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De María Cristina a Juan Carlos I: Borbones, trenes, capitalismo y corrupción en la España de ayer y de hoy

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Barcelona-Mataró, Madrid-Aranjuez, Langreo-Gijón, Valencia-Xátiva. El ferrocarril irrumpió con vigor kilométrico en la España de mitad del siglo XIX como símbolo del desarrollo y el progreso. También como posibilidad de apertura a Europa y conexión cultural entre territorios, tal y como rápidamente entendió un fino observador de su tiempo como Benito Pérez Galdós, quien escribió aquello de que "un tren que parte es la cosa del mundo que más semejanza tiene con un libro que se acaba. Cuando los trenes vuelvan, abríos, páginas nuevas".

También hubo quien en las más altas esferas del poder lo vio como oportunidad para hacer negocio económico y sacar pingües beneficios. No en vano, durante el reinado de Isabel II (desde 1833 hasta 1870, con su madre María Cristina de Borbón como regente hasta 1840), España se modernizó notablemente gracias al tendido de muchas líneas de ferrocarril. Décadas de frenesí constructor que no pocos personajes de la clase dominante supieron aprovechar para enriquecerse, como la propia María Cristina o el Marqués de Salamanca.

Eso es precisamente lo que cuenta Breve historia del ferrocarril español, obra teatral que llega este viernes al Centro Dramático Nacional con texto de Joan Yago. "Intentamos explicar la historia del paso del antiguo régimen a los sistemas parlamentarios y la economía capitalista, al mundo en el que vivimos, usando el hilo conductor de la construcción de la red ferroviaria en España, que nos sirve a la vez para hacer genealogía de la corrupción y el pelotazo", resume a infoLibre el autor.

"Los espectadores se van a encontrar con una fiesta, la del capitalismo, el desarrollismo y la corrupción, a la que no están invitados”, tercia la directora, Beatriz Jaén, sobre esta historia contada por mujeres que habla de la reina Isabel II y la reina regente María Cristina desde un punto de vista irónico y con toques gamberros, con Paloma Córdoba y Esther Isla como actrices protagonistas de un montaje que pretende hacer un ejercicio de memoria y, al mismo tiempo, de justicia.

Una pieza teatral que es, asimismo, una mirada al origen del capitalismo en España y a su estrecha relación con la familia real. El progreso es bueno para todos, pero para unos más que para otros, en definitiva, tal y como apunta Yago al recordar que esta idea de que "forrarnos a comisiones, mordidas y sobrecostes por medio de las obras públicas nace entonces en nuestro país y llega hasta nuestros días con el presunto cobro de comisiones por parte del rey emérito Juan Carlos I en la construcción del tren de alta velocidad a La Meca en Arabia Saudí".

Breve historia del ferrocarril español no es, en cualquier caso, una obra sobre los Borbones o la monarquía. Al menos, "no exactamente", pues va más allá para reflexionar sobre los poderosos y la corrupción. "Y, evidentemente, la familia real lleva aquí tres siglos en el poder y ha tenido casos de corrupción", señala el autor, para luego plantear lo interesante de comprobar cómo "la historia se repite, cómo se producen ciclos y cómo cosas que creíamos que habíamos dejado atrás siguen entre nosotros". Para ello, el texto está lleno de datos y cifras que pueden llevar al espectador a "pensar por momentos que está en una clase de economía". Pero, al mismo tiempo, es una mirada burlona y política a la vez que, por encima de todo, una fascinada e incrédula.

 "A mí me gustaría que la gente salga del teatro escandalizada. Me gusta mucho recordar a Anne Dufourmantelle, filósofa francesa que decía que eso de que el escándalo por lo menos sirva para generar un nuevo espacio que se le gane a la barbarie, a la estupidez", subraya a infoLibre, para luego calificar de "alucinante" ese paralelismo que se puede establecer entre la construcción de los primeros kilómetros ferroviarios en España y el presente con el caso del AVE a La Meca. Casi doscientos años en los que todo ha cambiado y al mismo tiempo todo sigue como estaba.

En este contexto tiene especial importancia María Cristina, "a quien se le puede atribuir el mérito de ser la inventora de la corrupción en España". Así lo ve el autor del texto, quien se refiere a ella como "personaje absolutamente fascinante e interesantísimo", cuya influencia llega claramente hasta nuestros días por cierto carácter visionario.

"Ella era una persona con una educación absolutista que pensaba que tenía derecho a ejercer el poder por el simple hecho de tener un linaje, un origen. Pero vio que la sociedad estaba cambiando, que los gobiernos liberales no le permitían ejercer el poder de esa manera que ella quería, y entonces consiguió hacer el cambio de pensamiento que otros muchos aristócratas y nobles no consiguieron hacer. Ella dijo, 'ah, que ya no puedo ser gobernante simplemente por ser quien soy, pues me voy a convertir en una empresaria de éxito y me voy a forrar a vuestra costa'", remarca Yago.

Y prosigue: "Representa ese cambio de camisa tan interesante, ese aburguesamiento de los aristócratas, que permitió que de alguna manera los aristócratas de entonces sigan entre nosotros. Hay muchas fortunas que provienen de buenos linajes y es en parte gracias a esto, porque en el siglo XIX hay alguien que entiende que lo que hay que hacer es invertir, forrarse y, si puedo, usar mi influencia y mi poder para forrarme más rápido".

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En este suculento viaje a la España del siglo XIX y todas las "tramas políticas, amorosas y corruptas de aquellos años" se cuentan, según remarca Jaén, desde un lugar "muy elegante", con la "rigurosidad histórica" por delante de cualquier otra consideración, "sin caer en lo panfletario" y dejando espacio para que el espectador desarrolle su propia opinión. Por ello, aclara que la obra "no apunta contra la monarquía como tal, como sistema de representación", sino que habla de "la familia que ocupa ese cargo" desde hace tres largos siglos, con un objetivo final: "Que el debate sea más amplio y enriquecedor, no quedarnos solo en monarquía sí o monarquía no".

Yago, por su parte, pretende que los ciudadanos "conozcamos nuestra propia historia y aprendamos lecciones de ella que nos puedan servir en el futuro". "Observar las ideas y proyectos del pasado te da armas para imaginar el futuro", recalca. Y remata: "No podemos vivir dejando atrás nuestra historia. No podemos estar parados en el siglo XXI en un momento en el que las crisis financieras se suceden y el capitalismo parece que está a punto de derrumbársenos encima, sin entender de donde venimos, cómo empezó todo esto, y que la idea de saquear está en el mismo germen del capitalismo".

Breve historia del ferrocarril español se estrena este viernes 14 de octubre en el Teatro María Guerrero del Centro Dramático Nacional, donde estará hasta el domingo 13 de noviembre.

Barcelona-Mataró, Madrid-Aranjuez, Langreo-Gijón, Valencia-Xátiva. El ferrocarril irrumpió con vigor kilométrico en la España de mitad del siglo XIX como símbolo del desarrollo y el progreso. También como posibilidad de apertura a Europa y conexión cultural entre territorios, tal y como rápidamente entendió un fino observador de su tiempo como Benito Pérez Galdós, quien escribió aquello de que "un tren que parte es la cosa del mundo que más semejanza tiene con un libro que se acaba. Cuando los trenes vuelvan, abríos, páginas nuevas".

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