El dato del IPC de julio en EEUU ha superado las previsiones. La inflación interanual se ha desacelerado hasta el 8,5%, desde el 9,1% de junio. Los analistas internacionales esperaban un leve freno, menor que estos 0,6 puntos, lo que ha sido recibido por el mercado como una buena señal de que los problemas que asfixian la economía global, o al menos la estadounidense, han empezado a remitir. El dato viene condicionado por la caída del petróleo en las últimas semanas, que ha pasado de unos 123 dólares a 100 entre el 9 de junio y este martes, dos meses después. “Es mejor de lo previsto, aunque sigue estando en niveles muy elevados”, señala Daniel Fuentes, economista y director de la consultora KREAB.
A este lado del charco la pregunta es si esta buena señal de la economía estadounidense es un reflejo de lo que nos espera en los próximos meses, cuando la cesta de la compra empiece a notar la bajada del petróleo. “Conviene no traducir directamente la evolución de la inflación en EEUU con lo que pueda ocurrir en la zona euro. EEUU puede permitirse una subida de tipos más drástica en Europa, incluso a pesar de incurrir en una recesión técnica, porque su mercado laboral se encuentra en pleno empleo”, señala el economista.
El dato del desempleo, revelado el viernes, es del 3,5%, lo que refleja que la economía estadounidense es vigorosa. En la eurozona, el dato fue del 6,6% en junio, aunque la situación es muy desigual entre países como España (12,6%) y Alemania (2,8%). Este dato junto con otros, como la desigual situación del endeudamiento en la zona euro, impide al Banco Central Europeo elevar los tipos de interés con la misma intensidad que en EEUU, lo que podría quebrar la economía de los más frágiles. Este mismo miércoles, el organismo europeo ha insistido en la estrategia de política económica aprobada en julio de 2021 y ha mantenido que la elevación de los tipos debe ser “gradual”.
Este miércoles hemos conocido otros tres datos de inflación. Alemania ha bajado su IPC 0,1 puntos, al 7,5%. En Italia ha descendido otro 0,1, al 7,9%. En Portugal sí ha aumentado, 0,4 puntos, hasta el 9,1%. Josep Maria Català, profesor de los estudios de Economía y Empresa en la Universitat Oberta de Catalunya cree que el dato americano sí puede ser visto con optimismo desde Europa: “Creo que vamos en una buena senda. Las economías están interconectadas en un mundo globalizado. La bajada del precio del petróleo tiene un impacto mundial. Creo que lo que pasa en Estados Unidos puede ser un reflejo de lo que pasa en Europa. El Banco Central Europeo está aplicando la misma receta que la FED”, explica el profesor, que añade: “Nos da cierto respiro, pero siempre hay que tener la mirada puesta en otoño”.
La inflación subyacente
El dato mejor valorado de los difundidos este miércoles ha sido el del IPC subyacente, es decir, la evolución de la cesta de la compra sin incluir los precios alimentarios ni energéticos, que suelen presentar mayor volatilidad. Su evolución nos permite ver los cambios en los precios con menos afectación de las perturbaciones a corto plazo. El dato de junio fue de 5,9%. En julio, el consenso de los analistas internacionales era que avanzara a 6,1%, pero se ha mantenido en 5,9%, lo cual es positivo.
“Esto puede ser un punto de inflexión o un espejismo. Hay factores que pueden ser impredecibles, como la guerra en Ucrania”, explica Josep Maria Català. Los otros datos subyacentes conocidos hoy en el lado europeo no son tan positivos. En Alemania, el dato ha avanzado a un 4,4%, desde un 3,2% en junio. En Italia, el dato ha avanzado de 3,8% a 4,1% y en Portugal, de 6% a 6,2%. Esto podría ser una señal de que la volatilidad de los precios alimentarios y energéticos están filtrándose al resto de la economía. El economista Daniel Fuentes considera que en los próximos meses debería de verse un efecto favorable en los costes energéticos, acompañado de más subidas de tipos del Banco Central Europeo. “En Europa, los tipos son necesarios para evitar un mayor traslado de la inflación general a la subyacente”.
Un dato difícil de valorar a largo plazo
De momento, en EEUU la valoración es positiva: una desaceleración de los precios en Estados Unidos, que anticipa un posible efecto positivo de la política monetaria aplicada por la FED. Es una puerta que se abre para que en 2023 puedan volver a bajar los tipos de interés y devolver la economía a una senda de crecimiento sin espiral de precios. Prueba de ese buen recibimiento ha sido la reacción del mercado: el SP500 ha subido en torno a un 2% este miércoles, y el Nasdaq alrededor de un 1,5%.
En Europa toca esperar. Los datos de inflación conocidos en territorio europeo se contienen, por el momento, aunque siguen avanzando los precios subyacentes, excluyendo los alimentarios y los energéticos, lo cual es preocupante. El Banco Central Europeo empezó a subir los tipos de interés más tarde y de manera más gradual, por lo que tardará más en verse sus efectos. El mayor efecto que tiene la invasión rusa de Ucrania hace que el escenario sea mucho más impredecible.
La multiplicidad de factores que afectan a la economía global puede provocar que la situación cambie en cualquier momento, especialmente por el lado de Moscú: “Es difícil de valorar a largo plazo. Si los tipos de interés provocan que se frene el consumo y el petróleo sigue bajando, quizás no sea algo puntual y empiece una tendencia, pero es pronto para decirlo. Hay que poner estos datos en cuarentena”, señala Josep Maria Català.
El dato del IPC de julio en EEUU ha superado las previsiones. La inflación interanual se ha desacelerado hasta el 8,5%, desde el 9,1% de junio. Los analistas internacionales esperaban un leve freno, menor que estos 0,6 puntos, lo que ha sido recibido por el mercado como una buena señal de que los problemas que asfixian la economía global, o al menos la estadounidense, han empezado a remitir. El dato viene condicionado por la caída del petróleo en las últimas semanas, que ha pasado de unos 123 dólares a 100 entre el 9 de junio y este martes, dos meses después. “Es mejor de lo previsto, aunque sigue estando en niveles muy elevados”, señala Daniel Fuentes, economista y director de la consultora KREAB.