Dinamita por hachís: la monstruosa (y cutre) trama asturiana del 11M llega a Disney+

Es noche cerrada, llueve como solo llueve en Asturias y Gabriel Montoya Vidal, Baby, conduce a sus 16 años a toda velocidad por una carretera comarcal de la que apenas se intuyen las líneas continuas y discontinuas. Lleva a un grupo de yihadistas hasta Mina Conchita, donde van a hacerse con una cantidad desmesurada de dinamita proporcionada por Emilio Suárez Trashorras, un pequeño delincuente local conocido como El Minero y que, entre y fiesta y fiesta, trafica con todo lo que pilla. Así es como termina haciendo negocios con una célula yihadista a la que en absoluto pregunta sus intenciones, a pesar de que es evidente que no son nada buenas. Porque, ¿quién demonios cambia hachís por dinamita?

"Un kilo de dinamita por un kilo de hachís. Tanta dinamita por tanto hachís. Uno por uno, sesenta por sesenta, en la primera hamburguesería de Carabanchel en la que se encuentran es lo que pactan. Nada muy elaborado", apunta a infoLibre Alberto Sánchez-Cabezudo, creador junto a su hermano Jorge de Nos vemos en otra vida, la serie que llega a Disney+ el 6 de marzo y que se basa en el libro Nos vemos en esta vida o en la otra (Planeta, 2016), en cuyas páginas queda para la posteridad la entrevista que Baby concedió al periodista Manuel Jabois para hablar sobre su vinculación con el mayor atentado yihadista cometido en suelo europeo el 11 de marzo de 2004.

De esta manera, la serie relata todo lo que aconteció en la denominada trama asturiana del 11M centrándose en Baby, el primer condenado por los atentados y cuyo testimonio fue clave en el macrojuicio que tuvo lugar en 2007. Nos vemos en otra vida muestra también, en otra línea temporal, esos encuentros en los que Jabois persigue y termina entrevistando a un Gabriel Montoya ya adulto, en libertad desde 2010 después de ser condenado a seis años de internamiento en régimen cerrado y cinco años más de libertad vigilada. Un hombre reacio a contar su historia, pero que termina aceptando movido por cierto sentimiento de remordimiento, que no arrepentimiento. "Está bien contar las cosas", es la respuesta del periodista que termina convenciéndole.

Rateros de poca monta, quinquis adolescentes sin expectativas en un barrio humilde de Avilés que terminan metidos en semejante berenjenal por la irrupción en sus vidas de Trashorras, un tipo más mayor, adicto a todo y que ejerce una influencia funesta sobre ellos y sobre todo lo que toca. "Yo no creo que mucha gente sepa que el primer condenado por el mayor atentado en suelo europeo fuese un chico español de Avilés de 16 años. ¿Pero cómo puede ser posible?", plantea Alberto Sánchez-Cabezudo, quien además señala que la serie de alguna manera también "desmitifica el mal", pues muestra que "no era un plan pergeñado por mentes increíbles, sino que todo es muy cutre, muy sucio, muy circunstancial". "Cuando ves la serie te das cuenta de la cantidad de veces que pudo no haberse llevado a cabo esta venta de explosivos y no haber sucedido el 11M", lamenta.

Su hermano Jorge, por su parte, apostilla que, efectivamente, el atentado "pudo no haber sucedido mil veces", ya que tal y como muestra Nos vemos en otra vida, "las cosas se producen de una forma menos sofisticada de lo que muchas veces se tiende a pensar. "Es tan básico y a la vez tan monstruoso y difícil de asimilar", continúa, resumiendo que esta es la historia de "unos terroristas que quieren atentar y dan con un tipo que es un esquizofrénico diagnosticado con acceso a dinamita, por lo que, como suele decirse, les vino dios a ver para que pusiera en sus manos a un tipo que era capaz de negociar la misma cantidad de hachís por la misma cantidad de dinamita". Ese tipo está interpretado por un Pol López de lo más convincente en su papel de violento buscavidas capaz de todo, que remarca a infoLibre el "valor histórico y de documento" de la serie, pues "refuerza la idea de generar memoria con razones, explicaciones y hechos". "La serie no justifica, pero da un contexto y explica de donde salen las cosas", puntualiza.

Roberto Gutiérrez, que da vida al Baby adolescente, ni tan siquiera había nacido hace veinte años, de manera que el 11M le queda ya tan lejos como a toda una nueva generación que puede encontrar en esta serie una manera de conocer este episodio tan importante en la historia democrática española: "Yo nací justo después de los atentados y no tenía ni idea de nada, mucho menos de la trama asturiana. En mi caso, nunca ha surgido el tema de hablar del 11M con gente cercana o familiares, no sabía más allá de que había ocurriendo un gran atentado. . Está bien que mi generación, y todo el resto de la gente que no la conozca, sepa de la historia de España".

Coincide Quim Ávila, que interpreta al Gabriel ya adulto que se encuentra con Jabois, y que en la vida real tenía diez años cuando se produjeron los atentados. "Conocía algunos detalles, pero no la trama asturiana, que son hechos bastante desconocidos para una gran parte de la sociedad española", indica, para acto seguido mostrarse crítico con un sistema educativo que empieza por la prehistoria pero "casi nunca llega al presente". "Yo tengo más información de la historia de España cuando era Castilla que de lo que ha pasado los últimos cincuenta años. Por eso, se agradece un montón que pueda haber un proyecto como este que complete la memoria de mucha gente que, o no habían nacido, o eran niños, o simplemente prefirieron mirar hacia otro lado", plantea a infoLibre.

Lo que sucedió en la cuenca minera asturiana es algo "muy trágico" para Pol López, quien en cualquier caso subraya que esta es una serie "respetuosa que piensa mucho en las víctimas". Esa fue, de hecho, una gran preocupación para los creadores de la serie, que han tardado años en materializarla precisamente por eso y que han estado en permanente contacto con la Asociación 11M a través de su presidente, Eulogio Paz. "Les informamos e intentamos ir cerrando los capítulos para que pudiesen verlos antes de llegar a lanzar la serie", cuenta Alberto Sánchez-Cabezudo.

Y aún añade: "Tardamos mucho en pensar la serie por las víctimas. Estás contando la historia a través de la gente que causó tanto dolor y necesitábamos que las víctimas tuvieran su lugar, porque Nos vemos en otra vida pretende contar cómo sucedió pero también el dolor que provocó, de manera que qué menos que pudiesen darnos su opinión. En general, nos transmitieron que es una historia que hay que contar, porque ha quedado un poco en la nebulosa del imaginario de la gente, a pesar de ser uno de los hechos históricos más importantes de nuestra democracia. Es de recibo y de justicia hacer memoria histórica, contarlo y que quede fijado el relato de cómo sucedió con el mayor respeto a las víctimas".

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Ese respeto queda plasmado en la manera de contar lo sucedido, alejándose totalmente de imágenes impactantes o sangrientas del día de los atentados. De hecho, son miembros de la Asociación 11M los que aportan sus testimonios en el capítulo dedicado al juicio. "Esta es una herida reciente y había que hacer un trabajo con mucho rigor", asegura López, mientras Ávila admite que, al hablar del 11M, lo primero que te imaginas es que van a aparecer imágenes de los atentados, algo que no sucede aquí pues, aunque evidentemente se habla de ellos, "la manera en cómo aparecen dentro de la trama no es nada morbosa ni gratuita, al contrario, es sobre todo a través del testimonio de las víctimas". "La meticulosidad y la rigurosidad son proporcionales a la conciencia sobre el tamaño del dolor que causó", apostilla López.

"Queríamos contar algo tan grande desde lo pequeñito y ver esa parte más sucia y más cutre, menos sofisticada, de cómo al final el mal muchas veces reside en esas pequeñas cosas que suceden en lo cotidiano"

Para terminar, Jorge Sánchez-Cabezuelo defiende la pertinencia de una serie como esta para que la historia "se sepa y se pueda hablar de estas cosas, porque hay temas que son un poco tabú o se plantean con ciertos miedos cuando una sociedad adulta, madura, democrática, tiene que ser capaz de hablar de sus cosas y de hablar de sí misma". "Ha pasado mucho con el terrorismo de ETA. Proyectos como Patria o Maixabel hacen que de repente se hable de una forma natural sin entender que pueda significar otra cosa que estar hablando de un tema que ha supuesto un dolor enorme en la sociedad", argumenta. Y sentencia: "La sanación siempre pasa por contarnos a nosotros mismos".

Nos vemos en otra vida llega más de una década después de 11M, para que nadie lo olvide, una miniserie emitida por Telecinco en 2011 y que reconstruía todo lo acontecido. En esta ocasión, esta serie se centra en la "doble escala", en palabras de Alberto, de "cómo contar algo tan grande desde algo tan pequeño y no querer abarcar toda la reconstrucción de los atentados", sino más bien centrándose en un punto de vista que les permitiera "llegar a ello desde lo pequeñito y ver esa parte más sucia y más cutre, menos sofisticada, de cómo al final el mal muchas veces reside en esas pequeñas cosas que suceden en lo cotidiano".

Es noche cerrada, llueve como solo llueve en Asturias y Gabriel Montoya Vidal, Baby, conduce a sus 16 años a toda velocidad por una carretera comarcal de la que apenas se intuyen las líneas continuas y discontinuas. Lleva a un grupo de yihadistas hasta Mina Conchita, donde van a hacerse con una cantidad desmesurada de dinamita proporcionada por Emilio Suárez Trashorras, un pequeño delincuente local conocido como El Minero y que, entre y fiesta y fiesta, trafica con todo lo que pilla. Así es como termina haciendo negocios con una célula yihadista a la que en absoluto pregunta sus intenciones, a pesar de que es evidente que no son nada buenas. Porque, ¿quién demonios cambia hachís por dinamita?

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