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Planeta mantendrá su sede en Madrid: "Las condiciones no han cambiado"

El Grupo Planeta no devolverá su sede social a Barcelona. "Mantenemos firme la decisión porque creemos que las condiciones no han cambiado", ha asegurado este domingo el presidente de la compañía editorial, Josep Creuheras. La compañía, uno de los dos gigantes del mundo del libro en España —la otra gran multinacional sería Penguin Random House—, ha valorado así positivamente la decisión tomada hace un año. La dirección decidió entonces trasladar su domicilio jurídico desde Barcelona, centro neurálgico del grupo, a Madrid, debido a la "inseguridad jurídica" existente, en opinión del sello, debido al proceso independentista

"El año pasado trasladamos la sede a Madrid por las razones conocidas de inseguridad jurídica y para proteger los intereses de todos los colectivos que tienen relación con nosotros: los accionistas, los colaboradores, los autores, etcétera", decía Creuheras en la rueda de prensa previa a la entrega del Premio Planeta, que falla en la noche del lunes su 67ª edición. La decisión de la compañía, ha explicado, es "firme", aunque observa "movimientos que indican que sería una vuelta a la normalidad de las compañías, que regresaran y tuvieran su sede en Cataluña". "Nosotros, sinceramente, no nos lo hemos planteado. En el momento en que cambiara la situación nos lo plantearíamos. Coincido en que sería un signo de normalidad", concedía. 

Sin embargo, Creuheras admitía luego que las consecuencias de esta decisión han sido limitadas: "Desde el punto de vista operativo, no ha tenido trascendencia". Esto se debe a que, como otras compañías, Planeta ha cambiado su domicilio solo a efectos jurídicos. Su centro de operaciones sigue estando en el emblemático edificio del número 100 de la Diagonal, y el grueso de sus empleados siguen trabajando en Barcelona. Hace un año, los economistas advertían ya de que esta medida, adoptada también por sociedades como Caixabank o Gas Natural, no tenía efectos fiscales ni sobre el empleo

"Novelas de orientación femenina"

Pero también el jurado ha tomado la palabra. La única que se ha referido, vagamente, a la situación política catalana ha sido Rosa Regàs —ganadora en 2001 y miembro del jurado desde hace años—. Cuando un periodista lanzaba una pregunta para el presidente del grupo sobre el cambio de sede social, y otra para el jurado, la escritora decía a lo primero: "Yo no te puedo responder a esa pregunta... No creo que tuviera la misma opinión que la mayoría".  

La conversación ha derivado después hacia las 10 novelas que optan finalmente al premio, seleccionadas entre las 642 presentadas. El escritor Juan Eslava Galán, miembro del jurado, detallaba la trama de cada una de ellas, destacando la presencia de la "voz femenina" en la terna de este año.  "Parece que la Guerra Civil y la novela histórica están perdiendo un poco de terreno hacia novelas de orientación femenina", aseguraba. No es posible aún saber cuántos de los títulos elegidos están firmados por mujeres, porque siete de los diez se han presentado bajo seudónimo. Entre ellos, cinco son seudónimos femeninos, lo que no asegura que tras ellos se encuentra una novelista. Hay, además, tres autores que han presentado el texto con su verdadero nombre: Daniel Tordera, María Díez García y Leticia Conti Falcone. 

Pero no todo es el género de los autores: Dolores Redondo y Alicia Giménez Bartlett, últimas mujeres ganadoras del galardón, lo hacían con historias protagonizadas por hombres. El jurado ha destacado que, en esta ocasión, las novelas giran en torno a personajes femeninos. El adiós, firmado por Sandra Glaser (seudónimo), recorre las vidas de tres generaciones de mujeres y de la "evolución de la imagen social de la mujer", en palabras de Eslava Galán. Violencia de género, de Paulina Ayerza (también seudónimo), retrata la "enfermiza relación de dominación" en una pareja de mujeres. El ascenso, de James Sussex (otro seudónimo) está protagonizado por una ambiciosa mujer que trata de medrar en un mundo masculino. La sombra del cerezo, de Ariane Onna (seudónimo), se dedica a la "exploración psicológica" de una madre que se suicida tras asesinar a su hija. Mate, de Hatsepshut (seudónimo que hace referencia a una reina egipcia), relaciona a una mujer del siglo XVI que descubre un códice de ajedrez y otra que lo busca en el siglo XXI.

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Este año hay también un hueco para la ciencia ficción. Dentro de este género ha ubicado Eslava Galán la novela Mirando a un cielo silencioso, de Elena Francis (seudónimo que toma el nombre de la autora del famoso consultorio), en la que un grupo de personas parece haber quedado interconectada mentalmente tras un misterioso suceso. Es una premisa que recuerda, por ejemplo, a la de la serie de Netflix Sense8, que llegó a su final el pasado junio tras dos temporadas. Según el jurado, El arte de la fuga, de Daniel Tornera, también es una novela para "amantes de la ciencia ficción", aunque su planteamiento se aleje, a priori, del género: cuatro viejos conocidos despiertan en una habitación en la que solo hay una pistola con tres balas y las información de que tienen tres horas para decidir quién vive. Es un argumento, ha confesado Eslava Galán, que recuerda a Cube, la película canadiense de 1997, pero también cabría mencionar a la saga de terror Saw

El lunes por la noche, en la tradicional cena celebrada cada 15 de octubre, se conocerá el ganador y el finalista de 2018, premiados con 601.000 euros y 150.250 euros respectivamente. Para saber si el grupo devolverá su sede a Barcelona todavía habrá que esperar un poco más. 

 

El Grupo Planeta no devolverá su sede social a Barcelona. "Mantenemos firme la decisión porque creemos que las condiciones no han cambiado", ha asegurado este domingo el presidente de la compañía editorial, Josep Creuheras. La compañía, uno de los dos gigantes del mundo del libro en España —la otra gran multinacional sería Penguin Random House—, ha valorado así positivamente la decisión tomada hace un año. La dirección decidió entonces trasladar su domicilio jurídico desde Barcelona, centro neurálgico del grupo, a Madrid, debido a la "inseguridad jurídica" existente, en opinión del sello, debido al proceso independentista

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