres capaz de disfrutarlo, estás disfrutando siempre. Y eso, cuando te haces adulto, no suele pasar, porque tienes trabajos que pueden no gustarte tanto y más obligaciones. Nosotros tenemos la suerte de estar en un mundo en el que, si eres un poco inteligente y sabes disfrutarlo, estar en una banda es como estar todo el rato en el patio del colegio.
Á: Absolutamente.
O: Y a la vez, cuando vuelves a la realidad, como dice Álvaro, con familia, amigos y demás, eres un extraño, porque a nadie le pasa eso (risas).
Á: Tú vuelves de tocar y te preguntan '¿qué tal el fin de semana?', y es muy difícil explicarlo. Claro, porque la gente te dice 'pues en mi trabajo ha pasado esto y lo otro', y yo digo 'si yo te contara'. ¿Para qué me voy a quejar yo de que me he hecho 800 kilómetros para tocar donde sea un sábado? Es otra realidad y te sientes privilegiado.
O: Es que yo llevo sin madrugar y sin tener jefe 15 o 20 años. Son cosas que no pasan, por lo que vives en una especie de tren loco.
Es que tampoco es algo normal eso de plantarte en una ciudad y que haya 2.000 personas que han comprado una entrada para verte tocar. Vale, ocurre, pero me parece algo a lo que merece la pena no acostumbrarse para que no pierda la magia que claramente tiene.
O: Nosotros hablamos eso todo el rato. Cuando eran 200 y cuando son 2.000. ¿Cómo puede ser que vayamos a tocar donde sea y haya un montón de gente? Es una psicodelia de la hostia.
Á: Te lo juro, hay algo siempre en mi cabeza que me lleva a pensar que no va a venir nadie a vernos. También en los festivales con varios escenarios pienso que van a ver a otro o lo que sea, a tomarse unas cervezas a la barra.
O: Que les hemos dejado de gustar.
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Á: Pero luego resulta que estuvimos el otro día en el Vive Latino de Zaragoza y fue una pasada, lleno de gente cantando todas las canciones. Es absolutamente abrumador y bajas y te preguntas '¿pero qué ha pasado?'. Y llegas a casa y sigues sin saberlo realmente (risas).
Bueno, para eso puedes ver los vídeos que graba la gente.
Á: Pues fíjate que no me gusta mucho eso. Cuando algún colega me manda algún vídeo nuestro le digo que prefiero no verlo porque hace que sea un pelín peor si lo vuelvo a ver. El sentimiento de ese día en el escenario es tan potente y tan mágico que luego si me veo desde un móvil en el mundo real ya me digo 'qué pose más mala' o que no elegí la ropa bien (risas). Es un mundo absolutamente extraño y yo no me he acostumbrado todavía.