Al fin llegaba el ansiado regreso: las librerías podían abrir al fin este lunes 4 de mayo, primer día de la fase 0 de la desescalada. Pero el panorama no era precisamente épico: el BOE que regulaba las medidas que tendrían que tomar los comercios se publicaba el mismo domingo y muchos aprovechaban el lunes para poner en orden el local, preparar pedidos y despachar citas. Porque así es como tendrán que funcionar las librerías hasta la siguiente fase del desconfinamiento, con cita previa. Nada de pasearse, hojear y decidir, no por ahora. Y, tras más de mes y medio cerradas, las librerías necesitaban un poco de margen para adaptarse a la nueva situación.
"Para mañana si que hemos dado alguna cita", explica Paco Goyanes, de la librería Cálamo, una de las más respetadas de Zaragoza. Ellos han decidido por ahora establecer dos franjas horarias de dos horas por la mañana y dos por la tarde, a razón de una cita cada diez minutos, destinadas exclusivamente a la recogida de pedidos realizados a través de la web o del teléfono. "La gente lleva unos días haciendo pedidos constantemente, se ve que tienen ganas de acercarse, y también viene gente a curiosear, ver si estamos abiertos, si puede pasar... Pero esto va a tener que ir poco a poco, no vamos a tener colas en la puerta de un día para otro". Hoy han puesto a punto, por ejemplo, la mesa junto a la puerta desde la que despacharán pedidos y saludarán a los clientes tras la mascarilla.
En lo mismo andaban en la librería La Sombra, en Madrid. "Es todo un poco confuso y todo va cambiando de día en día", se queja uno de sus responsables, Jónatan Rubio. "Lo que nosotros decidimos es que íbamos a abrir en estos días para que la gente pudiera ir pasándose a recoger los pedidos que ya hubieran hecho". Esto tiene, eso sí, algún problema: para poder servir, las librerías, en estos primeros días, dependen de su fondo, es decir, de si tenían un libro concreto en las estanterías antes del confinamiento. Aquellos que no estuvieran ya en el local tendrán que esperar un poco más: "Tenemos que hablar con las distribuidoras, porque el mundo del libro, como otros, ha estado muy tocado, y hay gente con ERTE, gente que no se ha reincorporado... Vamos a ir viendo cómo va en los próximos días". Durante esta semana se esmerarán en informar de todo esto a sus compradores, y también en ajustar el complejo cuadrante de citas.
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La Sombra ha decidido por ahora restringir también la atención a la recogida de pedidos pagados previamente, para limitar al máximo el contacto, y prepara un documento que acredite que sus lectores tienen una cita acordada con el comercio, por si en los primeros días se dan problemas con la policía. Al estar en Madrid, la zona cero de la pandemia en España, los libreros no saben bien cuándo podrán pasar a la siguiente fase, pero ya se están preparando: toca instalar una mampara o algo similar, nutrirse de guantes y mascarillas y tratar de delimitar por qué zonas podrán transitar los lectores o si podrán hojear o no los libros de exposición. Eso mismo preparan ya en Cálamo —que acaba de recibir la mampara y está a la espera de la instalación—, pero con algo más de optimismo: es más probable que Zaragoza alcance sin problemas la fase 1.
Y algunos ni siquieran prevén abrir, por ahora. Es el caso de Nol·legiu, librería con dos locales en Barcelona: "Entiendo las medidas sanitarias, pero abrir la librería con cita previa no sé si lo veo", se plantea Xavier Vidal, su responsable. Dice estar desbordado de trabajo: por las mañanas prepara los pedidos realizados a través de la web durante las últimas semanas, y por la tarde atiende a los numerosos actos online que ha organizado — el lunes, por ejemplo, encuentro virtual con el escritor mexicano Mateo García Elizonso—. El problema es que Nollegiu ha tenido que realizar un ERTE, y ahora Vidal es el único trabajador: "Yo lo que tengo ganas es de levantar el ERTE para que venga todo el mundo a trabajar. Pero tengo que hacerlo con precaución, según avance la cosa, porque las ventas no dan". Así que por ahora esperarán a la llegada de la fase 1, algo que les da algo más de tiempo para preparar las medidas de prevención y limpieza.
El esperado regreso de las librerías no ha dejado la imagen de largas colas y ávidos lectores esperando en la puerta. Pero tiene igualmente un regusto dulce: es un paso más hacia el regreso a la normalidad.