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Mostra de Venecia

Triple jornada de decepciones con Fatih Akin, Saverio Costanzo y David Oelhoffen

Viggo Mortensen, el director francés David Oelhoffen y el actor Reda Kateb

infoLibre / Noticine

Tres muy diferentes películas, las tres europeas de producción pero con historias que se desarrollan fuera de ese ámbito geográfico, han coincidido este domingo en la sección competitiva de la 71 Mostra de Venecia, dejando el mal sabor de boca de la decepción. La primera, la más esperada, nos regaló precisamente lo peor. Hablamos de The Cut (El corte), del germano de origen turco Fatih Akin, viejo conocido en el circuito de festivales y premios. Pero tampoco convencieron Hungry Hearts, del italiano Saverio Costanzo, o la francesa Loin des hommes, de David Oelhoffen, con Viggo Mortensen como protagonista.

Una de las razones que anticipaban para The Cut (El corte) el título teórico de "película del día", es su retirada la pasada primavera de Cannes por parte de Akin, tema sobre el que circularon diversos rumores, el más frecuente relacionado con el empeño del alemán de ir a competición, mientras –siempre supuestamente– los organizadores del certamen galo pretendían relegarle a otra sección. Visto lo visto, no hay nada que reprochar esta vez a Thierry Frémaux y sus colaboradores: Simplemente The cut es una mediocre películaThe cut al servicio de un gran tema merecedor de mejor suerte.

Y es que el autor de Soul Kitchen y Contra la pared estaba interesado en hablar de un asunto sumamente espinoso en la tierra de origen familiar, Turquía. El del genocidio armenio a manos de jóvenes otomanos, durante la I Guerra Mundial, del que el año próximo se recordará su primer centenario. El asunto viene de largo, porque en realidad Fatih Akin lo que pretendió, años atrás, fue hacer una cinta sobre otro hecho real mucho más cercano en el tiempo: el asesinato por parte de un adolescente nacionalista turco de un periodista turco-armenio por haber defendido la idea del genocidio armenio, tema tabú y oficialmente negado por las autoridades turcas a pesar de que los historiadores del resto del mundo lo sustentan como auténtico. Recibió tantas amenazas que por mucho que fuera alemán y residiera en ese país europeo tuvo que echarse atrás. Pero, lejos de arredrarse, decidió hincarle el diente al tema principal, el propio genocidio armenio, un empeño tan encomiable como frustrante en sus resultados.

Cuenta The Cut la historia de Nazaret, un armenio que sobrevive milagrosamente a la muerte de buena parte de su familia a manos de los llamados "jóvenes turcos", y recorre luego medio mundo en busca de sus hijas gemelas, que también se han salvado y viven en Estados Unidos.

La cosa se tuerce desde el principio, cuando vemos que el alemán elige el inglés como idioma principal de su film. Bueno, no de todo él, porque curiosamente son sólo los armenios quienes hablan en inglés -bastante básico por cierto- mientras los ciudadanos de otras nacionalidades -hay unas cuantas- cada uno habla en su propio idioma. Imaginamos que los productores le dijeron a Akin que un film épico y caro de estas características exigía la exportación a un público lo más amplio posible, pero esa elección idiomática es la primera de las desconexiones que sufre el espectador de este trabajo lleno de buenas intenciones pero de discutibles resultados.

El cineasta germano-turco, que no hace falta esforzarse para imaginar que de nuevo ha recibido amenazas de todo tipo de parte de ultranacionalistas turcos, ha querido evitar no obstante problemas y encargó el protagonismo al francés de origen argelino Tahar Rahim (Un profeta), cuya madurez a lo largo de la cinta por cierto resuelve con unos polvos grises en su pelo, de manera que su rostro aniñado (tiene poco más de 30 años en realidad) hace bastante increible el reencuentro con unas hijas que disfrutan de sus 18 abriles.

Una lástima que una vez más la maquinaria de la industria fagocite la credibilidad de una historia. Ha pasado muchas veces, y casi siempre el objetivo comercial no se ha logrado, precisamente porque no nos acabamos de creer lo que vemos.

Por su parte, el italiano Saverio Costanzo nos lleva hasta Estados Unidos para adaptar una novela de Marco Franzoso en Hungry Hearts, la historia de una joven pareja (Alba Rohrwacher y Adam Driver) cuya relación bascula al llegar un bebé al que ella se empeña hasta la locura en "proteger" de cualquier peligro exterior, empezando por la comida. Así, impone alimentarlo sólo con una dieta vegana (vegetariana extrema), contra la oposición de su marido y la madre de éste.

Aquí de nuevo nos enfrentamos a una historia -hay quien la ha comparado con La semilla del diablo- demasiado cogida por los pelos y además incómoda para el espectador, con esa protagonista cada vez más desquiciada y aislada (es una huérfana italiana empleada en la embajada de ese país en Nueva York), ante la impotencia de quienes la rodean.

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A Viggo Mortensen le hemos visto hablar en español (con acento argentino en alguna ocasión y esforzándose en disimularlo en favor de un presunto castellano en otra), en inglés, en danés... Y ahora en francés. Loin des hommes (Lejos de los hombres), de David Oelhoffen, usa como punto de referencia un relato de Albert Camus para narrarnos con un inequívoco estilo de western, aunque la acción se desarrolla en la Argelia aún en manos francesas, en pleno siglo XX, la historia de un maestro que debe responsabilizarse de una inusual tarea, el traslado desde una aldea perdida y por tierras desérticas, de un convicto y confeso argelino que ha asesinado a un pariente, para que las autoridades en la ciudad le juzguen y presumiblemente le ejecuten.

Las cartas quedan rapidamente sobre la mesa, cuando vemos que el personaje de Mortensen no tiene especial interés en cumplir cabalmente con la misión, y hasta permite evadirse al prisionero. Pero éste vuelve aquejado de fiebre y el maestro acaba convirtiéndose en su protector frente a los rigores de la naturaleza y a la búsqueda de venganza de los familiares de su primo asesinado, con el trasfondo de la guerra de independencia argelina también presente.

Oelhoffen parece más preocupado de ofrecernos bellísimas imágenes del desierto y las montañas norteafricanas, y de regalarnos todos los clichés del cine del Oeste, que de dar mordiente a sus personajes, que son demasiado esquemáticos, y a sus conversaciones, igualmente simples. No hay emoción, no hay tensión, sólo paisajes que nos conducen irremediablemente al aburrimiento.

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