Arte
El profesor Klee en la Bauhaus

Que Paul Klee fue un maestro de la pintura no admite ninguna duda. Pero, además, ejerció ese magisterio como docente en la Bauhaus, la escuela de arte que revolucionó los cánones establecidos en la década de los 20 en Weimar y Dessau. La Fundación Juan March reúne ahora en Madrid ese legado, el de un artista comprometido con la innovación.
La exquisita muestra, abierta hasta el 30 de junio, incluye 137 lienzos, acuarelas y dibujos procedentes del museo que le consagra Berna, así como de diversas instituciones y colecciones de Suiza, Francia, Estados Unidos, Alemania y España. Como complemento, los más de 90 manuscritos seleccionados de entre aquellas notas de clase.
La exposición traza, por tanto, un completo itinerario por las enseñanzas y los postulados estéticos de este coetáneo de Kandinsky bajo el paraguas de Walter Gropius en ese legendario centro que sentó las bases del diseño actual.
Ejercen de comisarias Fabienne Eggelhöffer y Marianne Keller, expertas que integran el staff del Zentrum Paul Klee y encargadas de un plan de trabajo mucho más amplio: catalogar la totalidad de las tareas pedagógicas del influyente pintor, siempre influido por las cadencias musicales (él mismo se distinguió como un acreditado violinista).
La naturaleza, el rirmo, el color y el movimiento son algunos de los apartados en los que se clasifica la retrospectiva, llamada a convertirse en una de las citas expositivas de la temporada, junto a las dedicadas al impresionismo en el Thyssen y la Fundación Mapfre, en la antesala de que llegue la esperadísima revisión dela obra de Giacometti el próximo 22 de junio.
"Klee desarrolla sus lecciones basándose en reflexiones sobre su propio quehacer artístico, pero la relación entre su obra y sus enseñanzas no debe entenderse en el sentido de una teoría del arte", puntualizan las dos comisarias antes de proseguir: "Obra y docencia constituyen ámbitos independientes, aunque pueden tener puntos de contacto. De ahí que su relación se pueda caracterizar como recíproca, como el eco de un ámbito en otro".
Le fascinaba al artista suizo lo que veía a través del microscopio, como testimonian varias de sus "criaturas". La sutileza de sus aproximaciones geométricas y su paleta moderada se asoman aquí al espectador en esta segunda exposición sobre su obra en la Fundación Juan March (la primera se celebró en 1981, una década después de su primer desembarco en España, en el Palau de la Virreina de Barcelona).