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¿Se puede secuestrar el amor?

La chica pasa por delante del chico y la imagen se convierte en una de esas escenas a cámara lenta en las que el pelo se le mueve al son de la música, los párpados caen con una gracia pausada y la boca se entreabre lentamente, dejando vislumbrar unos dientes perlados, colocados en una línea perfecta. Está entrada la noche, las canciones retumban en las paredes de la discoteca. Pero ya nada importa ni molesta. La ha encontrado. La típica salida de copas y persistente ligoteo -tan persistente que roza el secuestro- acaba en mañana de descubrimientos y desazón. Un reflejo de las relaciones de hoy. Lo que pasa que para él era una noche cualquiera; ella, sin embargo, no estaba atravesando la mejor situación. Al final, resulta que no estaba tan claro quién persigue a quién, quién siente qué. Quién es el secuestrado y quién el secuestrador. 

Dirigida por Rodrigo Sorogoyen (8 citas), Stockholm, de estreno este viernes en cines, crea una inquietante historia romántica a partir de esas premisas y con solo dos actores, Aura Garrido y Javier Pereira. Entre ambos se meriendan la práctica totalidad de la cinta, que al alcanzar la mitad gira hacia el lado oscuro, en el que permanece hasta el final. “Me interesaba cambiar de género, crear dos partes que fueran simétricas, como dos espejos”, explica el cineasta. Del plan original de desarrollar un corto, la idea se fue estirando al largo durante el proceso de escritura del guion, a cuatro manos entre Sorogoyen e Isabel Peña. “Le dije a la mitad que iba a ser un largo, y se volvió loca”, cuenta en tono de risa, “pero sabíamos el presupuesto, y sabíamos que era factible”.

Después de haber compartido horas de rodaje con ambos protagonistas, no le resultó difícil convencer a Pereira y Garrido de participar en el proyecto. “A Javi le conocía mucho, y sabía que el papel era para él, y con Aura había trabajado en La pecera de Eva y sabía todo el potencial que tenía”, dice, incidiendo en la importancia de contar con actores de gran calidad interpretativa, dado que ambos llevan el peso casi absoluto de la narración. Por el momento, ella ya ha recibido la confirmación de su buen hacer al alzarse con la Biznaga de plata a la mejor actriz en Málaga, un festival en el que la cinta también se llevó el Premio especial del jurado joven y el Signis a la mejor película, además de los galardones al mejor guion novel y al mejor director. “Lo tomo como un premio al trabajo”, dice él, “como una razón para seguir adelante”.

Antes de los éxitos, hubo los quebraderos de cabeza. Con una idea clara en mente –“contar la historia de amor de dos desconocidos que se encuentran por casualidad”-, faltaba resolver la cuestión de la financiación. Tras llamar a varias puertas sin éxito, Sorogoyen y sus socios de la productora Caballo Films decidieron recurrir a la ya casi asentada salida del crowdfunding, con la que ha recaudado los 65.000 euros que han cubierto los gastos de rodaje y posproducción. Con ese dinero, subraya el director, no se ha podido pagar los sueldos del equipo, que se ha convertido así, junto los mecenas que han aportado su granito, en sus inversores. “Aunque siempre ha existido el cine independiente, antes sin ayuda casi no hacías una película, pero ahora ya no”, apunta. “Esto ayuda a la creatividad, pero es triste que haya tanto cine bueno y la gente no cobre”.

Junto a los dos personajes, los espacios en los que se desarrolla la historia –la casa de él y la ciudad de Madrid- completan el elenco de la película. “Es un Madrid reconocible pero a la vez muy diferente, porque no queríamos repetir esquemas. Queríamos hacerlo estéticamente atractivo y a la vez unversalizarlo, darle un carácter más europeo”. Teñidas de azul, las calles de la ciudad adquieren así un “aire frío” que apoya el trasfondo sombrío de la narración. Lo mismo que la casa, de un blanco brillante, casi gélido, y que es, además, la casa del propio cineasta. “Es una producción low cost: estuvimos buscando localizaciones, pero no encontramos nada que nos convenciera”.

Tampoco convencidos del precio que se paga por las entradas del cine, su productora ha conseguido que dos cines de Valencia –los Babel y los ABC Park- cobren en todas las sesiones 4,99 euros por la entrada de Stockholm en vez del precio habitual de alrededor de ocho euros, asumiendo todos los agentes esa bajada. Aunque la intención era extender el “experimento” a todos los cines en los que se proyectara la película, al final “algunos exhibidores no han querido, y otros han estado dudosos”. “Soy realista, sé que la gente no va al cine, y quiero que vengan y ven la película y disfruten”, reclama él, que califica la acción como “un grito de rebelión, porque es absurdo lo que está ocurriendo con el cine. Además, tampoco tiene demasiado sentido que se pague lo mismo por ver Stockholm que, por ejemplo, Gravity”.StockholmGravity

La chica pasa por delante del chico y la imagen se convierte en una de esas escenas a cámara lenta en las que el pelo se le mueve al son de la música, los párpados caen con una gracia pausada y la boca se entreabre lentamente, dejando vislumbrar unos dientes perlados, colocados en una línea perfecta. Está entrada la noche, las canciones retumban en las paredes de la discoteca. Pero ya nada importa ni molesta. La ha encontrado. La típica salida de copas y persistente ligoteo -tan persistente que roza el secuestro- acaba en mañana de descubrimientos y desazón. Un reflejo de las relaciones de hoy. Lo que pasa que para él era una noche cualquiera; ella, sin embargo, no estaba atravesando la mejor situación. Al final, resulta que no estaba tan claro quién persigue a quién, quién siente qué. Quién es el secuestrado y quién el secuestrador. 

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