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La escasez mundial de diésel presagia un racionamiento este verano en EEUU y aún mayores precios en España

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La gasolina, pero sobre todo el gasóleo, lleva en precios de récord incluso antes de la invasión de Ucrania. La reactivación económica tras la pandemia tiró de la demanda hasta el punto de superar la capacidad de las refinerías, que trabajan ahora a su máxima capacidad tanto en Estados Unidos como en Reino Unido y el resto de Europa. Así que las existencias de carburantes se encuentran en mínimos, unos niveles sólo comparables a los de 2008, cuando la economía se frenó en seco tras la caída de Lehman Brothers. Y el embargo parcial de las importaciones rusas que acaba de pactar la Unión Europea empeorará aún más la escasez. Principalmente de gasóleo, que ese el combustible utilizado en el transporte marítimo y terrestre, la industria y la agricultura: el 40% de las importaciones europeas de productos refinados del petróleo procede de Rusia –más de la mitad de ellos son diésel– y el 33% de las británicas.

Independientemente de la cotización internacional del crudo, encaramado en los 123,86 dólares el barril de Brent y 118 el de Texas este mismo martes, los precios de venta del gasóleo se han disparado un 35,7% en Estados Unidos desde que comenzó la guerra, y de casi un 19% en el Reino Unido. En la Unión Europea el alza ha sido menor, un 12,67%. Mientras que en España el gasóleo se ha encarecido nada menos que un 24,7% desde el 28 de febrero. Ese porcentaje es superior a la subida sufrida por la gasolina, un 20,6%. De hecho, el diésel lleva desde marzo superando a la gasolina, una anomalía que no ocurría en España desde la anterior crisis.

No obstante, el gasóleo es mucho más caro aún en Finlandia, donde se paga a 2,24 euros el litro, y Suecia, a 2,18 euros el litro, así como en Alemania, donde el precio alcanza los 2,01 euros, según los datos del último Boletín Petrolero de la Unión Europea relativos al pasado 23 de mayo. En esa fecha en España el precio medio del diésel se quedaba en 1,867 euros el litro. Para hacerse una buena idea de la turbulencia acumulada en los mercados de hidrocarburos, el precio del gasóleo ha subido en España un 54,3% en el último año, y un 43,7% el de la gasolina.

El caso es que las cotizaciones desorbitadas están destapando la falta de existencias, que ya ha puesto en guardia a los gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido. Según el Departamento de Energía británico, las reservas de gasóleo han caído casi un 30% respecto al año pasado, mientras que las de gasolina se han rebajado mucho menos, un 8%. El Departamento de Energía de EEUU cifra en 105 millones de barriles las existencias de fueloil destilado el pasado abril, un 25% por debajo del nivel de hace un año.

Racionamiento, tensión de precios

De modo que ya hay quien habla de un posible racionamiento de combustibles en Estados Unidos este verano. Como el consejero delegado de United Refining, una comercializadora que vende carburantes en Nueva York, Pensilvania y Ohio: “No me sorprendería que se racionara en la Costa Este”, aseguró John Catsimatidis a la agencia Bloomberg. No es de extrañar que hayan saltado las alarmas si se tiene en cuenta que el pasado 23 de mayo la gasolina alcanzó en las estaciones de servicio estadounidenses los 4,59 dólares el galón, unos 1,13 euros el litro, el precio ajustado a la inflación más alto desde 2012 y el precio nominal más elevado desde 1990, según se ha ocupado de resaltar el Departamento de Energía de EEUU. El gasóleo está aún más caro, un litro sale a 1,47 euros el litro. En todo caso, por debajo de los estándares europeos.

Por el contrario, Gonzalo Escribano, que dirige el Programa Energía y Clima del Real Instituto Elcano, cree que en Europa “no son esperables racionamientos, pero sí subidas de precios”. Aun así, apunta que países como Hungría, tan dependiente de las importaciones rusas que ha quedado fuera del embargo aprobado por Bruselas, lo van a tener muy complicado. España, en cambio, disfruta de un suministro de crudo muy diversificado, asegura Escribano, y la capacidad de las refinerías nacionales no está tan tensionada como la de las estadounidenses.

En Europa, la Comisión Europea ha prohibido la importación de más de dos tercios de las importaciones de petróleo de Rusia, un veto que en diciembre podrá llegar al 90% de las compras. En 2021 las ventas de crudo ruso a la UE rozaron los 75.000 millones de euros. Y es precisamente el petróleo importado de Rusia el adecuado para destilar el gasóleo, precisa Gonzalo Escribano, a diferencia del que se extrae mediante fracking en Estados Unidos, “más ligero y dulce”.

¿Recesión?

También hay quien incluso ve en la escasez de gasóleo la primera señal de una nueva etapa de desaceleración económica. Ya ha ocurrido antes, advertía el analista de Reuters John Kemp hace una semana. El recorte de existencias de combustibles “siempre se ha resuelto mediante una desaceleración de mitad del ciclo o una recesión de fin de ciclo, y no hay razón para pensar que este caso será diferente”.

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Gonzalo Escribano vuelve a discrepar. “La subida de precios del gasóleo no es un anuncio de recesión; otra cosa es que, si la subida no se remedia y perdura, pueda inducir a una recesión”.

El Banco de España puso este mismo martes cifras al impacto económico que puede provocar en la UE la prohibición de las compras de energía a Rusia. Una rebaja de entre el 2,5% y el 4,2% del PIB durante el primer año. En España, no obstante, que depende menos de las importaciones rusas, el golpe sería menor: entre un 0,8% y un 1,4% del PIB. En Italia y Alemania el recorte sería más grave. Por supuesto, el bloqueo a la energía rusa también afectará a los precios. La inflación crecerá entre 0,8 y 1,2 puntos porcentuales en España durante ese primer año, también por debajo del aumento medio en la UE, de entre 1,6 y 2,7 puntos.

La diferencia tiene su origen en la menor dependencia energética española. Sólo el 2,5% del petróleo consumido en España procede de Rusia, frente al 9% de media europea.

La gasolina, pero sobre todo el gasóleo, lleva en precios de récord incluso antes de la invasión de Ucrania. La reactivación económica tras la pandemia tiró de la demanda hasta el punto de superar la capacidad de las refinerías, que trabajan ahora a su máxima capacidad tanto en Estados Unidos como en Reino Unido y el resto de Europa. Así que las existencias de carburantes se encuentran en mínimos, unos niveles sólo comparables a los de 2008, cuando la economía se frenó en seco tras la caída de Lehman Brothers. Y el embargo parcial de las importaciones rusas que acaba de pactar la Unión Europea empeorará aún más la escasez. Principalmente de gasóleo, que ese el combustible utilizado en el transporte marítimo y terrestre, la industria y la agricultura: el 40% de las importaciones europeas de productos refinados del petróleo procede de Rusia –más de la mitad de ellos son diésel– y el 33% de las británicas.

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