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Criminalidad económica

Patriota, familiar y con muchos amigos: así es el perfil del delincuente español de guante blanco

Isabel Díaz Ayuso y su pareja, Alberto González, en el Festival Mad Cool, a 06 de julio de 2023, en Madrid.

En torno a Alberto González, la pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se ha formado un torbellino tras ser denunciado por la Fiscalía de Madrid. La razón inicial fueron presuntos delitos económicos: dos fiscales y uno de falsedad en documento. Pero, ni ha sido el primero ni será el último al que se le atribuyan. ¿Cuál es el perfil de quienes cometen ese tipo de acciones, qué pulsiones los mueven? Es diferente al de los delincuentes comunes: cuentan con una edad superior, son mayoritariamente de la nacionalidad del país, los delincuentes económicos tienen también una educación más elevada, mayor estabilidad laboral y ocupan puestos profesionales de superior relevancia. Se trata de personas muy adaptadas en la sociedad, con altas habilidades y capacidades ocupacionales, con muchos vínculos sociales y un entorno laboral y familiar estable en general. No se preocupan por disimular porque suelen ser de personalidad amable, simpáticos, cooperativos e incluso pueden mostrar consideración por otras personas. Éstas son algunas de las conclusiones plasmadas en el informe Delincuencia económica: análisis del perfil delictivo, editado por la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias del Ministerio del Interior. 

Para realizar el estudio se compara una muestra de 350 personas condenadas por delitos económicos, otra compuesta de 332 a las que se les impusieron distintas penas por delitos comunes y una tercera de 80 empresarios y empresarias sin condena alguna. De acuerdo con él, y sin dejar los rasgos de personalidad, cabe señalarse que “las personas condenadas por delitos económicos puntúan significativamente más alto" que los encarcelados por delitos comunes en responsabilidad –concepto en el que se incluyen características como la eficiencia, ser sistemático, organizado o constante–. Y lo mismo sucede respecto a la estabilidad emocional, entendida como la capacidad para controlar las emociones, mostrarse imperturbable, relajado o poco excitable.

Entre los criminales financieros y el grupo de empresarios hay un considerable mayor porcentaje de españoles (91,1% y 97,5%) que entre los otros delincuentes (82,6%) del informe. Los primeros están, asimismo, en mayor porcentaje casados o casadas (30,4%), mientras los segundos son solteros o solteras en mayor proporción (44%). Los declarados culpables por delincuencia económica y quienes ostentan responsabilidades empresariales habitan con más frecuencia con su pareja y su descendencia (65% y 83%), frente a las personas del conjunto de delincuencia común, que viven más en solitario (21,2%) o con la familia de origen (24,9%). 

Entre los empresarios, el 51,2% tiene niveles educativos de posgrado, el grupo de delincuencia económica del 29% y sólo un 0,3% de los infractores comunes posee estudios universitarios. Las personas responsables de delitos económicos muestran más estabilidad en el empleo que a quienes se les achacan delitos comunes: han estado menos en el paro (60,4% versus 87,3%); han permanecido más años en el último empleo (53% y 30,9% han estado más de 5 años); y han tenido menos número de trabajos (5,7% versus 7,6%). Antes de que las consecuencias de sus actos se convirtieran en penas, los primeros se asocian a categorías laborales con mayor autonomía o emprendimiento que los segundos y su cualificación profesional es mejor, siendo el 39,4% directores o gerentes frente al 4,1% del grupo de delincuencia común. En consonancia con lo expuesto, los ingresos anuales son más abultados, a la luz de lo que se recoge en el mencionado informe. 

Abanico de delitos más habituales

¿Cuáles son las infracciones penales más frecuentes detectadas en la muestra de esta delincuencia de cuello o guante blanco? Las defraudaciones y falsedades, seguidas de los delitos contra la Hacienda Pública y la Seguridad Social, los cometidos contra la Administración Pública, las insolvencias punibles y el blanqueo de capitales, en ese orden de importancia. En concreto las infracciones impuestas por la Hacienda Pública "son significativamente más frecuentes en delincuencia económica (30,5%) que en delincuencia común (18,2%) y que en empresarios (7,4%)".

Respecto a las penas, la media de duración de la condena por la que se hallan entre rejas los autores de transgresiones de la ley en materia económica es inferior a la del otro grupo: 2.141,32 días frente a 2.574,49, respectivamente. Si bien, la proporción de reos por cuestiones de dinero que suma una pena de inhabilitación es superior (91,4%) a la de comunes (74,1%). Y el pago por responsabilidad civil resulta mucho más frecuente en el caso de delincuencia económica (89,7%) que en el de las otras modalidades (58,2%). En la esfera de los primeros, únicamente en el 21% de las actuaciones resultó castigada la empresa.

La infancia no es el origen y muestran desapego moral

En el análisis del Ministerio del Interior se hace constar “la escasa presencia” de “factores de riesgo de la infancia más propios de la etiología de la delincuencia común” y se atribuye la incorporación a la delincuencia de naturaleza dineraria a “oportunidades laborales que se ofrecen en la adultez facilitadas por circunstancias personales y familiares”. “Las personas del grupo de delincuencia económica -se asevera en el documento desgranado- padecen más crisis profesionales y familiares; en cambio, las personas del grupo de comunes, más relacionadas con enfermedades físicas o psicológicas, violencia o maltrato y de tipo económico”.

Entre ambas categorías de delincuentes, las diferencias psicológicas más relevantes “aparecen en creencias sobre el mundo justo y la escala de desapego moral, donde puntúan más alto el grupo de delincuencia económica” que los empresarios. En relación a ese punto, se advierte en el informe de que la baja percepción de ilegalidad en estos delitos “no sólo la comparten quienes cometen este tipo de infracciones penales, sino que se refuerza por la percepción social”, al estimarse estos actos como “menos graves que los delitos violentos”.

En el análisis hay un apartado vinculado al consumo de drogas, para hacer notar que el de alcohol (18,8%) y cocaína (33,3%) es superior entre los culpables de delitos económicos que entre delincuentes comunes, en quienes es más frecuente el poli-consumo (68,1%). Y mientras la edad media de inicio del contacto con esas sustancias en de 21,9 en el primer grupo, en el segundo es 18,6. El universo de delincuencia económica ha tenido, por último, menos intentos de suicidio antes de cometer el delito (6,7%) que el global de delitos comunes (16,9%).

Diferencias de género 

En referencia a las mujeres que han acabado ejecutando un delito económico, en el estudio se anota que viven más con sus hijos y otros familiares y con la familia de origen, en lugar de con su pareja, que es más habitual en los hombres. Se han observado, además, “diferencias significativas” en torno a los puestos ocupados en la empresa donde trabajaban antes de acabar calificadas de delincuente: se hallaban menos en huecos gerenciales y de dirección y respondían a las exigencias de empleos técnicos o básicos en el sector de la restauración, seguridad o ventas. Junto a ello, engarzan a las crisis personales o económicas en la edad adulta, más factores de riesgo que los hombres “relacionados con la victimización en la infancia y en la edad adulta” que podrían haber alimentado el que acabaran en prisión.

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