Las muchas voces de Nacho Vegas

Clara Morales

Nacho Vegas (Gijón, 1974) da titulares. "La monarquía no merece ningún respeto". "Espero que un fascista no escuche mis discos". "No me fío nada del PSOE, con Pedro Sánchez no sabes si es muy tonto o muy listo". "Podemos ha adoptado una estructura vertical que personalmente aborrezco". Algo que sorprenderá mucho a quienes le tengan por un cantautor oscuro, marcado por la adicción, autor de canciones desgarradoras como "Ocho y medio", poblada de pájaros que mueren y de goteras que nadie arreglará. Y que no sorprenderá en absoluto a quienes le tengan por un podemita provocadorpodemita , integrante de la lista anticapitalista en las primarias de Vistalegre II, autor de himnos políticos como "Polvorado": "¿Dónde está nuestro pan, patrón? / ¿Dónde quedó todo ese dinero?". Es el músico de sus discos más políticos, Resituación (2014) y Canciones populistas (EP de 2015). Pero, ¿cuál de los dos Nacho Vegas se encuentra en Violética (Marxophone), su nuevo disco? Pues ambos y alguno más, o eso defiende. 

"Buscaba que el disco se convirtiera en una especie de obra coral en la que una persona puede decir algo y en la siguiente canción, lo contrario", explica, con voz pausada y superando la timidez, en una librería de Madrid. El disco doble, con sus 18 pistas, tiene folk y tiene rock, tiene letras narrativas  y confesiones de amor, versiones y temas nuevos, himnos reivindicativos con garra y canciones derrotadas. Tiene un coro, el Coru Antifascista Al Altu La Lleva —que ya conocen quienes le hayan visto en concierto en los últimos años—, con sus 16 voces. Hay tres músicas que le acompañan en cuatro temas, María Rodés, Cristina Martínez y Christina Rosenvinge. Y tiene también un tema original de Violeta Parra, "Maldigo del alto cielo"; una letra compuesta por los maquis asturianos Manuel y Aurelio Caxigal, "El corazón helado"; versos de Lucía Alba Martínez en "Un ejemplo de discreción" y una versión de una canción popular, "Aida". "Quería buscar distintas perspectivas", insiste, "porque al final hacer canciones es mirar a la vida desde diferentes puntos de vista".

Con el punto de vista lleva peleándose Vegas algunos años. Después de cuatro años, puede decir que Resituación hizo honor a su nombre. "Era un título muy preciso porque implicaba aprender a mirar el mundo desde otro sitio", dice. No se refiere solo a su obvio compromiso político —que en su día le valió una crítica demoledora en la revista Rockdelux, por ejemplo—, sino a la apuesta por la disolución del yo poético construido por el músico hasta entonces. "Me apeteció, y creo que lo he ido manteniendo, trabajar un yo que, a pesar de que hablara desde la intimidad, fuera una intimidad compartida, que fuera un yo que apelara al nosotros", apunta. Y menciona la segunda canción del disco, "Ser árbol", que habla de una metamorfosis: el narrador se transforma en árbol, junto a sus compañeros, para dar "sombra a los de abajo": "Nuestro bosque es un ejército implacable/ Nada es invisible, nada es intocable/ Al fin somos árbol". 

Pero no ha desaparecido del todo la voz confesional de Nacho Vegas, la que está presente en sus poemarios y la que reclaman los seguidores que le piden, una y otra vez, que cante "Ocho y medio", pese a las reticencias del músico. "Hay veces que necesitas volver a ella. Pero la gente que critica lo que estoy haciendo ahora me dice: ‘Vuelve a escribir ‘Al norte del norte’. Lo que pasa es que la escribí hace 18 años. Desde entonces ha cambiado mi vida, ha cambiado el mundo a mi alrededor y obviamente cambian las canciones". En Violética están "Las palabras mágicas", en la que desarrolla y ajusta un poema de su libro Reanudación de las hostilidades. O "La voz tomada", una mirada a sus días de adicción a la heroína y a la amenaza de que regresen. 

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Del otro lado, para explorar esa voz que hable de todos ha rebuscado en a la música tradicional y el folk. No es que sea algo nuevo: en Canciones populistas, por ejemplo, ya grabó una versión de Phil Ochs, icono del folk estadounidense, transformando "Love me, I'm a liberal" en "Ámenme, soy un liberal", con referencias a Zapatero y Aznar incluidas. Y mucho antes, en 2008, versionaba el cancionero asturiano con el guitarrista Xel Pereda en el proyecto Lucas 15. De hecho, este nuevo trabajo iba a ser, originalmente, un disco de versiones, pero se acabaron imponiendo las originales. Quedó Violeta Parra —también presente en el título— y "Aida", que recupera una canción sobre la militante comunista Aida Lafuente, que murió combatiendo en la revolución asturiana del 34. En la cumbia, nacida en la calle y habitualmente con pocos medios, encuentra una suerte de nueva versión del punk. Y en la transmisión del cancionero popular, que pasa de uno a otro sin que nadie se lo atribuya, ve un cuestionamiento de la autoría y el "culto a la personalidad" del rock. 

En los maestros del folk ha encontrado la manera de moverse en esa tensión entre lo íntimo y lo público. En Violeta Parra —"Con el centenario me entró el afoguin de escucharla"—, por ejemplo. "Se impuso una misión, que era la de rescatar canciones que de otra manera se hubieran perdido y devolvérselas al pueblo", relata. "Siendo una mujer que tenía un compromiso político fuerte con el partido comunista, sabía conjugar bien lo íntimo y lo social, había canciones de amor que acaban siendo canciones de denuncia política, o en un mismo disco y sin que chirriara había canciones de denuncia social y canciones de un desgarro vital muy pasional". En Violética está "Crímenes cantados", que relata las muertes de Samba Martine y Mohamed Bouderbala, fallecidos en Centros de Internamiento para Extranjeros (CIE). Y está "Un ejemplo de discreción", que termina con un "Ya se acaba la canción/ Y no dije que te quiero". 

No oculta tampoco que se siente más identificado con esta manera de abordar lo político. "Resituación era un disco muy marcado por el momento... y yo que siempre defendí que para escribir una canción sobre algo que te provoque, tienes que dejar que pase el tiempo, verlo con cierta perspectiva", concede. "En ese momento se estaban produciendo cambios que parecían reales, aunque ahora sepamos que el horizonte no estaba tan cerca como pensábamos, y había cosas que me empujaban a escribir sobre un tema muy inmediato. En este disco, la mirada es más reposada y tal vez sea de un cierto desencanto. Quizás sea lo normal, desencantarte para volver a ilusionarte". Así que, por ahora, muchos de los temas de aquel disco y de Canciones populistas se quedarán en un cajón: "Estuvimos ensayando el fin de semana pasado el repertorio de los conciertos de presentación, y estuvimos tocando canciones de discos antiguos. Pero me di cuenta de que apenas había incluido canciones de Resituación. Y supongo que es porque ahora mismo no me apetecía cantarlas". Matiza: el otro día, en un concierto por el aniversario de la PAH de Asturias sí tocó su canción. Algo de ilusión queda. 

Nacho Vegas (Gijón, 1974) da titulares. "La monarquía no merece ningún respeto". "Espero que un fascista no escuche mis discos". "No me fío nada del PSOE, con Pedro Sánchez no sabes si es muy tonto o muy listo". "Podemos ha adoptado una estructura vertical que personalmente aborrezco". Algo que sorprenderá mucho a quienes le tengan por un cantautor oscuro, marcado por la adicción, autor de canciones desgarradoras como "Ocho y medio", poblada de pájaros que mueren y de goteras que nadie arreglará. Y que no sorprenderá en absoluto a quienes le tengan por un podemita provocadorpodemita , integrante de la lista anticapitalista en las primarias de Vistalegre II, autor de himnos políticos como "Polvorado": "¿Dónde está nuestro pan, patrón? / ¿Dónde quedó todo ese dinero?". Es el músico de sus discos más políticos, Resituación (2014) y Canciones populistas (EP de 2015). Pero, ¿cuál de los dos Nacho Vegas se encuentra en Violética (Marxophone), su nuevo disco? Pues ambos y alguno más, o eso defiende. 

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