El Nobel Robert J. Shiller puede presumir de haberse anticipado al pinchazo de dos burbujas, la de las puntocom, en 2000 y la inmobiliaria, en 2005. Premiado por la Academia sueca en 2013 “por su análisis empírico de los precios de los activos”, desarrolló en 1988 un indicador, llamado CAPE (Cyclically Adjusted Price-to-Earnings) que resulta de dividir el índice bursátil, ajustado a la inflación, por la media de las ganancias obtenidas. Le permite predecir el rendimiento real de las bolsas en periodos de 10 años. Si la ratio supera la media, el rendimiento real es bajo.
En un artículo que publicó el pasado día 21 de septiembre, Shiller calcula que el CAPE de las bolsas estadounidenses se sitúa este mes por encima de 30, un valor elevado. Sólo ha superado esa cifra dos veces desde 1881: antes del crash bursátil de 1929 y entre 1997 y 2002crash, cuando estalló la burbuja puntocom. El economista, profesor en la Universidad de Yale, asegura que el actual comportamiento de la bolsa de EEUU se parece mucho al que tuvo cuando alcanzó los máximos que precedieron a la mayoría de los 13 desplomes que ha sufrido desde 1881. “Esto no quiere decir que se vaya a producir un mercado bajista: tales episodios son difíciles de anticipar y el próximo puede estar todavía lejos”, concluye Shiller su artículo, pero sin dejar de lanzar a los inversores un “aviso contra la complacencia”.
¿Y las bolsas europeas, incluida la española? ¿Corren el mismo riesgo?
Los analistas consultados por infoLibre responden que no. “No intuyo que estemos en el alto de un precipicio ante un mercado bajista”, rebate Rodrigo García, analista del bróker online XTB. “No veo una gran caída de la bolsa por delante”, le secunda el director de Análisis de M&G Valores, Nicolás López. Ni en las bolsas mundiales ni en la española, coinciden ambos. Sí es cierto que el mercado bursátil de EEUU se halla en fase alcista desde 2010 y que sus valoraciones están “relativamente altas”, explica Nicolás López, pero no alcanzan los niveles de 2000, por ejemplo, cuando Shiller previó el estallido puntocom. “Las empresas ganan cada vez más dinero, la inflación se mueve en los límites deseados por la Reserva Federal y el crecimiento económico es espectacular, un 3%”, apunta Rodrigo García, quien descarta que Corea del Norte, los huracanes o China puedan desbaratar un panorama tan halagüeño.
Y lo mismo ocurre en Europa. “La mejora de los beneficios empresariales en la UE comienza a ganar visibilidad frente a los norteamericanos, los datos macroeconómicos son muy positivos y las bolsas europeas cotizan a precios razonables”, resume por su parte Felipe López, del banco digital Selfbank.
Aún a dos años de EEUU
Robert J. Shiller no es el único que barrunta una bajada de los índices. La racha alcista va para ocho años en Estados Unidos, por lo que son muchos quienes creen que el ciclo ha llegado a su madurez y ahora toca caer. “En Europa, en cambio, la fase no llega a los seis años y, mientras en EEUU cotizan en máximos históricos, aquí aún estamos lejos de los niveles precrisis, todavía nos queda recorrido”, replica Felipe López. “Por ejemplo, el ÍBEX aún tendría que subir un 50% para superar sus máximos”. A su juicio, además, las victorias electorales de Angela Merkel y Emmanuel Macron “han tranquilizado el clima político” en Europa alejando el fantasma del populismo.
Aun así, Nicolás López cree posible que en los próximos años se moderen las rentabilidades en la Bolsa estadounidense o los valores empiecen a subir más despacio, pero nada que ver con una “caída fuerte” de los índices.
Ni siquiera la crisis catalana enturbia el optimismo de los analistas. “Obviamente lo que ocurra en Cataluña tendrá un impacto negativo en la economía, pero la independencia es imposible”, asegura el experto de M&G Valores, “lo mismo sucedió con Grecia: era imposible que abandonaran el euro”. De modo que sí, puede que aumente la prima de riesgo, que la bolsa española se comporte “un poco peor que el resto de las europeas, “pero sólo en cuestión de matices”, aventura.
Rodrigo García concede que la bolsa española se ha dado “un batacazo” desde que comenzó el mes de septiembre y se encuentra “prácticamente plana” por culpa del problema catalán. Dice que acumula una brecha del 4% respecto de las bolsas alemana, italiana y francesa. “Pero ese gap se cerrará en cuanto se solucione el conflicto, porque después la española lo hará mejor que las demás”, se muestra confiado el analista de XTB.
Los riesgos de la banca y el cambio del euro
Aunque Felipe López no es “demasiado optimista” sobre la evolución del ÍBEX en el corto plazo, pone “en un segundo plano”, entre los factores de incertidumbre, el referéndum en Cataluña y sus consecuencias. Teme más lo que pueda ocurrir con el sector bancario, “que ha subido mucho este año y podría sufrir recortes importantes si el BCE mantiene su política de tipos al 0%, algo que parece cada vez más probable porque la inflación aún no ha alcanzado el objetivo del 2%”. La evolución del cambio entre euro y dólar también le preocupa. “Va a depender más de aspectos políticos que de los bancos centrales”, advierte.
Según el analista de Selfbank, el pulso catalán puede no obstante “deteriorar la imagen de España”, lo que se traducirá en una “retirada de inversores extranjeros, tanto en renta variable como en deuda” y en un aumento de la prima de riesgo.
El analista Juan Ignacio Crespo, asesor de Multiciclos Global F1 Renta4 y autor de ¿Por qué en 2017 volveremos a entrar en recesión?, desdeña el efecto de la crisis catalana en la bolsa española. Considera que el Gobierno tiene un “arma definitiva” en la Agencia Tributaria, “que puede embargar las cuentas de la Generalitat y ordenar a los bancos que ejecuten esos bloqueos”.
Además, el ÍBEX 35 acumula una revalorización del 11% en lo que va de año, tras subir hasta el 17% antes del verano. “Los 10.200 puntos en que está ahora serían un buen resultado si cerrara el año en ese nivel”, indica. Curiosamente, el miércoles anterior al referéndum la bolsa repuntó un 1,76%, un rebote que Rodrigo García atribuye a la aparición de “cazagangas”. “Más que una subida de la bolsa”, precisa, “fue una subida de la volatilidad, y eso es normal”.
Debería caer, pero no cae
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“Miedo a que caiga la bolsa siempre hay”, precisa también el analista de XTB. Pero Nicolás López resalta que para producirse un desplome tiene que coincidir con una crisis económica, “con una serie de desequilibrios que se van acumulando en el tiempo: exceso de inflación, exceso de deuda, de déficit…”. Y ése no es en absoluto el escenario actual. La economía se encuentra ahora “en una fase dulce, aunque no crezca tanto y la inflación sea baja”. Según los últimos datos publicados por la Comisión Europea, la confianza en la economía de la zona euro ha subido 1,1 puntos en septiembre. Se encuentra en máximos, 113 puntos, el nivel que tenía en 2007. Pero hay un elemento más, “una perturbación aleatoria que no se puede controlar” y que puede dar al traste con cualquier predicción: las expectativas de los ofertantes y demandantes de títulos, apunta Rodrigo García. Nicolás López habla de las “·impredecibles reacciones” de los agentes económicos. Como el gran pánico bancario que se extendió tras la caída de Lehman Brothers en 2008.
En cualquier caso, Juan Ignacio Crespo considera que la advertencia de Robert J. Shiller es “totalmente razonable”. “Ya lo era hace dos años, y no ha pasado nada”, añade con una cierta sorna. El analista, que es estadístico del Estado, confiesa que dejó de hacer pronósticos a mediados de 2016 porque “ya no hay referencias, la Bolsa de EEUU ha superado todo lo superable”. Crespo explica que se están dando todos los motivos para que caigan las bolsas, “no sólo los de Shiller”, pero el desplome no se produce. “El crédito comercial, industrial y de consumo está estancado desde hace un año, un factor que ya hizo caer en recesión a la economía de EEUU en otras ocasiones; otras veces, cuando caían los beneficios empresariales como ocurrió en 2015, la economía norteamericana caía en recesión, con la productividad tan baja como la que hay ahora, lo mismo… Sin embargo, no pasa nada”, detalla su estupor Crespo, que no acierta a dar una explicación al fenómeno.
La dificultad para predecir el comportamiento de la economía y los mercados no desmerece el esfuerzo de Robert J. Shiller, puntualiza el analista. “El CAPE es un indicador inteligentísimo y utilísimo”, elogia, “que acabará cumpliéndose dentro de cinco años o mañana mismo”. “Es el acierto del reloj parado”, ironiza Crespo.
El Nobel Robert J. Shiller puede presumir de haberse anticipado al pinchazo de dos burbujas, la de las puntocom, en 2000 y la inmobiliaria, en 2005. Premiado por la Academia sueca en 2013 “por su análisis empírico de los precios de los activos”, desarrolló en 1988 un indicador, llamado CAPE (Cyclically Adjusted Price-to-Earnings) que resulta de dividir el índice bursátil, ajustado a la inflación, por la media de las ganancias obtenidas. Le permite predecir el rendimiento real de las bolsas en periodos de 10 años. Si la ratio supera la media, el rendimiento real es bajo.