Cómo nos cambiará la vida la llegada de la tecnología 5G

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Internet ha cambiado nuestras vidas y todas las previsiones afirman que seguirá haciéndolo, y cada vez más deprisa. Pese a que aún existe una brecha digital, que divide a la población entre conectados y no conectados, el 81,9% de los hogares españoles tiene acceso a la red. Y no solo con una conexión en cada casa: las redes móviles, que permiten el consumo de todo tipo de contenidos en un pequeño dispositivo que se lleva a todas partes, han revolucionado la manera de comunicarnos, de culturizarnos y de informarnos. Irá a más, y 2020 es la fecha señalada para la llegada de una nueva tecnología que, como todas, cuenta con sus luces y sus sombras.

La tecnología 5G es la llamada a cambiar el panorama. La G es de generación, y es el término destinado para estandarizar una serie de mejoras en las conexiones móviles y que marcan la pauta entre un avance y el siguiente. La primera generación, el 1G, fue solamente de voz analógica, los teléfonos de toda la vida. Con el 2G aparecieron los mensajes de texto (SMS) y una conexión a Internet muy rudimentaria. Actualmente la infraestructura y los servicios de las telefónicas están destinados a ofrecer 4G, que permite una velocidad de conexión muy rápida y el acceso a contenidos multimedia en cualquier lugar con cobertura sin retardos y pixelados. El 5G no solo mejorará esta velocidad enormemente, sino que plantea una serie de avances que cambiarán el concepto que manejamos de "para qué sirve Internet".

"El 5G, desde el punto de vista del usuario, es la conectividad total", explica Xavi Vilajosana, investigador del Wireless Networks Lab (Laboratorio de redes inalámbricas) del Instituto Interdisciplinario de Internet de la Universidad Oberta de Barcelona. "Ahora mismo todos podemos ver vídeos en YouTube desde cualquier lugar. Con el 5G podremos ver vídeos 4K (el formato de resolución más alto existente) en cualquier lado, o vídeos de 360 grados. Todos los servicios que consumimos estarán en la nube, por lo que no tendrá sentido almacenar ningún archivo (película, libro, canción, documento) en el ordenador o en el móvil", asegura.

Pero va más allá de la velocidad, que se estima que superará los 5 gigabytes por segundo y que permitirá, por ejemplo, descargar a cualquier dispositivo una película en un segundo. Las mejoras tecnológicas que conlleva el 5G incluyen un mayor ancho de banda, una mayor densidad de equipos por kilómetro cuadrado y una mínima latencia, lo que permitirá que no solo el smartphone esté conectado: también el frigorífico, las máquinas de las fábricas o el coche.

Las dos primeras mejoras están relacionadas con que la red móvil va a permitir la carga de muchos más móviles, ordenadores o cualquier otro dispositivo, lo que permitirá el desarrollo del Internet de las cosas, el próximo gran salto: que gran parte de los objetos de nuestro día a día estén conectados entre sí y con nosotros. "Es un gran paso para el desarrollo de los coches autónomos, por ejemplo. Imagina sentarte y no conducir, sino abrir una pantalla y ponerte a ver Netflix", fantasea Vilajosana. Para ello influye la latencia, que con el 5G se reduce al mínimo: es decir, el tiempo que tarda en llegar la información desde un servidor hasta el equipo.

El control de dispositivos en remoto, auguran los expertos, vivirá una auténtica revolución gracias a esta latencia reducida a lo anecdótico. Permitirá, por ejemplo, conducir un coche que se encuentra físicamente en Barcelona desde Cuenca a la perfección, lo que ahora mismo no es posible porque la orden tarda segundos en llegar, siendo imposible frenar sin riesgo. El teletrabajo, se prevé, mejorará exponencialmente, permitiendo a cirujanos operar a cientos de kilómetros de distancia con total precisión, o a operarios manejar su excavadora desde casa. El 5G, en definitiva, llega para colocar Internet en todos los ámbitos de nuestra vida, si no estaba aún lo suficientemente presente.

Aunque ya se están dando los primeros pasos para sacar a este estándar tecnológico de la utopía, aún queda. No es un cambio barato. Precisamente para ahorrar en costes, explica el experto de la Universitat Oberta, los operadores de red móvil (Movistar, Yoigo, Vodafone, Orange…) plantean que la infraestructura que mantenga el sistema no sea física, sino programas en la nube, lo que se conoce como software.en la nube software El proceso de mantener la red móvil "mediante una máquina virtual", como explica Vilajosana, permite aumentar o disminuir la capacidad de la red bajo demanda, lo que ahora no es posible.

Pero las antenas a lo largo y ancho del país que dan cobertura a nuestros dispositivos también cambiarán. "Pongamos que ahora, con el 4G, se conectan 2000 usuarios a una antena. Con el 5G se diversificará", afirma el experto. Consumiremos más datos, así que las antenas podrán servir a menos dispositivos y, por lógica, habrá más. El 5G utilizará pequeñas torres de comunicaciones colocadas en tejados, farolas o marquesinas, las llamadas smart cells. No son precisamente económicas, por lo que las operadoras de telefonía se están planteando aliarse para reducir costes. Pese a que no se ha demostrado haber relación entre la comunicación inalámbrica y la salud, el aumento considerable de antenas ya ha puesto sobre alerta a expertos como los del Wireless Lab, que en 2016 pidieron estar atentos al cambio de paradigma. Por si acaso.

La licitación de las frecuencias y la iniciativa del Gobierno

Para explicar el tercer cambio, en el que interviene el Gobierno, debemos meternos en terreno de la física. Cada onda electromagmética de las que circulan libremente por el espacio tiene una longitud y una frecuencia determinadas. Pueden provenir desde una emisora de radio hasta de su microondas, pasando por la televisión y, por supuesto, las redes móviles. La frecuencia de cada onda se mide en herzios y las que se usan para móvil, tele y radio componen el espacio radioeléctrico, es decir, las ondas que se transmiten entre 9KHz y 3000GHz. Este espacio radioeléctrico es de dominio público y el Gobierno de cada país lo gestiona para que no haya interferencias y que las ondas de televisión y de teléfono no se emitan con la misma frecuencia, produciendo problemas.

Así, se establecen bandas de frecuencia, es decir, intervalos de frecuencias del espectro asignados a distintos usos. Al pasar la televisión de analógica a digital con la implantación del TDT, este sistema de transmisión, debido a su mayor eficiencia, dejó libres varias bandas que el Ejecutivo, mediante lo que se llama dividendo digital, decidió asignar a las redes móviles de cada vez más capacidad.  En 2015, por ejemplo, se decidió liberar la banda de 800 MHz (de 790 a 862 MHz) para la tecnología 4G, históricamente reservada para la tele. Hubo problemas debido a la cercanía en el espectro con la frecuencia que utiliza la televisión, aunque se solventaron fácilmente. Y en 2018 ya se han iniciado los procesos para un segundo dividendo digital que reserve espacio en el espectro para el 5G.

Se prevé que a partir de 2020 se liberen dos bandas de frecuencia para este propósito, licitándolas posteriormente a las operadoras, que dejarán una suma importante de dinero en las arcas del Estado.  Esta liberación conllevará la necesidad de resintonizar nuestros aparatos de televisión para evitar problemas.

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La Secretaría de Estado de Agenda Digital está demostrando querer mantener el liderazgo de España en telecomunicaciones anunciando que en 2018 empezará a licitar las primeras frecuencias. Empezará con las bandas de 3,5 GHz y 1,5 GHz, valiosas sobre todo en su aplicación en ciudades, y dejará para más adelante la banda de 700 MHz, de más complejidad aunque de mayor valor, puesto que aumentará la cobertura del servicio hasta llegar a prácticamente todos lados. El Gobierno no quiere dejar atrás al país con la mayor cobertura de fibra óptica de Europa y este miércoles aprobó las primeras ayudas para el desarrollo de la tecnología en el país. No por casualidad la primera llamada a través de los estándares 5G del mundo ha sido completada en España, desde Castelldefels a Madrid, obra y gracia de Vodafone y Huawei.

El reto de cualquier tecnología en desarrollo es, sin embargo, no dejar a nadie atrás. "Te obligan a cambiar de tecnología, en un proceso de obsolescencia programada. Tu móvil ahora te va más lento que el del vecino, que tiene 5G. Te introducen necesidades que ahora no tienes" y que fomentan círculos viciosos y viciados del consumismo, asegura Vilajosana. La introducción del nuevo estándar a partir de 2020 puede aumentar una brecha digital que estaba en retroceso: la diferencia entre los conectados y los no conectados, los que pueden acceder a la información, a la cultura, a los vídeos y a la música de manera instantánea y los que no, lo que tiene consecuencias en el desarrollo de una sociedad.

La amplia cobertura que promete el uso de la frecuencia de 700 MHz, que podría llegar sin problemas a zonas rurales, puede limitar el impacto. Pero como en toda revolución por definir, las consecuencias del cambio no están claras. Tampoco los efectos de quererlo todo cada vez más rápido y cada vez mejor.

Internet ha cambiado nuestras vidas y todas las previsiones afirman que seguirá haciéndolo, y cada vez más deprisa. Pese a que aún existe una brecha digital, que divide a la población entre conectados y no conectados, el 81,9% de los hogares españoles tiene acceso a la red. Y no solo con una conexión en cada casa: las redes móviles, que permiten el consumo de todo tipo de contenidos en un pequeño dispositivo que se lleva a todas partes, han revolucionado la manera de comunicarnos, de culturizarnos y de informarnos. Irá a más, y 2020 es la fecha señalada para la llegada de una nueva tecnología que, como todas, cuenta con sus luces y sus sombras.

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