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La vida en una calle

A la cuarta va la vencida. Al menos la cosa funciona así si hablamos de Hablar, la nueva película del director Joaquín Oristrell. A la cuarta le salió el experimento que llevaba gestándose desde 2009: un filme grabado totalmente en un plano secuencia. Concebido en la escuela de actores de Cristina Rota, la parte formal del proyecto consiste en seguir a cuatro decenas de personajes que pasean entre la Plaza de Lavapiés, en Madrid, y una de sus radiales hasta desembocar en la Sala Mirador, teatro donde también tiene su sede el centro de interpretación de la prestigiosa formadora.

Ensayaron un domingo de agosto de 2014, realizaron dos tomas el siguiente lunes y otras dos el martes. Al final se quedaron con la última, porque como explicó Oristrell en el Festival de Málaga, donde se estrenó la película, fue la que les quedó más “orgánica”. Nombres como Sergio Peris-Mencheta, Marta Etura, Miguel Ángel Muñoz, Antonio de la Torre, Raúl Arévalo, Melanie Olivares, Goya Toledo, Secun de la Rosa o los tres hijos de Cristina Rota —María y Juan Diego Botto y Nur Levi—, un “80%” de ellos alumnos o exalumnos de la escuela, se transforman en personajes que habitan el barrio y que, simplemente, viven y lo cuentan a base de diálogos, de gritos, o de llantos. También, claro, de risas y abrazos. 

A lo largo de 80 minutos, desfilan ante la cámara una madre con un bebé que no tienen para comer, unas barrenderas que discuten sobre el devenir social y político del país, un chaval obsesionado con el porno que tiene que rendir cuentas con su novia… y su madre, un explotador racista y su víctima, una profesora de literatura que no quiere decir palabra, una joven preparada que no encuentra trabajo, un frustrado que quiere ligar con ella, un tipo que queda con una desconocida que ha contactado por Internet y se lleva la sorpresa de su vida… Como el sueño realizado de un cotilla, el espectador se adentra en esas conversaciones que normalmente se perciben solo de pasada y, con ellas, emprende un paseo imaginario por la España de hoy, jalonada de miserias pero también con una grandeza fundamental: la del poder de unión que emana del acto de comunicarse.

El propósito original, como explica la propia Rota, era dejar hacer a los actores. Ella quería que probaran a jugar con sus emociones y Oristrell, jugar él mismo con el plano secuencia. Cada intérprete ha sido así partícipe de la experiencia de creación de su propio personaje, con un margen amplio para la improvisación. Lo que les ha salido es claramente una película de crítica social, en la que también rinden un homenaje a los actores y su trabajo, que precisamente consiste en hablar, al terminar convergiendo todos los protagonistas en un mismo punto: las gradas de la Sala Mirador. Nos hemos reunido con tres de esos intérpretes —Nur Levi, Secun de la Rosa y Goya Toledo (la única del elenco que no participa en la secuencia en vivo, sino con una grabación)— y con Cristina Rota para que desentrañen algunas de las claves de esta peculiar propuesta, de estreno en cines este viernes. 

UNA PELÍCULA QUE ES REFLEJO DE LA ESPAÑA ACTUAL

Cristina Rota: Lo primero es que eso no era una pretensión o consigna. El tema era darle medios a cada actor para que expresara lo que le conmueve, lo que le mueve, lo que le da rabia: aquello que necesita imperiosamente expresar. El objetivo era que cada actor supiese qué es lo que quería expresar: hablar sobre sus inseguridades, sobre su deriva existencial, sobre la crisis, sobre la injusticia, sobre el hambre en el mundo… lo que cada actor quisiera. De manera que compromiso sí había, pero con el ser humano. Ese era el planteamiento. El compromiso de la película es con lo más hondo y esencial del ser humano. 

Se trataba de pensar en ese personaje que quieres que te llegue y que a lo mejor no te llega nunca. Cada uno vino con una propuesta, pero no todos son escritores, de manera que algunas cosas eran ideas para que Oristrell o yo las cerráramos. Luego surgió lo que surgió, que es una película por supuesto comprometida con su época.

Hay actores que estaban ocupados, que estaban rodando… y que nos decían por teléfono: yo quiero estar, y quisiera hablar de esto, o de lo otro…. Por eso la improvisación era muy importante. Nosotros estábamos abiertos a hacer una estructura —que forjó Oristrell— donde todo creciera de manera orgánica.

En la escuela empezamos a trabajar antes con Goya y Nur, y con Marta Etura, en un taller, con un seminario. En ese seminario, que duró dos semanas, y en el que rodamos todo y sacamos un tráiler, tuvieron tiempo de improvisar y también de interrelacionarse. Nur, por ejemplo, conservó el personaje y luego escribió una obra de teatro. Cada una vivió una experiencia diferente.

LA PREPARACIÓN DE LOS PERSONAJES Y LA IMPROVISACIÓN

Nur Levi: Hubo gente que, al pasar años desde que empezamos con el seminario hasta que se puso en pie, cambió la temática de lo que quería hacer, como es el caso de Goya. En mi caso yo sí que quise mantener la misma temática de lo que quería contar.

Secun de la Rosa: Cada cual vivió una experiencia totalmente diferente. Cuando me enteré del proyecto yo estaba haciendo otra cosa, pero me apasioné al oírlo y quería estar. Hay un cantante francés que me mola mucho, que se llama Stromae, y él había hecho un vídeoclip que era una experiencia nueva: grabarse de madrugada en plena calle, borracho, para ver qué pasaba. Como todo el mundo le reconocía como cantante, y él lo grabó con una cámara desde un piso, en plan cámara oculta, la gente venía y en lugar de ayudarle le hacían fotos, o venía la policía y no le multaban… Le pasaban mil cosas menos ayudarle. Así que yo pensé: como estoy en otro rodaje, voy a decirle a Cristina que me meta así como él, borracho, a ver qué pasa. Lo que pasa es que, afortunadamente, había una escena de Marta Etura, que había estado preparándose, y me metieron en esa historia. Y me gustó mucho, porque el personaje es un resentido, alguien al que de pequeño le ha ido muy mal, las mujeres han pasado de él y ahora que tiene un pequeño trabajillo saca desde ahí toda su frustración.

Goya Toledo: Mi caso es distinto. Yo empecé con un personaje que en ese momento, en 2009, me apetecía mucho hacer. Luego, cuando retomamos el proyecto me apetecía hacer la historia de Beatriz (Bracero) y Almudena (Puyo): la de dos limpiadoras que van por la calle y que están en guerra con los carteles y mensajes que ven, y cómo eso les influye en la vida y cómo pelean con ello. Empezamos con eso pero yo tenía otro rodaje. Al final no se pudo hacer nada con las fechas, pero yo quería estar en la película sí o sí, así que tengo un trocito de monólogo escrito por Joaquín (Oristrell).

Cristina Rota: Lo curioso es que la otra historia que ella había creado hubo que desarrollarla porque ya estaba en el guion: nos quedaba un bache y no había tiempo. Hubo que buscar a las actrices para que desarrollaran la idea de Goya, y lo tuvimos que cambiar con Oristrell.

Goya Toledo: Era un personaje muy reaccionario, de los que no quieren dejar a la gente que piense.

Cristina Rota: Era una persona de clase baja, puteada por la sociedad, que a lo mejor no gana más de 500 euros, pero que sin embargo está en contra del cambio, tiene la mentalidad del dominante.

'HABLAR' PARA DESPERTAR LA CONCIENCIA SOCIAL

Nur Levi: A mí me resultó muy gratificante darme cuenta de que al final tenemos mucha más conciencia social de lo que pudiera parecer. Es algo que no va aparte, sino que va con uno: es nuestro día a día. 

Goya Toledo: Yo creo que tenemos mucha conciencia social y discutimos mucho y nos fijamos mucho pero desde nuestro sitio, sin salir a la calle, y eso no se escucha. Yo ya lo he decidido: hay que salir a la calle, no hay que quejarse en casa, por lo menos hay que mostrarlo y que los demás te escuchen, porque si te quejas con tu amigo, se queda entre tu amigo y tú.

Secun de la Rosa: Además, es un momento un poco contradictorio, porque es verdad que en las calles, en los bares, entre amigos, con la familia, la política está todo el rato como el gran tema. Y sin embargo, en el arte está menos que nunca. No hay tantos autores contemporáneos que hablen de lo que pasa en la actualidad, y yo creo que Hablar, si ves la cartelera ahora, será una de las pocas películas que habla de la España actual, de lo que está pasando en estos momentos.

Goya Toledo: Es que es una película con la que mucha gente se puede sentir identificada. No va a un público determinado, sino a un público muy amplio, porque entre la cantidad de personajes que hay siempre va a haber alguien que se identifique con alguno.

historias DURAS en la película

Goya Toledo: Es que es lo que está pasando. Hay gente que está pasando hambre, y no puedes decir: es que no es para tanto, porque sí es para tanto. Hay gente que lo está pasando muy mal, y son a ellos a los que hay que cuidar y apoyar.

Cristina Rota: Lo que es duro es callarse. Lo que tiene la película, lo que tiene Joaquín, es que mientras yo tengo humor negro, él tiene humor, negro y de todos los colores. Entonces, ahí nos complementamos muy bien, porque cuando hay un momento trágico a él enseguida le sale el sentido del humor. Siempre existe la forma, quizá un poco chejoviana, de mostrar la poética de lo cotidiano, porque lo cotidiano tiene todos los matices del ser humano: situaciones patéticas, risibles, de todo. Entonces, la película no puede ser catalogada de comedia dramática u otra cosa: es simplemente un recorrido por un barrio de clase media-baja, que es Lavapiés, y que termina en el teatro, que es la metáfora de la cuestión. Y lo hacemos en un solo plano para darle verosimilitud, ese criterio de realidad.

Nur Levi: Yo creo que es una película positiva en el sentido de lo grupal. En lo grupal, en el equipo, está el dinamismo, está la capacidad y la herramienta para conseguir objetivos.

Secun de la Rosa: Sí, a mí ese final de teatro me parece muy interesante. Que se hable ya me parece muy bien, me parece constructivo.

Cristina Rota: En mi caso, que siempre lucho por la dinámica grupal, que es lo que creo que moviliza a una sociedad: trabajar con tareas conjuntas e intercambiando ideas y pareceres, haciendo que confluyan ideas. No es política, sino movimientos. Para mí ese ha sido el mayor logro de la película: me ha levantado el ánimo en un momento que estaba bastante baja. Porque es muy difícil que todo el mundo confluya y quiera hacer algo y participe en un proyecto que es por amor al arte. 

Foto de familia de la presentación de la película. | EFE

A la cuarta va la vencida. Al menos la cosa funciona así si hablamos de Hablar, la nueva película del director Joaquín Oristrell. A la cuarta le salió el experimento que llevaba gestándose desde 2009: un filme grabado totalmente en un plano secuencia. Concebido en la escuela de actores de Cristina Rota, la parte formal del proyecto consiste en seguir a cuatro decenas de personajes que pasean entre la Plaza de Lavapiés, en Madrid, y una de sus radiales hasta desembocar en la Sala Mirador, teatro donde también tiene su sede el centro de interpretación de la prestigiosa formadora.

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