Música
Xoel López llega a puerto
"Estoy como en un valle", explica Xoel López (A Coruña, 1977). El músico deja que se le enfríe el café en mitad de una mañana de promoción. No se enfrentaba a la prensa con tanta intensidad desde la salida de su último disco, Paramales, en mayo de 2015. Desde entonces está inmerso en una gira lenta pero segura. Y ahora se acaba: el gallego pone fin a su decimotercer disco —el segundo editado bajo su propio nombre, ya sin el paraguas de Deluxe, su anterior nombre artístico— con tres conciertos en A Coruña (21 de octubre), Madrid (27 de octubre) y Barcelona (29 de octubre). Pero volvamos al valle. Se refiere a ese terreno de incertidumbre entre el cierre de un proyecto y el inicio de otro: "Aunque alguna de las canciones se quede en el repertorio, muere un ciclo. Pero también estoy mirando hacia el futuro, esperando que sea algo bonito".
Paramales se hizo el pasado abril con dos Premios de la Música Independiente, a mejor disco de pop y mejor producción, y ha supuesto la confirmación de una segunda parte de su carrera que se inició en 2012 con Atlántico. Este fue su regreso a la escena sin el nombre que le había dado fama, y tras tres años viajando por Latinoamérica, de donde se trajo evidentes influencias del folclore. Sus seguidores (y la crítica) esperaban el último disco conteniendo la respiración. Y respiraron. Ahora, después de siete años atando su carrera a ciertas influencias latinoamericanas, los desafíos son otros: "Si este era el disco de la vuelta, el próximo será el de estar aquí. Aunque todo lo que soy es en parte también gracias a aquello".
Y "el próximo" ya está en camino. El músico ya ha mostrado siete u ocho canciones a Ángel Luján, productor también del anterior trabajo, y no ha dejado nunca de componer durante el período de gira. Salvo, eso sí, un breve lapso después de la salida del disco: "Después de vaciarte así, en un disco, necesitas parar". A diferencia de las tareas de arreglos, producción y promoción, que sí ve como un oficio, asegura que la composición es un proceso mucho más arraigado. "Lo hacía antes de dedicarme a esto profesionalmente y lo haré mañana si dejo de poder dedicarme a la música. Seguiré necesitando hacer canciones, o escribir", aventura, explicando que le cuesta mucho más escribir música que letras.
Teniendo en cuenta esta igualdad que establece entre "hacer canciones" y "escribir", quizás sea fácil aventurar cuál es su opinión sobre el Nobel a Bob Dylan. "¿En qué sentido?", pregunta. Vaya, o quizás no tanto. "Siempre voy a defender al Bob Dylan letrista. Pero, teniendo en cuenta que le dieron el Nobel de la Paz a Obama, el presidente del país más bélico que conocemos… Pues me da un poco igual. Y a Bob Dylan veo que le da más igual todavía", bromea, refiriéndose al silencio del músico tras la decisión de la academia sueca. "Por otra parte, todo el mundo conoce a Bob Dylan, no hacía falta", añade, "¿Qué querían, generar la polémica de si estas canciones son literatura o no? Pues, sinceramente, da igual". El gallego hace honor a su procedencia.
Y eso que se inscribe en su misma familia artística, la de los cantautores. Una etiqueta con la que muchos músicos, pese a entonar sus propias canciones, no se sienten cómodos. "Hay un concepto muy distinto de lo que es un cantautor aquí, en Latinoamérica y en Estados Unidos", aventura, "Aquí el cantautor se relaciona con una canción protesta, y es verdad que se hicieron cosas maravillosas en ese sentido, pero me parece muy limitado". A él no le van las etiquetas. Como Deluxe, quizás, estaba más evidentemente dentro de ese amplio género del indie en que se mete desde el pop puro de Amaral hasta el noise-rock de Triángulo de Amor Bizarro y que él ya ha "renunciado a intentar definir".
Pese a no sentirse plenamente identificado con la categoría indie —o no solo con ella— no simpatiza con quienes afean a este género musical su falta de compromiso político durante la crisis, tendencia que ha cambiado ligeramente en los dos últimos años. "Los compositores nos nutrimos de lo que sucede", argumenta, " y si ha pasado eso a nivel musical, es porque en las calles estaba pasando algo similar". La ausencia de letras comprometidas en 2008, defiende, tenía que ver con la falta de movilización en 2008. Aunque también defiende que las referencias políticas pueden aparecer "más explícitamente o menos". Curiosamente, su canción "Todo lo que merezcas" ha sido descrita —e intuimos que coreada— como canción de despecho amoroso y como himno político.
Es capaz de nombrar influencias y compañeros de viaje que se encuentran bien lejos en el espectro musical. Iván Ferreiro, con cuya carrera dice identificarse mucho, y Quique González quizás sean los nombres más evidentes, aunque sus sonidos difieran. Más sorprendente resulta escuchar a Josele Santiago, de Los Enemigos, e incluso a Joan Manuel Serrat o Paco Ibáñez. ¿Más? Claro: "el folclore de Galicia y del sur de España". "Me dicen que ando en tierra de nadie", dice, preparando la réplica, "y yo creo que es más bien en tierra de todos".