Cine
'El secuestro de Michel Houellebecq': biografía-ficción o ficción biográfica
Usando el formato de falso documental el director Guillaume Nicloux cuenta una historia que complementa la obra compleja y en ocasiones polémica del autor. Michel Houellebecq es abducido, secuestrado por una panda de bandidos con buen corazón que se ven obligados a convivir con el escritor durante el tiempo que dura el secuestro a la espera de órdenes de un superior. En este periodo se establece una relación afectiva que mezcla el síndrome de Estocolmo con el descubrimiento de los placeres sencillos de la campiña francesa y el carácter honesto y no prejuicioso de sus habitantes que se encuentran felices por la compartir la intimidad de una figura literaria, de un contador de historias, de un poeta. En este contexto, liberado de presión mediática, el escritor está dispuesto a abrir su pensamiento, explicar qué le inspira a escribir y exponer sus ideas sobre cuál es el problema de la Europa actual. A saber: el estar gobernada por un puñado de expertos y cada vez más alejada de la democracia.
Como en toda buena película francesa (concretamente la vertiente que conecta con la investigación teórica y se aleja de la veta de comercialidad del cine francés reciente), se puede ver una crítica política hacia una Europa que se construye cada vez más en vertical y que aleja a los ciudadanos de la naturaleza –en la película se pone como ejemplo metafórico el urbanismo vertical, deshumanizado y en cierta medida totalitario de Le Corbusier–. Además, podemos identificar en el filme una crítica del intelectual como cómplice de las élites tecnócratas y una sutil ruptura del misticismo o el aura intocable que rodea a la figura del escritor para mostrarlo como un ser imperfecto, esencialmente vacío, que se alimenta de las vidas de otros. En este sentido la película se presenta como una ficción biográfica o tal vez una biografía ficcional. Según cuenta Houellebecq en la película, su obra no esta basada en su vida personal sino más bien en los relatos de las personas que le rodean. El escritor no está necesariamente obligado a vivir los acontecimientos sobre los que escribe sino que ha de ser un buen oyente, alguien que sabe escuchar, extraer las historias de las personas y conectarlas en un relato.
Al contrario de muchos otros escritores que mitifican los espacios cotidianos que habitan, Michel Houellebecq tiene una pulsión hacia lo exótico, elementos que lo alejan de su rutina en París. Ha escrito sobre vidas y modos de socialización que parecen extremos para la mayor parte de los lectores, pero no necesariamente hablan sobre él. Houellebecq usa la ficción para escapar de la biografía y la biografía para construir una ficción. Una estrategia que incluso en su más reciente y brillante obra El mapa y el territorio lleva al extremo relatando su propia muerte.
La película –cuya fecha de estreno en España se desconoce por el momento– resulta un poquito repetitiva en ocasiones pero los actores hacen un excelente papel, en especial el propio Michel Houellebecq que, si bien con una apariencia deteriorada, fumador empedernido y que abusa del alcohol (hábitos tal vez exagerados para la película), resulta encantador y con un apetito por la vida que supera el aparente vacío existencial de su vida y de su trabajo. Como el propio director escribe: “Espero revelar a un escritor que es sensible, divertido, dotado de un ingenio cáustico, lleno de dudas, ingenuo, antipático, ansioso, inteligente y enamorado, el tipo de hombre que no esperaríamos conocer”.