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Premios Max: caña al “hombre gris”

Como emergido de los infiernos escénicos, el actor y cantante Jimmy Barnatán se calzó este lunes unas enormes alas negras para sobrevolar las cabezas de “los hombres de gris”, esos que han marcado el año para la industria y que esta noche del lunes recibían de vuelta los favores en forma de no tan veladas alusiones en la gran celebración del teatro y la danza, los premios Max, que cuentan su XVII edición. “Vosotros entráis en las salas pero no disfrutáis, porque de nada disfrutáis”, les espetó Barnatán, maestro de ceremonias a ritmo de rock y movimientos de cabaré “contemporáneo y transgresor” en una gala que se celebró en el Teatro Circo Price de Madrid, y que se clausuró con la victoria de Un trozo invisible de este mundo (en cartel hasta el 8 de junio en las Naves del Español del Matadero de la capital), dirigida por Sergio Peris-Mencheta y protagonizada por Astrid Jones y Juan Diego Botto, este último también el autor. La obra, una serie de cinco monólogos sobre la inmigración y la represión política que partía como gran favorita, con seis nominaciones, se llevó a casa cuatro galardones, incluidos los de Mejor espectáculo de teatro, Mejor autor revelación y Mejor actor.

Botto, que dedicó su primer premio de la noche a Samba Martine, una congoleña que, de camino a Francia, murió en un Centro de Internamiento de Extranjeros de Madrid –y que es la inspiración del papel que representa en la función Jones– afirmó que “todos merecemos el pan y las rosas: todos merecemos un trabajo, un techo bajo el que dormir. Eso es el pan, pero también merecemos las rosas”, la cultura, dentro de la que quiso subrayar el papel de los actores, tantos de ellos hoy en paro o en precario, “porque entre todos hacemos este mundo un poco más digno”. Durante la gala, en la que hubo un (justificado) toque de atención a los medios por no prestar suficiente atención a los espectáculos de fuera de Madrid, Antonio Onetti, el presidente de la Fundación SGAE, la organizadora, quiso destacar en su discurso las reivindicaciones que guían en estos tiempos los caminos del sector:“En momentos de crisis el teatro se reinventa para seguir adelante. A pesar de los recortes, del IVA cultural más alto de Europa y de la falta de un modelo de financiación alternativo para la cultura, aquí seguimos, más vivos que nunca”.

Onetti también quiso subrayar que, a pesar de todo, “también ha habido cosas buenas” en este 2013, en especial la creación de la Academia de las Artes Escénicas de España, entidad que nace para convertirse en el guardián “de la excelencia de las artes escénicas” y, sobre todo, “para defender nuestra dignidad”. También ha habido este año novedades en el proceso de selección y votación de las candidaturas a los premios Max, elegidas por primera vez por tres comisiones -procedentes de Madrid, Cataluña y el resto de zonas-, y votadas por dos jurados independientes, una medida con la que se pretendía evitar posibles favoritismos y que las propuestas periféricas quedaran relegadas. La danza, normalmente postergada al segundo plano de las artes escénicas, también tuvo su espacio destacado durante la ceremonia, retransmitida por La 2, a través de la figura de la bailarina María de Ávila, fallecida el pasado febrero, en quien recayó el Max de Honor. Los maestros, “que nos han enseñado todo lo bueno y todo lo malo”, fueron otros de los homenajeados en un acto trufado de actuaciones en el que varias veces sonó un mantra quizá hoy más pertinente que nunca: Pase lo que pase, el espectáculo debe continuar.

Todos los galardonados

Mejor empresa o producción privada de artes escénicas: Tanttaka Teatroa.

Mejor aficionado: Teatramateur.

Mejor autor revelación: Juan Diego Botto, por Un trozo invisible de este mundo.

Mejor espectáculo revelación: The Funamviolistas.

Premio a la contribución a las artes escénicas: Teatro Central de Sevilla.

Mejor composición musical: Maika Makovski, por Forests.

Mejor diseño de iluminación: Valentín Álvarez, por Un trozo invisible de este mundo.

Mejor escenografía: Rebeca Ringst, por Forests.

Mejor figurinista: María Araujo, por El lindo Don Diego.

Mejor intérprete masculino de danza: Israel Galván, por Lo real.

Mejor interpretación femenina de danza: Eva Yerbabuena, por ¡Ay!

Mejor coreografía: Israel Galván, por Lo real.

Max de Honor: María de Ávila.

Mejor adaptación o versión teatral: Carles Alfaro y Rodolf Sirera, por L'Estranger.

Mejor autoría teatral: Pere Riera, por Barcelona.

Mejor actor: Juan Diego Botto, por Un trozo invisible de este mundo.

Mejor actriz. Emma Vilarasau, por Barcelona.

Mejor dirección de escena: Carles Alfaro, por El lindo Don Diego.

Mejor espectáculo infantil: El bosque de Grimm, de La Maquiné.

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Mejor espectáculo de danza: Compañías de Israel Galván por Lo real.

Mejor espectáculo musical: La flauta mágica.

Mejor espectáculo de teatro: Un trozo invisible de este mundo.

Como emergido de los infiernos escénicos, el actor y cantante Jimmy Barnatán se calzó este lunes unas enormes alas negras para sobrevolar las cabezas de “los hombres de gris”, esos que han marcado el año para la industria y que esta noche del lunes recibían de vuelta los favores en forma de no tan veladas alusiones en la gran celebración del teatro y la danza, los premios Max, que cuentan su XVII edición. “Vosotros entráis en las salas pero no disfrutáis, porque de nada disfrutáis”, les espetó Barnatán, maestro de ceremonias a ritmo de rock y movimientos de cabaré “contemporáneo y transgresor” en una gala que se celebró en el Teatro Circo Price de Madrid, y que se clausuró con la victoria de Un trozo invisible de este mundo (en cartel hasta el 8 de junio en las Naves del Español del Matadero de la capital), dirigida por Sergio Peris-Mencheta y protagonizada por Astrid Jones y Juan Diego Botto, este último también el autor. La obra, una serie de cinco monólogos sobre la inmigración y la represión política que partía como gran favorita, con seis nominaciones, se llevó a casa cuatro galardones, incluidos los de Mejor espectáculo de teatro, Mejor autor revelación y Mejor actor.

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