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Una violencia monstruosa

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Quien tuviera que definir el género de Colossal, la nueva película de Nacho VigalondoColossal, para colmar las exigencias de los productores o distribuidores lo ha tenido crudo. Podría ser una comedia romántica: Gloria (Anne Hathaway) vuelve a su pueblo tras un desengaño amoroso y se reencuentra con Oscar (Jason Sudeikis), su amigo de la infancia. O kaiju, esa categoría creada por el cine japonés para películas como Godzilla: un enorme monstruo aterroriza a la ciudad de Seúl, Corea del Sur. Al otro lado del mundo, Gloria no sabe que tiene mucho que ver con ese ataque. Pero es (también) un drama, o incluso un filme de terror: Oscar, el amigo protector, no es lo que parece. Los espectadores pueden escoger o añadir su propia categoría a partir del viernes 30 de junio, cuando llega a los cines españoles. 

Lo hace después de recaudar 2,7 millones de euros en las pantallas estadounidenses desde su estreno en abril. No es lo que pretendía el director de Open Windows o Los cronocrímenesOpen WindowsLos cronocrímenes, nominado al Oscar a mejor cortometraje en 2004. Su primera idea para el filme era localizarlo entre Madrid y Cabezón de la Sal, el pueblo en el que nació hace 40 años. Pero no: tras el estreno de Open Windows, rodado en inglés y protagonizado por Elijah Wood y Sasha Grey, el guion empezó a rodar por la industria estadounidense, directo a las manos de Hathaway. Y dijo que sí: "Le interesaba sobre todo el personaje: cómo era ella, quién era. Luego, ya hecha la película, sí discutimos de qué estábamos hablando, qué debate puede generar la película". Cuatro meses después de que meter a la actriz en el reparto, tenían 13 millones de euros en el bolsillo y un rodaje en marcha. Colossal cambió Cantabria por Vancouver y Madrid por Seúl. 

El cineasta no consideró ni por un momento las críticas inherentes a las películas protagonizadas por mujeres, que hablan sobre todo de una baja recaudación: "No sé si hay un estudio que concluya que las películas protagonizadas por mujeres tienen menos taquilla, porque ha habido géneros a los que se ha relegado a la mujer por un motivo u otro, como puede ser el slasher [subgénero dentro del terror], o la comedia romántica, y hay taquillazos en ambos casos". La extraña premisa, sin embargo, habría cerrado más puertas de no ser por Hathaway. Lo explicaba Sudeikis durante una entrevista con Stephen Colbert en el programa The late show. Imitando a Vigalondo, lanzaba: "Le digo a la gente que va de una mujer que cuando vuelve a casa bebe y cada vez que bebe un monstruo ataca Seúl, Corea del Sur'. Luego les digo que sale Anne Hathaway". 

La idea llegó como una iluminación: dos tipos se arrean tortazos mientras en la otra punta del planeta dos monstruos replican al detalle sus movimientos. "Pero eso solo es una idea. No puedes hacer una película de hora y media basándote en una idea original. Necesitas algo más, y ese algo más define más la película que esa idea tonta", explica el director en una cafetería madrileña. ¿Y si los tipos no eran dos tipos, sino un tipo y una tipa? Ah, ahí había otras implicaciones. Unas que conducían directamente a las comedias románticas. Así que a la idea casi obvia de que los monstruos son metáforas —el penúltimo en utilizarla: Bayona en Un monstruo viene a verme— se añadió que lo que se llama comúnmente amor puede ser una forma de violencia. 

Para su nuevo juego con los géneros —Open Windows era también una muñeca rusa— le venían de perlas los perfiles de sus protagonistas. Anne Hathaway, estrella de ojos grandes y romcoms como Amor y otras drogas o Historias de San Valentín. Jason Sudeikis, chico bueno en The book of love o La última canción. Cuando los dos aparecen en pantalla, algo hace click en la mente del espectador: estos dos están condenados a enamorarse. La segunda mitad de la de la película contradice las expectativas del público, lanzando un mensaje sobre cierta masculinidad tóxica. ¿Y si el chico bueno —estereotipo apodado nice guy en inglés— no lo es tanto? "Hay gente, generalmente mujeres, que ven banderas rojas agitándose desde el primer momento", cuenta Vigalondo, "y un público generalmente masculino que se sorprende mucho".

Pero no es el único: las mujeres de entre 30 y 40 años también se mostraron decepcionadas. "Él tiene mucho peso en una determinada tradición cinematográfica, y esa traición a la expectativa... hay un público al que no le moló tanto", cuenta. No le importa: "Me parecía bien que la actitud de Oscar fuera fácil de confundir con algo diferente, porque eso es lo que ocurre en la vida real.  Las historias similares en la vida real están sembradas de esa confusión, de ese tipo de cariño y atención que puede parecer benigno y luego no lo es".

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Lo sabe gracias a un mecanismo propio del cine estadounidense: los screen test, cuestionarios que ciertos espectadores elegidos cumplimentan después de asistir a un pase privado. Pretenden medir la recepción del público, así como posibles fallos de comprensión en la película que pueden solucionarse en el montaje. ¿Una intromisión de la industria en la creación? No para Vigalondo: "En Europa, la concepción de cineasta es muy próxima a la de autor, algo que no existe en Estados Unidos. Que tú escribas tus propias películas es allí algo llamativo, y aquí es un poco el defecto. A partir de esa condición de autor, estamos recelosos de que elementos externos vengan a cambiar nuestra visión". No se trata, dice, de "rebajar el alcance de la película sometiéndola al punto de vista de la mediocridad", sino de escuchar al espectador. 

Hay ciertos aspectos, eso sí, con los que no hace concesiones. La bilis de los seguidores del género que puedan verle como un aguafiestas de su parcela de ocio: "No vengo a estropear el espacio de diversión de nadie, porque mis películas son muy fáciles de no ver". O el mensaje último de esta extraña película mitad romance, mitad ciencia ficción y a la vez ninguna de las dos: "Si alguien hubiese dicho :'No quiero tanta violencia entre Jason Sudeikis y Anne Hathaway', hubiera dicho que lo siento. Porque esto es una película sobre un cierto tipo de violencia".

 

Quien tuviera que definir el género de Colossal, la nueva película de Nacho VigalondoColossal, para colmar las exigencias de los productores o distribuidores lo ha tenido crudo. Podría ser una comedia romántica: Gloria (Anne Hathaway) vuelve a su pueblo tras un desengaño amoroso y se reencuentra con Oscar (Jason Sudeikis), su amigo de la infancia. O kaiju, esa categoría creada por el cine japonés para películas como Godzilla: un enorme monstruo aterroriza a la ciudad de Seúl, Corea del Sur. Al otro lado del mundo, Gloria no sabe que tiene mucho que ver con ese ataque. Pero es (también) un drama, o incluso un filme de terror: Oscar, el amigo protector, no es lo que parece. Los espectadores pueden escoger o añadir su propia categoría a partir del viernes 30 de junio, cuando llega a los cines españoles. 

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