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Prepublicación: ¿Y si la República hubiera reaccionado a tiempo?

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Ángel Viñas

La República podría haber evitado el golpe de Estado del 18 de julio. Esta es la idea amarga que defiende el historiador Ángel Viñas en su último libro, El gran error de la República (Crítica), que se publica este 10 de marzo. En él, describe a un Gobierno que no supo ver los peligros de la trama militar, y que no supo reaccionar a tiempo. "Engañaron vilmente a los líderes republicanos y la conspiración estaba metida en las entrañas mismas de los servicios de seguridad del régimen republicano", decía el autor en una entrevista con este periódico. infoLibre publica un extrato del libro en el que Viñas da detalles sobre un militar leal al Gobierno infiltrado en la Unión Militar Española (UME), organización que reunía a mandos militares descontentos con el Ejecutivo de Azaña y afines al golpe de Estado fallido de 1932. 

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MANRIQUE domina la escena

Con independencia [en 1935] de los tambores de posible guerra en el exterior, la UME vivía para el interior. Volvieron a correr rumores de un posible movimiento militar. Según el infiltrado [bajo el seudónimo de MANRIQUE], en Madrid un diputado por Renovación Española llamado Alfredo Serrano Jover disponía de medio millón de pesetas que se distribuirían a razón de 25.000 pesetas a cada uno de los jefes de las juntas que la UME había creado en cada División Orgánica. No sabemos si se hicieron transferencias bancarias (algo difícil), pero, como se ve, los monárquicos estaban dispuestos a derivar hacia sus actividades clandestinas en el Ejército todo lo que fuese necesario para mantener viva la llamita de la futura revuelta. (Ya no es necesario insistir en que, cuando había aprietos monetarios, quedaba el recurso al fascismo italiano.)

El nombre de Serrano Jover debió de hacer saltar la alarma en los servicios de seguridad. A nadie con dos dedos de frente se le podía escapar el significado de que un hombre de Renovación estuviera inmerso en actividades conspiratorias con militares levantiscos, pero no hemos encontrado ningún papeleo burocrático que ilustre si hubo alguna reacción. Probablemente, a Serrano Jover se le dejó actuar (tras la sublevación fue fusilado en El Pardo a principios de septiembre de 1936).

De los informes del infiltrado se desprende la impresión de que la UME albergaba en su seno puntos un tanto débiles. Por ejemplo, en Zaragoza, cabeza de la 5.ª División Orgánica, su comandante en jefe, el general Villegas Montesinos, iba por su cuenta y se consideraba al frente de un cantón casi independiente. Tenía dos ayudantes. Uno de ellos era muy mujeriego, por lo que el espía, siempre sugerente, lanzó la idea de si no "sería conveniente enviarle alguna dama". No sabemos si su propuesta fue aceptada o no. También dio noticias que hoy nos parecen mucho más importantes. Según él, Portela Valladares había comentado con el general José Sánchez-Ocaña Beltrán lo que sabía de la UME. Esta circunstancia, en apariencia banal, es muy significativa. Este general ocupó el puesto de Franco como jefe del EMC en la primavera de 1936 y, lo que son las cosas, aunque fue cesado el 18 de julio, no le pasó nada. Al final de la guerra se reincorporó como si tal cosa, si bien no reingresó al servicio activo. Nos extrañaría, pues, que no hubiese rendido algún que otro servicio a la UME, siquiera cerrando un ojo. Es decir, desde un momento no determinado, pero que podemos situar a mitad de 1935, Sánchez-Ocaña estaba al corriente de la operación de espionaje que se seguía a la UME desde el Ministerio de la Gobernación, si es que no conocía ya antes las actividades de la Oficina de Información y Enlace.

En otro momento, MANRIQUE se cambió de domicilio a la calle Velázquez, incidentalmente no muy lejos de donde vivía Calvo Sotelo. Pergeñó el último manifiesto de la organización poco antes de que paralizara de manera momentánea sus actividades, como veremos más adelante. Al parecer se publicó en dos diarios de Andalucía (por desgracia no sabemos cuáles y, de ser así, suponemos que tendrían un texto más bien trivial). Lo había redactado de acuerdo con Barba Hernández, el jefe nominal de la organización.

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A su nueva dirección fue a visitarle alguien relacionado con su control, a quien informó de que Goded y su ayudante seguían haciendo propaganda por toda España y que contaban con la guarnición más adicta, que era la de Zaragoza. Atención a esto. La 5.ª División Orgánica ya empezaba a dar que hablar de sí y no para bien. Avisó igualmente de la incorporación de miembros de la UME a puestos directivos en el Ejército, lo cual representaba un grave peligro para la República. Esto, por supuesto, fue un reflejo de la política de personal de Gil Robles y que habitualmente se ha tergiversado, cuando no disfrazado. MANRIQUE se ofreció a aceptar el puesto de gobernador civil de Zaragoza, si bien no se atrevió a decir por escrito al presidente del Consejo, Alejandro Lerroux, a través de un enlace, para qué lo quería.

En definitiva, queda reforzada nuestra impresión de que el informador, como se le designa en los documentos consultados, estaba muy bien relacionado. No sabemos si el SIPM franquista llegó a identificarlo. En la correspondencia que de él se incautó había pistas que hubieran podido descubrirlo. Existen dos alternativas: que al estallar el golpe hiciera causa con el Gobierno y se difuminara en el curso de la guerra o que se pasara al bando sublevado. En esta hipótesis es difícil que saliera bien parado cuando se descubrió su actuación.

En los informes que MANRIQUE suministró también señaló algo que hoy es conocido, aunque no necesariamente referido a la UME. En ella se habían marcado dos tendencias: una encabezada por Franco (esta mención es, nos parece, muy significativa) y otra por Goded. Ambos pensaban de forma muy diferente. El primero sostenía que solo en un caso desesperado podía el Ejército lanzarse a una aventura. En tal caso, él no tendría inconveniente en ponerse al frente. Llamamos la atención de los lectores sobre este punto. Naturalmente, se trata de una información de segunda o de tercera mano. En 1935 y como jefe del Estado Mayor Central, Franco no podía tener interés alguno en sublevarse, pero, de ser cierto, lo que captó el infiltrado no lo descartaba llegado el momento y ya se veía como jefe. Un aspecto que no conviene olvidar, ahora que ha llegado a afirmarse impúdicamente que Franco no quiso sublevarse contra la República.

La República podría haber evitado el golpe de Estado del 18 de julio. Esta es la idea amarga que defiende el historiador Ángel Viñas en su último libro, El gran error de la República (Crítica), que se publica este 10 de marzo. En él, describe a un Gobierno que no supo ver los peligros de la trama militar, y que no supo reaccionar a tiempo. "Engañaron vilmente a los líderes republicanos y la conspiración estaba metida en las entrañas mismas de los servicios de seguridad del régimen republicano", decía el autor en una entrevista con este periódico. infoLibre publica un extrato del libro en el que Viñas da detalles sobre un militar leal al Gobierno infiltrado en la Unión Militar Española (UME), organización que reunía a mandos militares descontentos con el Ejecutivo de Azaña y afines al golpe de Estado fallido de 1932. 

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