Draghi da un año de oxígeno a la economía española para lidiar con la incertidumbre política y contener la deuda pública

Mario Draghi ha vuelto a retrasar la subida de tipos de interés que se anunciaba para finales del próximo verano. El consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE) decidió por unanimidad el pasado día 7 aplazar la esperada alza en el precio del dinero hasta finales de año. Algunos de sus miembros incluso apoyaban demorarla a marzo de 2020. Este mismo lunes, el Banco de España asegura en su informe trimestral que los mercados posponen la subida nada menos que hasta octubre del año que viene. Es decir, los tipos de interés en mínimos históricos acompañarán a la economía europea un año –y medio– más.

“Cuando estás en una habitación oscura, te mueves con pasos pequeños. No corres, pero sí te mueves”. Fue la descriptiva imagen que el presidente del BCE utilizó para explicar la decisión. La habitación oscura es el recorte de las previsiones de crecimiento de la economía europea para este año y el próximo, lastradas por la incertidumbre: el Brexit, la guerra comercial entre Estados Unidos y China, la recesión de Italia y la vulnerabilidad de sus bancos, la crisis del sector del automóvil alemán, los siempre vulnerables mercados emergentes.

Así que el italiano ha vuelto a echar mano de sus herramientas de política monetaria para intentar amortiguar la desaceleración que sufren las economías europeas. El Banco de España cree que las medidas adoptadas por el BCE han sido “efectivas” hasta ahora “a la hora de guiar las expectativas de los mercados financieros”. Y en este momento, de nuevo, deberían “mitigar el alcance” del frenazo de la actividad al favorecer “unas condiciones financieras más holgadas”. A medio plazo, el supervisor prevé “la prolongación de la actual fase expansiva de la economía española”. 

Los economistas consultados por infoLibre coinciden cuando se les pregunta por los efectos de la decisión del BCE en España. El mantenimiento de los tipos dará “muchísimo oxígeno” a la economía nacional, resalta Juan Laborda, profesor de Economía Financiera de la Universidad Carlos III. Santiago Carbó, catedrático de Economía y Finanzas de CUNEF y director de Estudios Financieros de Funcas, prefiere compararlo con el “despeje” de un defensa en el fútbol. España y la Unión Europea ganan tiempo, “un año más”, apunta Javier Santacruz, economista jefe del think tank Civismo, mientras se resuelven –o no– las incertidumbres geopolíticas y tanto españoles como europeos acuden a las urnas en los próximos tres meses.

Porque la economía española sigue creciendo, y por encima de lo que lo hacen las de sus vecinos europeos: un 2,1% este año según prevé Bruselas, un 2,2% de acuerdo con los cálculos del Gobierno, del Banco de España y de Funcas, la fundación de las cajas de ahorros, mientras que la eurozona sólo mejorará un 1,1%, anticipa el BCE tras bajar seis décimas su anterior predicción. Alemania sólo crecerá un 1%, si los cálculos de su Gobierno aciertan, Francia lo hará en un 1,5%, Reino Unido en un 1,2%. Italia se quedará en el 0,6%.

“La economía española tiene su propia autonomía, hasta ahora no le ha afectado la incertidumbre política y sigue con una tendencia fuerte pese a que los últimos gobiernos casi no han tomado medidas que le sirvieran de revulsivo”, explica Santiago Carbó. De forma que la decisión de Draghi no está pensada para España, sino para el resto de Europa, asegura, y con la vista puesta en el resultado incierto de las elecciones al Parlamento de Estrasburgo del 26 de mayo: “[El presidente del BCE] Ha querido crear certeza por si hay dificultades políticas tras los comicios y asegurar que la tasa de crecimiento del crédito no sea negativa, porque eso sí sería un síntoma grave de desaceleración”.

Más financiación

Juan Laborda no duda en calificar a Mario Draghi de “bendición” para la economía española. “Está haciendo una política monetaria moderna y para España es beneficiosa”, elogia. “Permite refinanciar al Tesoro en un contexto, además, de buen comportamiento del consumo gracias al aumento de los salarios y de las pensiones”, recalca. Aunque no sólo financia al Tesoro con su política de expansión cuantitativa –ampliando la barra libre de liquidez con subastas de crédito barato–, sino también a las empresas, añade el economista, con lo que se retrasará la desaceleración.

Además, los bajos tipos seguirán permitiendo a los bancos y empresas refinanciar su deuda con costes más bajos. También beneficiará a los particulares con hipotecas si su interés es variable. Pero perjudica a quienes tienen su dinero en depósitos, que seguirán sin apenas remuneración, y a la renta fija, que reduce su rentabilidad.

Además, los bancos continuarán sufriendo con unos márgenes por intereses en mínimos. Es decir, no se acabará su problema de rentabilidad. Con el dinero casi gratis y las nuevas y más estrictas regulaciones de capital impuestas por Basilea III, el negocio bancario tradicional se resiente.

No es el único aspecto “problemático” que Javier Santacruz advierte en el mantenimiento a mínimos de los tipos de interés. “Ya casi no queda ninguna herramienta de intervención de la política monetaria”, lamenta, “por lo que habrá que inventarse nuevos mecanismos” si aparece en el horizonte otra crisis. Por eso considera que más importante que frenar la desaceleración es prepararse para que la próxima crisis sea “más corta y menos intensa” que la última. ¿Cómo? Recuperando las herramientas de política monetaria y fiscal, rebajando el enorme endeudamiento público mediante el ahorro en las cuentas del Estado y creando un “colchón”, recomienda.

Los peligros de la deuda y la burbuja

También pone el foco Santiago Carbó en el peligro de la deuda pública, que se convertirá en una bomba cuando los tipos suban. Juan Laborda apunta en la misma dirección. En el momento en que el BCE deje de aplicar su pócima mágica, España es vulnerable por su elevada deuda externa, la mayoría de ella pública. “Si, cuando se vaya Draghi, los alemanes rompen con la política desarrollada hasta ahora y le dan la vuelta, nos destrozarán porque carecemos de soberanía monetaria… y acabarán con el euro”, vaticina. Está previsto que Mario Draghi abandone la presidencia del BCE en octubre de este mismo año.

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Tanto Carbó como Laborda defienden una mayor unión fiscal, la unión bancaria completa, un presupuesto único, un fondo de garantía de depósitos único… “Necesitamos avanzar en la arquitectura de la unión monetaria”, resume el economista de CUNEF, “porque de la próxima crisis ya no nos sacan los instrumentos ad hoc usados hasta ahora por el BCEad hoc”. Laborda apunta más lejos, a una política de New Deal –un programa de millonarias inversiones públicas– como la que preconizan ahora los demócratas en Estados Unidos. “Para una recuperación consolidada europea sigue faltando un impulso fiscal definitivo porque las empresas no han hecho suficiente inversión en capital”, recomienda.

Javier Santacruz también teme que los bajos tipos sirvan de gasolina para crear burbujas. “Es un peligro, sí”, admite Laborda, pero Carbó matiza que no es un efecto “generalizado” esta vez, sino que lo limita a Madrid y Barcelona. La construcción se está recuperando del desplome que siguió al estallido de la burbuja inmobiliaria. “Sólo me preocuparía si todo el país fuera partícipe de ella”, apunta, “pero ahora son los fondos de inversión y extranjeros adinerados los que compran, no es la misma burbuja de antes”.

Santiago Carbó cree que el final de la larga –y “anómala”, subraya– era de tipos mínimos pillará a España de forma muy distinta a como la atrapó la anterior recesión. “La economía está creciendo, y su crecimiento es muy estable, no inquieta a los mercados ni a los inversores pese al incierto panorama tras las elecciones del 28 de abril”, describe. Por lo que, a su juicio, habría que aprovechar la prórroga de los tipos bajos para contener la deuda pública, y para fomentar la innovación. El Banco de España recomienda reanudar el proceso de consolidación presupuestaria y tomar medidas para conseguir un “funcionamiento más eficiente” de de los mercados. Laborda también destaca el “entorno más favorable” en que se mueve la economía española, ahora que “por primera vez” la renta disponible está por encima del IPC gracias a las subidas salariales, el alza en el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y de las pensiones, la política fiscal es expansiva y el BCE financia. ¿Su talón de Aquiles? De nuevo, la deuda pública, que equivale al 97,02% del PIB –es decir, casi duplica lo que produce la economía nacional– y no ha dejado de crecer desde 2007, cuando sólo representaba el 35,6% del PIB. En cuanto suban los tipos, más costará pagar los intereses de la deuda. El año pasado el gasto en esa partida supuso 31.547 millones de euros, un 2,6% del PIB.

Mario Draghi ha vuelto a retrasar la subida de tipos de interés que se anunciaba para finales del próximo verano. El consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE) decidió por unanimidad el pasado día 7 aplazar la esperada alza en el precio del dinero hasta finales de año. Algunos de sus miembros incluso apoyaban demorarla a marzo de 2020. Este mismo lunes, el Banco de España asegura en su informe trimestral que los mercados posponen la subida nada menos que hasta octubre del año que viene. Es decir, los tipos de interés en mínimos históricos acompañarán a la economía europea un año –y medio– más.

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