Apenas empezaba a recabar testimonios para este reportaje cuando me lo dijeron: la librería cooperativa madrileña La Marabunta, sita en el barrio de Lavapiés, no podía más.
"Tenemos que anunciaros una noticia triste: este mes de febrero La Marabunta cerrará sus puertas –anunciaba un comunicado colgado en la web–. Han pasado más de cuatro años desde que iniciamos este proyecto colectivo con mucha ilusión".
Era una idea loca. Y el calificativo no es mío, sino de ellos, que aceptan que "abrir una librería en estos tiempos era una locura pero las personas que formamos parte de La Marabunta estamos un poco locas".
Soñaban con un espacio asociativo cuya viabilidad dependería de quienes lo utilizaran, a los que se pedía que se hicieran suscriptores aportando 15 euros al mes que se sumarían íntegramente a una cuenta propia para gastar en libros. Aspiraban a convertirse en "punto de encuentro para la cultura (espacio cultural) y el activismo social (cooperativa de consumo), un espacio abierto al barrio y a la ciudad, donde poder disfrutar juntos/as de buenos momentos". De hecho, su discurrir ha estado estrechamente ligado a los movimientos socio-políticos de los últimos años, no en vano detrás de ella estaba (entre otros) Miguel Urbán, fundador de Podemos.
Ahora, reconocen que no han logrado darle a la idea la sostenibilidad económica necesaria, afirman que para lograrla deberían ampliar las dimensiones del proyecto y tiran la toalla aunque no descartan "que en un futuro el espíritu de La Marabunta reaparezca en otro lugar y/o con otra forma". Pero por el momento... esto es todo, amigos.
"Es probable que en este caso los cruces políticos-partidistas-partidarios puedan haber influido –escribió al saber la noticia Txetxu Barandiarán , analista del mundo editorial–. Desconozco el detalle, pero hay mezclas que demuestran también el refrán. ‘Sopas y sorber no puede ser’".
Por lo demás, la ilusión no es suficiente para mantener un proyecto, y Barandiarán así lo subrayaba: "lo que es imprescindible es la sostenibilidad económica y me atrevería a afirmar que en el mundo del libro más todavía porque los retornos son lentos y de baja rentabilidad suponiendo que todo vaya bien".
Visionarios realistas
Con sus innegables singularidades, La Marabunta es (escribo en presente porque el cierre se producirá el día 15) una muestra más de esas nuevas de librerías (cooperativas, vinculadas a asociaciones culturales...) que, en los últimos tiempos, ganan adeptos, si bien evidentemente no estamos ante un modelo de nueva planta.
Entre las históricas, Robafaves, un referente... que también acabó mal. Fundada en 1975 en Mataró, merecedora, entre otros reconocimientos, del premio Nacional del Ministerio de Cultura en 1984 y de la Creu de Sant Jordi en 1998, se vio forzada a cerrar en enero de 2013.
Allí trabajaban Lourdes Mora, Judit Bosch y Esteve Guardiola, quienes al plantearse su futuro profesional, lo tuvieron claro. "Queríamos seguir vinculados a lo que amamos profundamente y con un modelo que también conocíamos –sostiene Guardiola, que fuera gerente de la 'librería madre'–. Por tanto, no hubo dudas: montamos una nueva librería cooperativa." La llamaron Buc de Llibres. "Eso sí, hemos replanteado el modelo de negocio, lo hemos reducido a la dimensión que creíamos posible y empezamos de cero capitalizando el poco paro que nos quedaba".
Tampoco dudaron a la hora de elegir el formato los impulsores de Katakrak, en Pamplona. "Era el que mejor se adaptaba a lo que queríamos –nos dicen, al tiempo que nos piden que atribuyamos sus declaraciones no a una persona en concreto sino al colectivo–. Elegimos, además, un tipo especial de cooperativa, que es la 'sociedad cooperativa de iniciativa social', que fundamentalmente limita las diferencias salariales aún más que las cooperativas 'normales' y es considerada 'sin ánimo de lucro'; es decir, que no hay reparto de beneficios entre los y las socias, sino que los excedentes han de reinvertirse en la propia actividad".
Idéntica determinación en Jesús Arpal, Amanda Cuesta y Julia Montilla, impulsores de La Caníbal (Barcelona), decididos desde el minuto uno a poner en marcha una librería cooperativista "porque se trata de un proyecto con ánimo transformador y entendemos que la economía social es un espacio de construcción de alternativa anticapitalista". También la suya es una cooperativa sin ánimo de lucro, su objetivo como empresa es lograr consolidar puestos de trabajo de calidad. "Una vez lo alcancemos, cualquier excedente debe orientarse a contribuir a otros proyectos de la economía social y solidaria".
Libreros, pues, militantes, firmes partidarios de maneras más horizontales de distribución del trabajo, el poder y el dinero, convencidos de la necesidad de establecer un compromiso ético tanto en lo que afecta al funcionamiento interno de la empresa como, sobre todo, con la relación con los clientes.
"En ocasiones hemos utilizado el concepto 'empresa política' para hablar de esto –nos dicen desde Pamplona–. A pesar de que parece un oxímoron, creemos que puede describir lo que pretendemos enunciar. Esto es; se trata de que no sólo la organización interna sea considerada virtuosa o portadora de valores 'no-capitalistas', sino que también la incidencia que tiene la empresa sobre el entorno sea considerada con los mismos criterios".
En ese sentido, entienden que la mejor manera de asegurar una viabilidad "tanto económica como pasional y política" de la librería a largo plazo es hacer coincidir modelo económico y modelo de intervención política; es decir, "intentar escapar en la medida de lo posible de dividir la actividad entre aquello que da dinero pero no interesa y aquello que es muy interesante pero no funciona económicamente. Lo ideal, el horizonte, es la búsqueda de la unión entre ambos; es decir, la respuesta a la pregunta ¿cómo hacer viable esto que es tan interesante?".
Todos los libros... o no
Esa respuesta pasa por determinar el tipo de libros que quieres ofrecer a tus posibles clientes porque, más allá del modelo de sociedad, cada uno tiene un modelo de librería, y como vamos a ver no es necesariamente el mismo.
Buc de Llibres es generalista y, por tanto, allí caben "tanto los libros que nos emocionan profundamente como aquellos que no nos interesan para nada. Sólo hay una excepción: aquellos libros que consideramos que pueden ser ofensivos o defender ideas vejatorias". Su compromiso ético está en aquello que prescriben a quienes van a asesorarse: "sólo recomendamos aquello que creemos que puede ser útil al cliente o que creemos que es realmente bueno".
Además de prescriptores quieren ser creadores de lectores, tarea esta que encaran facilitando la aproximación a la lectura mediante una sección de libros recomendados ("porque los hemos leído y creemos que son realmente buenos"), facilitando bibliografías especializadas a colectivos profesionales que lo solicitan, enviando selecciones de novedades interesantes a escuelas que les piden consejo, invitando a las escuelas a visitar sus instalaciones, llevando los libros a asociaciones de padres... "Este compromiso ético-social es el que creemos que es útil tanto para nosotros como para nuestros clientes, que encuentran en nosotros la posibilidad de catar, comentar, preguntar o asesorarse antes de comprar. Que encuentran la posibilidad de disfrutar el libro desde las primeras edades y, por tanto, vincularse emocionalmente con él de manera positiva y satisfactoria. Nuestro deseo es contribuir a aumentar el número de lectores de nuestro entorno más inmediato".
Diferente es la opción de La Caníbal, que ha preferido especializarse en herramientas de transformación social. "El pensamiento crítico es una gran herramienta transformadora: los ecologismos, feminismos, postcolonialismos, la memoria histórica... nos ayudan a comprender mejor el mundo en el que vivimos y a entendernos y relacionarnos más allá de la violencia."
Incluso con matices, hay pues un compromiso en el fondo (editorial) y en la forma (societaria).
El futuro, para el que lo trabaja
Hablar de futuro en estos tiempos difíciles puede parecer una (pequeña) provocación. Pero no lo es.
"Dicen que cualquier negocio tarda entre tres y cinco años en consolidarse. Dentro de pocos días cumpliremos un año y aún nos queda mucho trabajo por delante, mucho que aprender –responden desde La Caníbal–. Aún hay líneas del proyecto por desarrollar y esperamos con ganas que llegue el momento de poderlas abordar. Soñamos con poder ir un paso más allá de la supervivencia y retornar todo el apoyo que estamos recibiendo".
Ver másÉrase una vez… el autor
"Estamos en una época de gran dureza, pero también de grandes cambios y esperanzas –apuntan desde Katakrak–. Nuestro futuro lo queremos ligado a esas transformaciones necesarias, y nuestra actividad, como librería y como espacio social, la vemos interesante en tanto en cuanto permita empujar en ese sentido de transformación social. Nuestro futuro imaginado y deseado pasa por contribuir y aportar en cada momento lo más útil en esta dirección, y con las herramientas que tengamos a nuestro alcance: textos, músculos, espacios, cerebros..."
"Hasta esta navidad no lo teníamos muy claro. Hemos sembrado mucho, hemos arado la tierra, hemos quitado las malas yerbas que hemos podido, hemos buscado las mejores semillas que hemos encontrado, las hemos plantado y regado día a día. Sin descanso –nos dicen los de Buc de Llibres–. Después de todas las actividades antes comentada y muchas más programadas semanalmente (curso de introducción a la magia para niños, taller de caligramas, curso de cuentacuentos, presentaciones de libros, pequeños conciertos y un sinfín de actividades culturales), creemos que están empezando a sacar cabeza los primeros brotes de las que esperamos que sean nuestras plantas, arbustos y árboles de futuro".
Parafraseando el poeta, todos creen que la librería es un arma de transformación (social, económica, cultural) cargada de futuro.
Apenas empezaba a recabar testimonios para este reportaje cuando me lo dijeron: la librería cooperativa madrileña La Marabunta, sita en el barrio de Lavapiés, no podía más.