La banca española desoye las advertencias y financia con 30.000 millones a empresas de combustibles fósiles
La banca no está midiendo bien el riesgo a la hora de dar créditos o invertir en las empresas de combustibles fósiles. Es la conclusión que se desprende de un informe de la organización Finance Watch, que ha estudiado los activos de 60 bancos de todo el mundo, incluyendo los tres españoles más grandes. En total, son 1,35 billones de dólares invertidos en este sector. “Esta enorme suma es superior a la cantidad de activos subprime que poseían los bancos justo antes de la crisis financiera mundial”, alerta el informe. Este símil subraya el riesgo existente en la exposición que tiene el sistema bancario al sector de los combustibles fósiles, aunque debe partirse de la base que las hipotecas subprime suponían un riesgo incomparablemente mayor.
De esos 1,35 billones, 30.200 millones de euros provienen de los tres principales bancos españoles: Santander, BBVA y Caixabank. El estudio señala que esto supone un 1,12% de los activos totales de estos tres grandes bancos, una cifra que está por encima de la media de los bancos europeos (1,05%), pero por debajo de los bancos de todo el mundo (1,47%). El estudio considera que, pese a esta baja proporción, los bancos españoles (así como los del resto del continente y del mundo), necesitan tener reservado capital líquido para respaldar estas inversiones, por los posibles riesgos asociados. Para ello, el informe concluye que cada banco español debería recaudar un capital medio adicional de 1.400 millones de euros.
Hay dos tipos de riesgo a los que se enfrentan todas las empresas que estas entidades, o bien financian, o bien invierten en ellas. Por un lado, los eventos físicos derivados del cambio climático (huracanes, desertización, inundaciones, olas de calor, etc). Por otro lado, el riesgo de no gestionar de manera adecuada la transformación hacia una economía baja en emisiones. Esto implica tanto cambios tecnológicos, como de reputación o incluso de mercado, si los inversores detectan que estas empresas dejarán de ser rentables y destinan su capital hacia otros sectores. Por estos motivos, el informe concluye que la exposición no solo a empresas que extraen combustibles fósiles, sino también a las que se alimentan energéticamente de estos, “amenazará la solvencia y la estabilidad financiera de los bancos conforme los riesgos relativos al clima vayan materializándose”.
Los bancos, de momento, no conciben este riesgo. El Banco Central Europeo, en su misión de supervisión del sector financiero de la zona euro, ha desarrollado una política de vigilancia de cómo el cambio climático podría afectar a las entidades. En julio, el organismo emitió un informe que concluyó que los bancos no incluyen los riesgos climáticos en sus test de estrés y que además carecen de una base de datos relevante: “Los bancos de la zona euro deben intensificar urgentemente los esfuerzos para medir y gestionar el riesgo climático, cerrando las brechas que hay en los datos y adoptando las buenas prácticas que ya están presentes en el sector”, sostuvo Andrea Enria, presidente del Consejo de Supervisión.
También la Comisión Europea, en junio, emitió un informe en el que subrayaba su preocupación por la “falta de información” sobre la presencia de los combustibles fósiles en los balances de los bancos. También criticó que las entidades “no cumplan las expectativas” a la hora de fomentar la disciplina del mercado, para ayudar a las autoridades a monitorear y mitigar los riesgos: “Hay una primera evidencia de que los compromisos voluntarios pueden no ser suficientes para detener las habladurías baratas sobre el clima”. La Comisión Europea también critica que los bancos no han reducido la financiación en las empresas de combustibles fósiles desde los Acuerdos de París, en 2015.
Esto queda patente en un informe, avalado por 505 organizaciones ambientalistas de 51 países. Titulado Apostando por el caos climático (en inglés), la investigación señala que los 60 mayores bancos del mundo invirtieron 4,5 billones de dólares en combustibles fósiles entre 2016 y 2021. El banco que con diferencia derivo más financiación hacia estas empresas energéticas fue el banco J. P. Morgan, que destinó 382.000 millones en ese período de tiempo. En el ranking de las 60 entidades, el Banco Santander ocupa la posición 32 (42.900 millones de euros); BBVA, la 42 (26.200 millones) y Caixabank, la 56 (5.400 millones).
Transición verde por un lado, créditos al carbón por otro
En el encuentro climático de la COP 27, la ONU ha revelado las conclusiones del informe que se encargó en el anterior encuentro de Glasgow sobre “la confusión y la poca credibilidad” sobre el cumplimiento de objetivos climáticos por parte de las empresas. Las conclusiones del mismo son demoledoras: “tolerancia cero” a las empresas que hacen greenwashing (lavado verde, en inglés).
Este concepto se refiere a las compañías que utilizan un discurso en línea con los objetivos climáticos, aunque luego en la práctica, su actividad empresarial resulte perjudicial para su cumplimiento. “Usar promesas falsas de “emisiones cero” para encubrir la expansión masiva de combustibles fósiles es censurable. Es un engaño significativo. Este encubrimiento tóxico podría empujar nuestro mundo al precipicio climático”, sentencia el informe.
En este sentido, los principales bancos se han declarado “neutros” en cuanto a sus propias emisiones directas. No obstante, mantienen un río crediticio o inversor multimillonario hacia no solo empresas que extraen petróleo, gas y carbón, sino a empresas que, sin ser energéticas, se abastecen de estas fuentes de energía altamente contaminantes.
Estas entidades sí han asumido objetivos climáticos a largo plazo. BBVA ha adquirido tres compromisos de cara a las próximas décadas: dejar de financiar actividades relacionadas con el carbón en 2030, en combustibles fósiles en general en 2040 y ser neutro en emisiones netas de gases de efecto invernadero en 2050. Banco Santander también ha manifestado su objetivo de eliminar su exposición a la minería de carbón térmico en 2030, así como a aquellas empresas que dependan energéticamente más de un 10% del carbón.
Los tres bancos se han unido en los últimos dos años a la Alianza para la Contabilidad del Carbono en la Industria Financiera, una organización que promueve el cumplimiento de los objetivos climáticos de los acuerdos de París. De las 329 entidades adheridas, hay cinco españolas: el Santander, BBVA, Caixabank, Sabadell e Ibercaja.