La conclusión es unánime: el valor de mercado de los bancos españoles está hundido porque, según la explicación de las propias entidades, el reparto de dividendos había sido desautorizado por el Banco Central Europeo (BCE) desde marzo de 2020, con el inicio de la pandemia. Esto les ha restado –insisten– atractivo bursátil aunque el supervisor con sede en Fráncfort alegara entonces que ese dinero era para ayudar a familias y hogares.
Hasta ahí el relato del sector, que finalmente ha conseguido que el BCE levante el veto a la gran banca en España y distribuya hasta el 15% de sus beneficios en dividendos. Una decisión celebrada en los medios y que había sido abanderada por la líder del Banco Santander, Ana Patricia Botín, pero que en realidad está activando la voz de alarma entre muchos expertos del mundo financiero.
El informe de diciembre pasado de la Autoridad Bancaria Europea (EBA, en inglés), presidida por el español José Manuel Campa, arrojaba que las entidades españolas tenían el peor ratio de capital CET1 de la Unión Europea. El ratio fue de 11,8% frente al 14,7% de media comunitaria. Un indicador que revela que la banca nacional es la menos solvente de todas.
A todo lo anterior hay que sumar los problemas que se puedan dar por el relajamiento de las normas contables por parte del BCE también desde el principio de la pandemia (marzo del año pasado).
Habla un alto cargo público del sector en los años noventa desde el anonimato: "Soy contrario a lo acordado por el BCE, porque el reparto del 15% se basa en el balance consolidado; por esto mismo, los beneficios pueden estar inflados por la ausencia de provisiones. Y esta ausencia se debe, precisamente, a la flexibilidad autorizada por los supervisores", señala esta persona. Y añade: "Los beneficios quizá también influidos por los avales del ICO", concedidos en condiciones más ventajosas por el covid-19.
Ahora opina un directivo jubilado destinado al área de análisis de riesgos de una caja rescatada durante la anterior crisis financiera: "Somos los bancos europeos con peores ratios y cifras de capital,y por supuesto estos deberían aumentarse: por consiguiente nada de repartir dividendos. El informe de la EBA reciente así lo refleja. Además esta decisión iría en la línea de mitigar problemas de solvencia en el futuro".
Los créditos pre pandemia
Una tercera fuente financiera igualmente apunta a la flexibilidad del BCE, que "tiene efectos en los créditos morosos y en los deterioros estimados". "Por tanto", razona, "los resultados están inflados. No es necesario ningún doctorado para concluir esto. Y sobre unos resultados inflados unas entidades que son las menos solventes de toda la UE –según las mismas autoridades– reparten dividendos. Todo eso en un país lleno de ERTE y con la ciudadanía temerosa sobre el futuro", deplora este tercer consultado.
Y un cuarto se refiere al "problema de las carteras crediticias prepandemia". "Todas sufren un incremento significativo del riesgo al ser otorgadas con políticas crediticias que no se contemplaban con el virus. Y esas carteras deberían ser provisionadas con pérdidas similares a las que corresponderían a toda la vida de esos préstamos".
Esto último, insiste esta fuente, debería de reflejarse en los informes de los auditores si no se hubiera producido dicha provisión. "Las autoridades bancarias han sido flexibles, de acuerdo. Pero los bancos en sus informes trimestrales o los auditores deberían de haber plasmado el impacto de esas carteras crediticias de antes del covid. Y no lo han hecho, por lo que es imposible saber la situación real de los balances, alimentando el riesgo".
Entre los consultados, en los que abunda el anonimato es un sector poco dado a las críticas, creen que "los bancos más sensatos son los que no se plantean repartir dividendos". De momento Santander, Bankinter, Bankia –a través de su matriz Caixabank cuando se consume la absorción– o BBVA reman en dirección opuesta y ya han anunciado que sí pagarán a los accionistas.
Bélgica prohíbe el reparto
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"El balance de los bancos ahora mismo no refleja su situación patrimonial", dice el economista Juan Laborda. "Han hecho más laxos tanto la fijación de capital como el aprovisionamiento a pérdidas. ¿Repartir dividendos? Parece una locura, sobre todo cuando se trata de bancos que no hicieron lo que tenían que hacer en la anterior crisis". Laborda denuncia que las entidades occidentales "solo sobreviven con tipos de interés bajos". "Pero los tipos bajos no tienen ya ningún efecto sobre la economía real. Hace falta expansión fiscal, subida de salarios y subir los tipos" para aplacar el problema de la deuda que se avecina.
Uno de los anteriormente consultados responsabiliza al Banco de España: "La autorización última del reparto es competencia nacional, pues se hace sobre los estados financieros individuales". Como ejemplo, el Banco Nacional de Bélgica ha vetado el reparto de dividendos a sus bancos hasta septiembre. “Estas reservas de dinero deben ser utilizadas principalmente para absorber pérdidas y para garantizar la continuidad de la intermediación financiera, en particular el otorgamiento de créditos y actividades de seguros a favor de la economía real”, manifestó el BNB hace un mes.
Los indicadores económicos no respaldan el efecto psicológico que auguran los bancos españoles con el retorno del dividendo. Todas las entidades aumentaron las pérdidas a lo largo de 2020, y además las diferencias entre el valor de mercado y el patrimonio neto (valor real) son cada vez más grandes. "Se habla de los dividendos como si repartidos fueran a relanzar a una entidad en Bolsa. ¡Al repartirlos las acciones caen!", exclama una fuente. "Básicamente, porque es una manera de quitar valor...".
La conclusión es unánime: el valor de mercado de los bancos españoles está hundido porque, según la explicación de las propias entidades, el reparto de dividendos había sido desautorizado por el Banco Central Europeo (BCE) desde marzo de 2020, con el inicio de la pandemia. Esto les ha restado –insisten– atractivo bursátil aunque el supervisor con sede en Fráncfort alegara entonces que ese dinero era para ayudar a familias y hogares.