Este 15 de octubre, como cada año desde 1952, la editorial Planeta entregará su premio homónimo, uno de los mejor dotados económicamente de todo el mundo, en una gala que funciona como comida de negocios, reunión social y sarao literario. Así sucede desde poco después de la fundación del sello en 1949, y así sucederá el martes, siete décadas más tarde, cuando aquella casa editorial se ha convertido en un gran grupo empresarial que incluye una cadena de librerías (La Casa del Libro), una emisora (Onda Cero), seis canales de televisión (Atresmedia) y una miríada de centros universitarios privados.
En torno a las once y media de la noche de la festividad de Santa Teresa —guiño del fundador José Manuel Lara Hernández a su esposa, María Teresa Bosch—, los medios propiedad de Planeta, pero también los más de 80 periodistas invitados al acto, harán público el nombre del ganador y finalista. Pase lo que pase. Incluso tras la sentencia del Tribunal Supremo que condena hasta a 13 años de cárcel a los líderes del procés encausados; incluso con la jornada de protestas en ciudades como Girona, Lleida, Vic o Barcelona, donde se convocaron manifestaciones multitudinarias; incluso con más de un centenar de vuelos cancelados en El Prat debido a la concentración convocada por Tsunami Democràtic; incluso con los cortes de carreteras y vías de tren.
En el Recinto Modernista de Sant Pau, donde se celebraba el lunes la rueda de prensa y el almuerzo que inauguraban los fastos del galardón, todo transcurría con normalidad. Los discursos de los directivos y del jurado no tocaban el tema más que de pasada, y ni siquiera las preguntas de los periodistas eran más insistentes que en años anteriores. José Creuheras, presidente del grupo, declinaba establecer una posición oficial de la empresa con respecto a la sentencia, y se limitaba a dar la suya propia, más o menos discreta: "España es un país afortunadamente democrático, es un Estado de derecho. Máximo respeto a las decisiones judiciales".
Tampoco había cambios con respecto a la sede social y fiscal de la compañía, que se desplazó de Barcelona a Madrid en 2017, con cierto alboroto, en mitad de la cascada de huidas empresariales –más simbólicas que materiales: Planeta no ha movido a sus trabajadores ni ha optado por fallar su premio en Madrid, por ejemplo– que se produjo entonces, como reacción a la posible declaración de independencia. "No tenemos ningún motivo para pensar en cambiarla", dijo, simplemente, el presidente.
Sí aclaró que no esperaban la asistencia de ningún representante del Govern, con lo que se repetiría la situación del año pasado. En aquel 2017, y pese a que el cambio de sede evidenciaba una oposición frontal al Govern, acudió al galardón Santi Vila, entonces conseller de Empresas y hoy condenado por el Supremo a 10 meses de multa y 1 año y 8 meses de inhabilitación por un delito de desobediencia. "La Generalitat estará representada seguro por dos expresidentes", zanjó Creuheras. Y sí acudirán, o eso se prevé, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y el ministro de Cultura, José Guirao, como hicieron en la edición anterior.
Mientras el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona –sirva como ejemplo– cancelaba sus actividades previstas para la tarde “como reacción a la sentencia condenatoria del Tribunal Supremo”, en el Recinto Modernista todo sucedía como de costumbre; las cuestiones políticas eran un tema más de debate en la mesa y las manifestaciones estaban presentes en tanto que escollo que salvar para la llegada y salida de los invitados. El presidente del grupo negó que en esta edición se haya cambiado la sede de entrega del galardón –del hotel Fairmont al Museo Nacional d’Art de Catalunya– por nada que tuviera que ver con las protestas. La nueva localización es únicamente, explicaba, una manera de festejar de manera especial el 70 cumpleaños de la editorial. No hay ningún tipo de medida prevista en relación a las manifestaciones. Todo avanza como de costumbre. O mejor: por el aniversario del grupo, se prevé superar la cifra de 1.100 asistentes de 2018 —entre ellos se encuentra este periódico, invitado por la organización—.
Y el ganador del Premio Planeta es...
Habrá que esperar para conocer el fallo del premio. O, más bien, tendrán que esperar los lectores y parte de los periodistas. Aunque, como es tradición, el jurado —formado Alberto Blecua, Fernando Delgado, Juan Eslava Galán, Pere Gimferrer, Carmen Posadas, Rosa Regàs y la editora Belén López— finja tomar su decisión durante la cena, la decisión está tomada. Y, de nuevo, como es tradición, los nombres serán filtrados a los grandes medios en papel, que llevarán la noticia en sus ediciones habituales, aunque supuestamente esa información se haga pública rozando la medianoche. Como es tradición, el nombre correrá entre los corrillos periodísticos desde el comienzo del cóctel y, como es tradición, algunos darán pistas en redes sociales, mientras el jurado delibera en riguroso directo. El Premio Planeta es quizás el rito literario español más costoso y publicitado del año, y no se ha visto alterado en toda su historia por la situación política. En 2019, la agitación se convierte en un minúsculo cambio de planes: la cita para acudir a la gala se adelanta media hora, por lo que pueda pasar. Eso es todo.
La constancia del Premio Planeta es destacable también en el perfil de sus premiados. Si no hay sorpresas y todo avanza según lo previsto, será laureado un escritor o escritora de la casa, es decir, que ya publique en uno de los sellos del grupo. Así ha sucedido en las últimas diez ediciones del galardón: todos los vencedores tenían ya obra en la empresa, casi todos en Planeta, Destino o Seix Barral. Si atendemos a la probabilidad, es más fácil que sea reconocido un hombre que una mujer —solo 16 escritoras han ganado el Planeta en sus 67 ediciones—, y más fácil que lo gane un español que un latinoamericano: pese a casos ilustres, como el de Vargas Llosa en 1993, con Lituma en los Andes, o nombres más recientes, como Alfredo Bryce Echenique (2002) o Antonio Skármeta (2003), los autores coronados por el Planeta suelen haber nacido en la Península. De hecho, solo un latinoamericano ha sido reconocido en las últimas diez ediciones: Jorge Zepeda Patterson, en 2014, una decisión que no dejó precisamente el mejor registro de ventas de los alcanzados por el galardón.
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Si el Planeta sigue sus propias tendencias, señalará a un autor o autora con demostrada capacidad para vender: los últimos cuatro ganadores, Alicia Giménez Bartlett, Dolores Redondo, Javier Sierra y Santiago Posteguillo eran ya orgullosos padres de best sellers antes del premio. Lo dejaba claro Creuheras en la rueda de prensa del lunes: "En el Premio Planeta, el objetivo es que las palabras lleguen a cuantas más personas, mejor". Y secundaba esa idea Juan Eslava Galán, portavoz del jurado: "El Planeta busca lectores, no necesariamente autores. Los que se presentan al premio responden a la moda literaria de ese momento". Ahora, lo que "se lee con fruición" es la novela policiaca, así que por ahí van los tiros de los manuscritos recibidos —564, casi un centenar menos que en 2018, algo a lo que jurados y directivos han quitado importancia—: seis de las diez novelas finalistas, la terna otorgada por la editorial al jurado del premio, encajan dentro del thriller o el noirthrillernoir.
Pero Eslava Galán alabó especialmente La familia es una guerra de guerrillas, de Mercedes Gallagher (seudónimo, aunque sea el nombre de una escritora peruana real fallecida en 1950), que calificó como un título humorístico. El pasado año, la editorial y el jurado ocultaron la verdadera trama de Yo, Julia, el libro de Posteguillo, disfrazando con su descripción esta novela histórica de thriller empresarial. Pese a todo, el Planeta aún guarda alguna sorpresa.
Este 15 de octubre, como cada año desde 1952, la editorial Planeta entregará su premio homónimo, uno de los mejor dotados económicamente de todo el mundo, en una gala que funciona como comida de negocios, reunión social y sarao literario. Así sucede desde poco después de la fundación del sello en 1949, y así sucederá el martes, siete décadas más tarde, cuando aquella casa editorial se ha convertido en un gran grupo empresarial que incluye una cadena de librerías (La Casa del Libro), una emisora (Onda Cero), seis canales de televisión (Atresmedia) y una miríada de centros universitarios privados.