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El proyecto del Ministerio de Cultura mantiene en vilo a 500 trabajadores

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El anuncio de la fusión del Teatro Real y el Teatro de la Zarzuela ha caído como una bomba entre los trabajadores. Si el Ministerio de Cultura habla de "un proyecto enorme" que busca "potenciar la zarzuela", en palabras del secretario de Estado Fernando Benzo, los representantes de los casi 500 empleados de uno y otro centro repiten una palabra: "miedo". El pasado sábado se filtró la noticia de que el Gobierno pensaba iniciar el proceso de unificación de ambos organismos en uno o dos meses, sin que ni los sindicatos ni los trabajadores tuvieran conocimiento de la decisión. Desde entonces, los empleados de los dos teatros líricos de Madrid, llamados a convertirse en el Teatro Nacional de la Ópera y de la Zarzuela, ven peligrar sus condiciones laborales. Ese temor se materializa, sobre todo, en la posibilidad de perder la protección de sus respectivos convenios colectivos en nombre de una mayor "flexibilidad". 

La empresa, desde luego, es compleja. El Gobierno del Partido Popular quiere que el Teatro de la Zarzuela, una unidad dependiente del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM), pase a formar parte del Teatro Real. El problema: el primero depende del Ministerio de Cultura, y por tanto de la administración pública. El segundo depende de la Fundación Teatro Real, que aunque está controlada por el Ministerio, la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento, no depende orgánicamente de ellas y funciona como una entidad privada. Sus plantillas (234 personas en la Zarzuela y entre 256 y 300 en el Real, según las cifras de los sindicatos) tienen convenios colectivos y por lo tanto condiciones laborales distintas. Además, algunas de sus funciones podrían solaparse, por lo que los representantes de los trabajadores temen incluso que el proceso pueda acabar en un ERE

"No es que el INAEM gestione mal la Zarzuela, pero hay una rigidez que no permite flexibilidad en su gestión. (...) Detectamos que puede seguir creciendo si no está sujeto a las rigideces que impone la Administración", decía el lunes el secretario de Estado. El Ministerio esgrime que la estructura de este teatro no le permite hacer giras o captar patrocinadores. Estos últimos se han convertido en un pilar básico del Real, que recibe el 74% del presupuesto de 2018 de la venta de entradas y del mecenazgo privado, gracias, entre otras cosas, a las ventajas fiscales otorgadas para el proyecto del bicentenario, que finaliza en 2019.

El Ministerio de Cultura asegura que los trabajadores no tienen por qué preocuparse: "Se mantendrá la plantilla y las condiciones de trabajo". Pero las fuentes del ministerio consultadas por infoLibre no pueden precisar cómo se cumplirá esta promesa ni si se plasmará por escrito en algún documento, como el Real Decreto que el Gobierno ha anunciado para abril y que abriría el proceso de absorción de la Zarzuela por parte del Real. De hecho, aunque el secretario de Estado aseguraba en la mañana del martes que "se constituirá una fundación pública que abarcará a ambos [teatros]", estas fuentes precisaban por la tarde que estaba aún en el aire si se crearía una nueva fundación o si se trataría de una modificación de la que ya rige el Teatro Real. 

"Nuestro convenio peligra"

El equipo del Teatro de la Zarzuela está integrado por funcionarios (ocho, según el Ministerio) y personal laboral fijo y temporal. Todos ellos han accedido a su puesto mediante oposición o concurso de méritos y están adscritos al convenio colectivo de la Administración General del Estado. Ahora perderían esa categoría. Los representantes de los trabajadores creen que la maniobra pretende deshacerse de la protección que esta situación ofrece a la plantilla: "Dicen que somos poco flexibles. Pero lo que ocurre es que la gente tiene sus derechos", protesta una representante de la sección sindical de Comisiones Obreras en el Ministerio de Cultura. Los empleados del Teatro Real siguen su propio convenio, puesto en solfa también por la absorción. "Tenemos mejores condiciones, aunque haya más inestabilidad. Nuestro convenio peligra, tememos que se lo quieran cargar", dice un portavoz del mismo sindicato. 

El Ministerio de Cultura asegura que, en el momento de la fusión, los empleados de la Zarzuela podrían "mantener el convenio del INAEM o decidir libremente ajustarse al convenio del Teatro Real". Sin embargo, esto no sería sostenible a largo plazo, según indica Raúl Olmos, secretario de Acción Sindical de la Federación de Servicios a la Ciudadanía de CCOO. El sindicalista indica que el proyecto del Gobierno sería una sucesión de empresa, una subrogación. Siguiendo el Estatuto de los Trabajadores, explica, los empleados conservarían "a título individual" y temporalmente el convenio de la empresa de origen. Sería como una "foto fija", en palabras de Olmos: si el convenio mejora o se altera tras su marcha a la nueva empresa, el empleado no se vería beneficiado.

Pero esto solo funcionaría a corto plazo. Los dos convenios, el del Real y el de la Zarzuela, convivirían solo hasta que se negociara un nuevo convenio que integrara a ambos. "Las partes tienen el deber de negociar de buena fe", subraya Olmos, "pueden tardar en llegar a un acuerdo, pero no pueden no negociar". ¿Puede obligar el Ministerio a que la nueva fundación mantenga las condiciones que tenían los trabajadores de la Zarzuela? "No indefinidamente. Eso no lo puede determinar el Ministerio. Lo tiene que aceptar la fundación, que no depende de él y es un particular, por mucho que sea pública", zanja el secretario de Acción Sindical. 

El conflicto laboral sufrido con el coro del Teatro Real inquieta particularmente a la representante de los trabajadores del INAEM. En 2009, la ópera decidía no renovar a su coro titular y sustituirlo, después de diez años, por una subcontrata con la empresa Intermezzo. Esta compañía prescindió en 2015 de varios de sus trabajadores, que formaban parte del comité de empresa. La justicia ha considerado improcedentes estos despidos y ha obligado a su readmisión. Una inseguridad laboral que preocupa a CCOO: "Como personal laboral de la administración [en Zarzuela] podemos ser despedidos, por culpa de la reforma laboral, pero tenemos mucha más seguridad. En el Real tenemos a personal que está siendo absorbido por subcontratas". 

Un proyecto incierto

​​​​​"Dicen que no va a cambiar nada, pero ni se nos ha informado ni se ha contado con nosotros. Nos huele muy mal", dicen fuentes de la sección sindical del Teatro Real, que se reúne el miércoles con Gregorio Marañón, presidente del Patronato. La de Zarzuela lo secunda: "Nos hemos tenido que enterar por la prensa y no nos han entregado ningún proyecto. Quieren quitar recursos públicos del INAEM y dedicarlo a una fundación que funciona con capital privado". Ambas plantillas anuncian paros y movilizaciones hasta que el Ministerio retire el proyecto, reivindicación que respaldan tanto CCOO como UGT. En una reunión mantenida el lunes entre los representantes sindicales, el secretario de Estado y la directora general del INAEM, Montserrat Iglesias, los primeros propusieron que se creara un marco de colaboración entre las instituciones aunque prescindiendo de la absorción. La idea fue rechazada por el Ministerio, según indican los sindicatos.​​

Benzo ha declarado que los detalles de la absorción del Teatro de la Zarzuela "se están perfilando". A tenor de la información ofrecida por el Ministerio, esta afirmación resulta ser un eufemismo. El Gobierno asegura que la sede de la Zarzuela seguiría perteneciendo al Ministerio de Cultura sin que medie una cesión, aunque el edificio del Teatro Real ya se cedió a la Fundación en 2012 por un período de 75 años. También ha precisado que la Zarzuela seguirá siendo la sede de la Compañía Nacional de Danza y del Ballet Nacional de España, dos unidades de producción del INAEM que mantendrán su estatus. Daniel Bianco, director de la Zarzuela desde 2015, se mantendrá en el proyecto, aunque él mismo confesó el lunes, tras una reunión con el Ministerio, que "todavía" no sabía "en qué forma": "Es un deseo ambicioso e interesante pero que está por decidir y hacer porque hay muchas preguntas que he hecho en esa reunión y que aún no tienen respuesta clara". 

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No es solo la incertidumbre de un nuevo convenio que debería aunar condiciones completamente distintas de retribución, turnos y descanso en una plantilla que prácticamente se multiplicaría por dos. Hay más ejemplos. El proceso comenzará con un Real Decreto anunciado para abril, pero la formalización de la fusión no tiene fecha. Se desconoce si la Fundación Teatro Real se disolverá, con el complejo proceso administrativo que conllevaría, para fundar una nueva. Los estatutos de la actual Fundación Teatro Real solo contemplan la fusión con otra fundación y no recogen el supuesto al que ahora se enfrenta. No se ha hablado de qué ocurrirá con la con la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid (ORCAM), titular de Zarzuela. Tampoco está claro el organigrama de la nueva fundación ni cómo encajarían las dos direcciones artísticas de los teatros. Los precios de las entradas también varían enormemente: desde un máximo de en torno a 50 euros en la Zarzuela hasta varios cientos en el Real. 

A mediados de los noventa, con la reapertura del Teatro Real, se trató de fusionar ya ambos espacios bajo la Fundación Teatro Lírico. La idea no llegó a buen puerto, en parte por los enfrentamientos de los distintos patronos y en parte por la dificultad jurídica del proyecto. En esta ocasión, ha dicho Benzo —que habla de la ópera parisina, con dos sedes (el centenario Palace Garnier y la reciente Bastille), como referencia para su Ópera Nacional—, "seguirá adelante". 

 

El anuncio de la fusión del Teatro Real y el Teatro de la Zarzuela ha caído como una bomba entre los trabajadores. Si el Ministerio de Cultura habla de "un proyecto enorme" que busca "potenciar la zarzuela", en palabras del secretario de Estado Fernando Benzo, los representantes de los casi 500 empleados de uno y otro centro repiten una palabra: "miedo". El pasado sábado se filtró la noticia de que el Gobierno pensaba iniciar el proceso de unificación de ambos organismos en uno o dos meses, sin que ni los sindicatos ni los trabajadores tuvieran conocimiento de la decisión. Desde entonces, los empleados de los dos teatros líricos de Madrid, llamados a convertirse en el Teatro Nacional de la Ópera y de la Zarzuela, ven peligrar sus condiciones laborales. Ese temor se materializa, sobre todo, en la posibilidad de perder la protección de sus respectivos convenios colectivos en nombre de una mayor "flexibilidad". 

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