Josep María Álvarez se ha alzado con el liderazgo en UGT por sólo 17 votos tras una votación que se prolongó hasta las cinco de la mañana y puso punto final a un congreso que se tensó a última hora por culpa del derecho a decidir de los catalanes. Finalmente, sin embargo, el debate en torno a Cataluña ni enturbió la salida de Cándido Méndez –la amenaza de reprobar su informe de gestión no se materializó– ni ha impedido al hasta ahora secretario general de la UGT catalana ponerse al frente del sindicato.
Álvarez repite ahora en UGT el camino que ya recorrió otro catalán, Juan Rosell, desde la patronal Fomento del Treball hasta la presidencia de la CEOE. Si a Josep María Álvarez se le ha reprochado su apoyo al derecho a decidir de Cataluña, a Rosell se le acusaba de excesiva “tibieza” en la polémica sobre una posible secesión. Pese a los recelos, el empresario catalán va ya por su segundo mandato al frente de la patronal española, tras vencer en diciembre de 2014 al presidente de Cepyme, Antonio Garamendi.
Álvarez ni siquiera mencionó el asunto catalán en su primer discurso como secretario general de UGT. Pero, nada más conocerse su victoria, de madrugada, se congratuló de que el sindicato se haya convertido en “la primera organización estatal donde la catalanofobia no funciona”. “El sindicato ha dado un paso muy positivo para que este país se entienda”, declaró a los medios de comunicación, “y aprovecharé mi cargo para que España y Cataluña tiendan puentes”.
En el cierre del 42º Congreso, mientras Cándido Méndez se despedía entre fotos con los delegados, Josep María Álvarez recibía las felicitaciones de unos y Miguel Ángel Cilleros, el candidato derrotado, los abrazos de otros, los dirigentes consultados por este periódico coincidían en que la polémica por el derecho a decidir “no tiene recorrido” en el sindicato. “No está en la agenda ni en el debate”, aseguran. “Es un tema político, no sindical”. Un responsable de la ejecutiva saliente cree que la controversia precongrensual incluso puede servir de “vacuna”: “Ahora se podrá debatir sin acaloramiento”. Para subrayar el carácter plural del sindicato, el dirigente de una confederación que ha apoyado a Álvarez recuerda que en la UGT catalana militan tanto el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, como Neus Munté, miembro de Junts Pel Sí, actual consellera de Presidencia de la Generalitat y vicepresidenta con Artur Mas.
El propio Méndez quiso restañar la herida que él mismo había abierto para recalcar su convencimiento de que Álvarez “hará lo correcto y defenderá el valor de la igualdad, la solidaridad y la cohesión social”.
No hay fractura
También han sido unánimes, tras la dura batalla voto a voto, las apelaciones a la unidad. No hay fractura, repiten los sindicalistas. Las caras de decepción y el enojo por la derrota de algunos no durarán más que unos días, subrayan. Ahora toca cambio. Al menos eso es lo que vende el equipo ganador y por lo que han votado quienes le apoyaron. “Cándido prometía renovación, pero cómo podía ser tal si las caras eran las mismas que los últimos 22 años”Cándido prometía renovación, explicaba un dirigente. “Vamos a transformar este sindicato”, prometió Álvarez en su discurso al congreso, “pero partiendo de lo que tenemos: no hay ruptura, sino continuidad”, atemperó enseguida.
El flamante secretario general anuncia mayor participación de los afiliados en la toma de decisiones, además de comprometerse a someter a referéndum “cualquier acuerdo confederal importante” y a explicar en los centros de trabajo qué negocia el sindicato y en qué condiciones. UGT será “una organización transparente” también a la hora de dar explicaciones a la sociedad sobre el uso que hace de los recursos públicos, apuntó Álvarez. “Cuántas personas contratamos, cuántos locales, cuánto nos cuestan y a quiénes los pagamos”.
El reto de las tres federaciones
Así pretende el secretario general dejar atrás el caso de los ERE y de los cursos de formación que han ensombrecido la imagen de UGT. “Nos sentimos maltratados”, destacó en su discurso Josep María Álvarez, quien culpó del daño a una “campaña” para “criminalizar el sindicalismo” no sólo en España sino también en el resto de Europa: “El capital, los poderosos, saben que para arrebatarnos los derechos primero tienen que acabar con el instrumento que los ha conseguido: los sindicatos”. No obstante, confesó “con humildad ante la sociedad” que UGT no estaba “preparada para convivir” con los casos de corrupción en los que se ha visto involucrada.
Como medicina preventiva, Álvarez ofrece un plan de viabilidad que “reduzca la cabeza” de la organización y libere recursos para dar servicios a los afiliados. Por delante, el nuevo secretario general tiene la reducción de seis a tres de las federaciones, un proceso ya aprobado pero de ejecución complicada. “No son fusiones”, advirtió en su discurso, ni una “centralización”. Los dirigentes consultados destacan lo delicado que será modificar equilibrios de poder asentados durante décadas.
“Tiene otro perfil distinto a Méndez, y se ha visto en su discurso”, sostiene un delegado sobre el nuevo líder, pese a que Álvarez lleva más años al frente de la UGT catalana que el secretario general saliente al frente del sindicato nacional. El catalán pidió un plan estratégico para la industria, que contrapuso a la “economía del viento”, la que se beneficia de factores externos y coyunturales como la caída del precio del crudo, el cambio favorable entre el dólar y el euro o los bajos tipos de interés. Él, que viene de la Federación del Metal, habló de los trabajadores de las cadenas de montaje; de Seat, que tiene su principal factoría en Martorell, y de Bacardi, que cierra la suya en Mollet, ambas en Barcelona. E introdujo en el campo de actuación del sindicato a “los trabajadores precarios, los jóvenes que emigran y los que no llegan a fin de mes o ganan menos de 1.000 euros”. A ésos cuyo abandono muchos han reprochado a los sindicatos y que ahora Álvarez pretende recuperar.
En el discurso que inauguró el congreso, el propio Méndez reconoció que UGT ha perdido un 3% de delegados sindicales en las últimas elecciones. En su día también cifró en 3.000 diarios la hemorragia de afiliados, por culpa de la destrucción de empleo y de la crisis de crédito que sufren los sindicatos.
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Una mujer será la 'número dos' de UGT
Álvarez ha prometido “muchos cambios” en una UGT que todos ven “superunida”, en palabras del candidato perdedor, Miguel Ángel Cilleros. Para empezar, la número dos será por primera vez en su historia una mujer, Cristina Antoñanzas, hasta ahora secretaria general del sindicato en La Rioja, de 40 años, que ocupará un nuevo cargo, vicesecretaria general. Más ajustados al perfil tradicional parecen el nuevo secretario de Organización, Rafael Espartero, procedente de la poderosa Federación de Servicios Públicos, uno de los apoyos de Álvarez en el congreso, y el secretario de Política Sindical, Gonzalo Pino, responsable durante 24 años de la sección sindical de UGT en la factoría de Ford en Almussafes (Valencia).
El líder del PSOE, Pedro Sánchez, no asistió a la clausura del 42º Congreso de la UGT, pese a haber sido invitado, así que no pudo escuchar cómo Josep María Álvarez dejaba caer que los pactos de gobierno le importan “sólo relativamente”. Y cómo pedía a la “mayoría de izquierdas” conformada en el Congreso que “se deje de tonterías y se ponga a trabajar” para dar “respuesta a los problemas de los ciudadanos”. También arrancó aplausos de los delegados cuando reclamó la derogación de la reforma laboral, el asunto más caliente del programa electoral socialista, también el más incierto tras el acuerdo de gobierno con Ciudadanos.
Josep María Álvarez se ha alzado con el liderazgo en UGT por sólo 17 votos tras una votación que se prolongó hasta las cinco de la mañana y puso punto final a un congreso que se tensó a última hora por culpa del derecho a decidir de los catalanes. Finalmente, sin embargo, el debate en torno a Cataluña ni enturbió la salida de Cándido Méndez –la amenaza de reprobar su informe de gestión no se materializó– ni ha impedido al hasta ahora secretario general de la UGT catalana ponerse al frente del sindicato.