En ocasiones veo personajes

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Para pasmo de los no lectores, los letraheridos describen a menudo sus relaciones con los personajes de las novelas que les absorben de una manera que ha sido comparada con una alucinación. Habrá quien piense que ese tipo de experiencias son excepcionales… Sin embargo, un estudio que se acaba de publicar en la revista Science Direct revela lo frecuentes que son tales experiencias.

El trabajo, realizado por investigadores de la Durham University, recoge una encuesta en la que participaron más de 1.500 personas y valoró la generación de imágenes, el habla interna y la tendencia a la alucinación provocas por la lectura; además, 413 de ellos redactaron textos sobre sus experiencias lectoras.

Su conclusión: las imágenes creadas por la experiencia lectora estaban relacionadas con las características fenomenológicas del habla interna y la propensión a las pseudoalucinaciones. Sin embargo, el análisis cualitativo de las explicaciones de los lectores sugiere que las vívidas experiencias de lectura están marcadas no sólo por la fenomenología auditiva, sino también por su tendencia a pasar a contextos que no son de lectura.

En concreto, la mitad de los encuestados revelaron que los protagonistas de la novela que estaban leyendo les hablaban durante la lectura, o admitieron que tenían experiencias visuales o sensoriales en las que esos personajes estaban implicados. Y de los más de 400 que se expresaron con mayor libertad y profundidad, un llamativo 19% admitió que las voces de los personajes seguían con ellos cuando habían cerrado el libro, que en cierto modo les condicionaban, y que incluso les hablaban.

Uno de los responsables del trabajo, el escritor y psicólogo Charles Fernyhough, afirma que ese estudio ilustra hasta qué punto los lectores hacen algo más que procesar palabras buscando su significado: están recreando los mundos y los personajes descritos.

"Para muchos de nosotros, esto puede implicar experimentar a los personajes de una novela como personas con las que podemos interactuarasegura—. Uno de cada siete de nuestros encuestados, por ejemplo, dijo que escuchó las voces de los personajes ficticios tan claramente como si hubiera alguien en la habitación con ellos".

Espejo de mis muchos yos

El fenómeno tiene un nombre, experiential crossing, cruce experiencial, un término que abarca una amplia gama de experiencias, desde escuchar la voz de un personaje hasta sentir que los pensamientos propios está siendo moldeados por las ideas, la sensibilidad o la presencia de un personaje de ficción.

"No me sorprende que los lectores tengan (debería decir 'tengamos') esas sensaciones —asegura el escritor José Carlos Somoza—. Siempre he creído que leer es reescribir. Cuando leemos un libro le otorgamos vida, y por tanto lo re-creamos. De modo que ver a los personajes y oírlos es parte de ese proceso. Recuerdo en este sentido la anécdota de la niña que, siendo fan absoluta de los cómics de Tintín (que, para ciertas edades, son como libros), vio por primera vez una película de este personaje y salió decepcionada: '¡Esa no es la VOZ del capitán Haddock!', se quejaba".

He presentado a Somoza como escritor, pero añado ahora también es psiquiatra, como escritores a la par que psiquiatras (o viceversa) son María José Moreno y Gregorio Armañanzas Ros. Las razones por las que hemos solicitado su concurso para este reportaje son evidentes.

"La relación entre los lectores y los personajes de las novelas es un factor necesario para que el libro te atraiga, lo disfrutes y lo termines. Cuando no eres capaz de sintonizar con los personajes, la tasa de abandono se incrementa muchísimo", afirma Moreno.

Tendría, advierte, que conocer el trabajo en profundidad para saber cómo está realizado el experimento, pero le llama la atención el porcentaje de lectores que tienen experiencias perceptivas anormales (por encima de las que suele haber en población general que se estima entre de 5-7%). "Personalmente —añade la autora— creo que todo es producto de una reacción emocional al simpatizar y/o empatizar con los personajes producto de la propia identificación con ellos. Siempre se ha dicho que la lectura te permite conocer otros mundos sin moverte del sillón y vivir otras vidas. De eso se trata. Cuando el personaje es potente y llegamos a conocer los entresijos de su mente, de sus relaciones, el porqué de su comportamiento, terminamos formando parte de él y compartiendo con él lo que la trama le traza".

Moreno, no obstante, cambia nuestro punto de vista: más que alertarnos por que haya personajes de ficción que provoquen estos fenómenos en los lectores, deberíamos preguntarnos por qué no les ocurre a todos los lectores ante los mismos personajes. Su respuesta: la capacidad de empatizar de los humanos no es un bien universal.

Su colega Armañanzas aporta otra contestación posible. El escritor no conecta con el lector entendido como un todo sino "con una parte de la personalidad del lector, porque tenemos una estructuración mental en la cual podríamos decir que habitan muchas personalidades, partes más ocultas que otras…" En ocasiones, nosotros mismos hablamos con esos otros yos; a veces, es el autor de la novela el que, al describir a un personaje y hacerle actuar, "descubre" ese yo oculto o, por decirlo de otro modo, llama a esa parte de nosotros mismos que permanece escondida, cuando no la escondemos. "Todas las aberraciones sexuales que no vemos ni vivimos cotidianamente tienen un fundamento psicológico, y en las novelas, aparecen…"

Dicho de otro modo: "el lector tiene sus personajes ahí, en una tormenta informe, y el escritor se los depura. Ensayamos con ellos respuestas universales y los necesitamos para vivir cosas que no vivimos".

Un ser humano en una habitación oscura

María José Moreno admite abiertamente que siempre intenta mostrar al lector esa parte oscura que todos tenemos y que no mostramos, a la que ella tiene acceso por su experiencia profesional. "Un personaje es bueno cuando es capaz de movilizar emociones en el lector: amor, odio, repulsión, pena... o incluso cuando genera sentimientos ambivalentes y encontrados conforme lo van conociendo en realidad". Está convencida de que si el personaje resuena en el lector una vez que éste ha cerrado la novela es que has triunfado.

Verdes venenos, yerbas letales

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La pregunta es qué hubiera ocurrido si los sabios de Durham hubieran incluido a escritores en su estudio. ¿Habrían admitido también los autores cruces experienciales?

"Para mí —dice Gregorio Armañanzas— una novela es como si la hubiera vivido, pasa a ser un episodio de mi vida con la calidad de memoria que tiene un episodio real".

Por su parte, José Carlos Somoza admite que suele ver y hablar con sus personajes. "Al menos, suelo escucharles. Los conozco mejor que a mucha gente de la vida llamada real. Y el tono de voz de cada uno me parece fundamental en el proceso de creación. Pienso —continúa— que esa es una de las claves que hacen grande a la literatura más allá de cualquier otra obra creativa: el poderoso estímulo que la palabra ejerce sobre las imágenes. Suele decirse que 'una imagen vale más que mil palabras' olvidándonos del simple hecho de que pensamos con palabras, y vemos no solo con los ojos sino también con palabras. Un solo ser humano en una habitación oscura es todo lo que se necesita para crear un mundo".

Para pasmo de los no lectores, los letraheridos describen a menudo sus relaciones con los personajes de las novelas que les absorben de una manera que ha sido comparada con una alucinación. Habrá quien piense que ese tipo de experiencias son excepcionales… Sin embargo, un estudio que se acaba de publicar en la revista Science Direct revela lo frecuentes que son tales experiencias.

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