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Varón, con un nivel educativo alto y buena posición laboral: quiénes y por qué trabajan si podrían estar ya jubilados

Una pareja camina por el Paseo del Prado en Madrid.

Jubilarse ya no es sinónimo estricto de dejar de trabajar. De hecho, la estrategia de los poderes públicos es que sea una realidad cada vez más habitual. Un 4,9% de los españoles sigue trabajando inmediatamente después de retirarse, según Eurostat. Es una cifra que está lejos de la media europea (13%), pero que señala una tendencia que tratan de impulsar las políticas públicas: estirar los años de actividad de la población para intentar aliviar el estrés que sufre un sistema de pensiones tensionado por el envejecimiento y la baja natalidad.

"La prolongación de la vida laboral tiene que ver siempre con la historia laboral previa", explica Rodolfo Gutiérrez, catedrático de Sociología de la Universidad de Oviedo. "Las personas que han tenido trabajos mejores y las personas que tienen mejor salud son los que más tienden a prolongar la actividad", dos variables que suelen ir muy relacionadas. De hecho, un nivel educativo elevado y una posición laboral alta o intermedia son los factores que más claramente favorecen la prolongación de la vida laboral, según un trabajo de la Universidad Pablo de Olavide.

Los apuntan a que ellas no suelen trabajar una vez superada la edad de jubilación. Este hecho, explica Rodolfo Gutiérrez, tiene que ver con que las mujeres siguen teniendo "más presión" en cuanto a los cuidados. "La longevidad ha aumentado mucho y ahora llegan cortes de jubilación de mujeres que tienen padres, que tienen hijos y que tienen nietos". Y de nuevo, suelen ser ellas las que se hacen cargo de atender la vida familiar: "Son una generación sándwich que tiene responsabilidades por arriba y por abajo", concluye el catedrático.

Los motivos

"En los últimos años, ha crecido el interés por trabajar más allá de la jubilación", explica Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco, especializada en recursos humanos. Las razones son económicas, pero también hay otros factores: "La mejora en las condiciones de salud, la necesidad de complementar ingresos por pensiones insuficientes y el deseo de mantenerse activos y socialmente integrados impulsan esta decisión", concluye.

Para el Banco de España, las tendencias demográficas representan uno de los principales factores que ejercen presión sobre la hucha de las pensiones. Entre los desafíos más importantes para la sostenibilidad del sistema se encuentran la llegada a la edad de jubilación de la generación del baby boom —un grupo compuesto por 7,7 millones de personas actualmente entre los 50 y los 66 años—, el incremento en la esperanza de vida y la reducción de las tasas de natalidad.

Por esto, las políticas del Gobierno pasan por intentar estirar los años de cotización de los trabajadores premiando a quiénes decidan trabajar un tiempo más o promoviendo medidas que hagan compatible el salario con la pensión. Por un lado, quienes decidan demorar su retiro obtendrán incrementos anuales y semestrales en su pensión futura superiores al 4%. Por otro, aquellos que decidan compatibilizar su pensión con su salario (jubilación activa) acogiéndose a planes de jubilación flexibles, podrán ver crecer su retribución futura transcurridos doce meses.

Para el director de la Fundación Adecco, España no es un país en el que esté especialmente integrada la idea de postergar la jubilación, pero las políticas que recompensan económicamente han empezado a seducir a muchas personas: "El aumento de incentivos económicos por retrasar la jubilación y la flexibilidad de fórmulas como la jubilación parcial contribuyen a un cambio gradual en la percepción".

Jubilarse a los 67

La edad de jubilación ordinaria también se ha ido incrementando en estos años: en enero de 2025 será de 66 años y ocho meses, dos meses más que este año. El objetivo final —que se fijó en la reforma de pensiones de 2011— es llegar hasta los 67 en 2027. "Resulta evidente que las condiciones de salud de una persona de 65 años en la actualidad distan mucho de las que predominaban a comienzos del siglo XX, cuando se fijó este límite como edad de retiro", explica Mesonero.

Estas medidas están pensadas para que la llegada del retiro sea más gradual y el impacto en las cuentas del sistema de pensiones sea menos brusco. El gasto en pensiones públicas ha ido aumentando en la última década. De acuerdo con un estudio de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA), el gasto sobre el producto interior bruto (PIB) en 2010 fue del 10,1% pero en 2023 ya se situó en el 13,1% y esto, apuntan, “sin haber llegado todavía la generación del baby boom a la edad de jubilación”. 

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Otro dato que ayuda a dar contexto a estas medidas es que cada vez vivimos más y actualmente la esperanza de vida en España está en los 84 años, es decir, más gente cobra pensión durante más tiempo. "Es paradójico que, en las encuestas, la mayoría de la gente mantiene que la vejez comienza a partir de los 70 años, pero no está dispuesta a trabajar más allá de los 66", apunta el profesor.

El peligro de mirar solo los datos

Pero legislar solo mirando hacia la sostenibilidad del sistema de pensiones es peligroso. De hecho, un informe de FEDEA alerta de que esta decisión también puede aumentar el riesgo de muerte entre los 60 y los 69 años. El documento señala que el riesgo de mortalidad temprana se reduce entre aquellas personas que tienen acceso a mecanismos de jubilación parcial que les permite reducir las horas de trabajo, pero aumenta entre quiénes alargan su vida profesional, sobre todo en ocupaciones con mayores niveles de estrés o exigentes a nivel físico. Por ello, una de las sugerencia que hace es analizar por separado cada sector antes de diseñar los detalles de las nuevas políticas de jubilación. 

El fin del trabajo parece lejos. Tanto por la necesidad de mantener a flote el sistema público, como porque nos cuesta desprendernos de aquello que ha ocupado la mayor parte de nuestra vida. "Es innegable que seguir activo y con empleo proporciona un sentido de propósito y pertenencia a la sociedad", apunta Mesonero. De hecho, hasta el empresario estadounidense Elon Musk, que especulaba sobre una inteligencia artificial que acabase con el trabajo, dejaba un hueco para esa pulsión de sentirnos útiles: “Por supuesto, las personas podrán seguir trabajando por satisfacción personal”.

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