La banca pulveriza récords de beneficios con plantillas en pie de guerra por la congelación salarial

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Aunque no parte de cero en la acción, el ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo, ha querido iniciar rondas de contacto personales desde que ocupa su recién estrenado cargo en las que ha incluido a los presidentes de los principales bancos españoles. Se ha reunido en las instalaciones del ministerio con los máximos dirigentes de CaixaBank, del BBVA, del Banco Santander, de Banco Sabadell o de Unicaja Banco KutxaBank, y lo hará con el de Cajamar, por ejemplo. Es un gesto que, fuentes del sector interpretan más allá “de simples saludos” al producirse “en un momento en el que hay sobre la mesa temas espinosos a tratar como la prórroga de los gravámenes a los beneficios extraordinarios, que incluso se ha anunciado que podría ser permanente -lo hizo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez a finales de 2023-“, con lo que ven "positivo" que el ministro “intente templar ánimos“. Además, esta misma semana el Consejo de Ministros ha dado luz verde a la tramitación urgente de la Autoridad de Defensa del Cliente Financiero, que las elecciones generales anticipadas de 2023 dejó en el limbo, y la llegada de nuevos fondos europeos también está en el horizonte. 

Mientras se producen esos encuentros, en las interioridades del sector financiero se cuecen otros. Los sindicatos CCOO, FINE y UGT preparan una escalada de movilizaciones, que arrancará con una manifestación el próximo jueves 8 de febrero (8F) en Madrid, tras un proceso de negociación de los convenios de Banca, Ahorro y Cooperativas de Crédito que ha resultado “frustrante” para las organizaciones sindicales.

Javier de Dios, responsable del Sector Financiero de CCOO, explica los motivos: “Llevamos unos convenios colectivos pasados en los que abordar los incrementos salariales, bastante moderados y en algún caso del 0% sobre todo en el sector de las cajas de ahorro, ha sido bastante complejo porque el sector financiero no atravesaba sus mejores momentos y la parte social ha tenido responsabilidad, pero ahora nos encontramos en un escenario distinto”, arranca. “A finales de mes -añade- las entidades financieras van a presentar beneficios récord, históricos, y no se quieren compartir con las plantillas que en gran medida los hacen posibles”. Se prevé que la difusión en cascada de los resultados los próximos días evidencie que entidades como Bankinter superarán el 50% de aumento del beneficio, y no será la única en hacerlo. Las proyecciones del mercado indican que en conjunto la banca ganará más de 25.000 millones en 2023 y en concreto el Banco Santander tocará techo, sobrepasando los 10.000 millones por primera vez en la historia. Sólo en los primeros nueve meses del año lograron amasar 19.761,6 millones, 3.747 millones más que el ejercicio anterior.

Para De Dios, “los planteamientos de subidas salariales" que les "trasladan las patronales" son "muy exiguos” en relación “a los beneficios que van a obtener” o a indicadores como el salario mínimo, que subirá un 5% y “aplica a sectores con unos márgenes de beneficios significativamente inferiores”, defiende. Junto al aspecto salarial, los tres sindicatos reclaman “una mejora del clima laboral”. El representante de CCOO asegura que las plantillas soportan “presiones” a diario, a lo que conecta otras cuestiones como “la poca o nula tasa de reposición o la ausencia de cobertura de vacantes en vacaciones o en situaciones de incapacidades temporales, lo que hace que los trabajadores se vean sobrecargados”. Al margen del personal, “la clientela se está viendo afectada por los movimientos del sector bancario”, ya que “tiene cada vez menos acceso a servicios, sobre todo en territorios extensos como Castilla León o Castilla la Mancha. Desde 2009 hasta 2022 se ha reducido en un 60% la presencialidad de las oficinas bancarias físicas", anota. Esto, “unido a las restricciones de algunas entidades financieras en materia de horarios", lo que dificulta, asimismo, la prestación de servicios, acaba "repercutiendo" en los trabajadores. "Estamos en medio. A nosotros nos dan unas directrices de cómo trabajar, y la clientela se nos queja a nosotros de ellas", condensa, para completar: "Esto influye en el clima laboral ya que los clientes trasladan su malestar a las plantillas, sin que éstas sean las responsables de esas estrategias empresariales”, relata.

En ese dibujo de situación, De Dios critica el “inmovilismo” que, a su juicio, ha mostrado la patronal y que les ha llevado, dice, a “la movilización de las plantillas y a elevar la temperatura de la conflictividad social”. Más allá de la manifestación del 8F, no descartan ninguna medida, incluso la convocatoria de huelga en el sector, “que no deseamos”, apostilla. Antes de llegar ahí, barajan acciones como “paros parciales, ciber movilizaciones, concentraciones por la tarde” y se irán decidiendo en función de cómo se desarrolle el diálogo. “La postura inicial de la patronal es bastante de mínimos y vamos a ver qué sale de las reuniones que tenemos a finales de enero y principios de febrero”, deja caer. 

“Queremos un convenio de recuperación, llevamos muchos años de pérdidas, de reestructuración del sector, en los que hemos tenido que ceder a muchas cosas y ahora, con una previsión de resultados histórica, pensamos que no es de recibo un convenio que sólo tenga en cuenta las previsiones de IPC -Índice de precios de consumo- para estos años, sin considerar los que llevamos de devaluación”. Habla Elena Díaz, presidenta de FINE, para quien “toca buscar de qué manera podemos recuperar parte del poder adquisitivo perdido, que es mucho”. Mira atrás para afirmar que los trabajadores “han respondido” en etapas duras como la de la pandemia, por lo que no comparte que, “cuando se vuelve al entorno de beneficios, estos sólo se distribuyan entre directivos y accionistas, eso no puede ser”, remacha. En su opinión, “el sector bancario o financiero tiene una responsabilidad social muy grande”. “El comportamiento que tenga en estos convenios es crucial también para otras áreas, por lo tanto tienen que ser responsables con las plantillas y con la sociedad y firmar unas subidas adecuadas que no consoliden la pérdida de poder adquisitivo”, finaliza.

"No vamos a transigir porque les seguirá yendo bien"

Por su parte, el responsable del sector financiero estatal de UGT, Victoriano Miravete, desgrana que han perdido “del orden de 10 a 12 puntos de IPC en los últimos años”. “Venimos de un sector en reconversión donde se han hecho múltiples expedientes de regulación de empleo (ERE) en 2021 y las cargas de trabajo se han multiplicado. Llegó la pandemia y nos dijeron que los clientes no iban a volver a las oficinas, pero sí que lo han hecho. Y los volúmenes administrados por cada trabajador no paran de crecer, como los índices de rentabilidad de los bancos”, lanza. En ese punto, hace notar que el ROE, la ratio que mide la rentabilidad que se calcula dividiendo el beneficio neto en relación a los fondos propios, fue entre 2002 y 2020 del 5,25% de media, mientras en el penúltimo trimestre de 2023 se colocó en casi el 12%, en detalle, en el 11,77%. Esto es, la rentabilidad de los bancos se expandió en 6,52 puntos en 2023 respecto a las dos décadas anteriores.

Se trata de dar con una distancia entre las partes negociadoras que entiendan justa. “Están ganando dinero, son los más rentables de Europa, y no les estamos pidiendo salvajadas de incremento salarial”, señala. La horquilla de elevación que han propuesto de partida los sindicatos es entre el 17 y el 23% en tres años, pero se han encontrado con que en frente les han ofrecido “un 5%, en un sector que es ultra rentable, ni un 1,7% anual. Y la inflación esperada qué”, se pregunta Miravete. “Viven en un mundo en el que pueden recomprar acciones porque tienen exceso de capital y así suben el precio de cada una, pero no se preocupan de lo que puedan hacer o no los trabajadores”, censura. Deja claro a continuación que "no van a transigir" porque más allá de los sueldos, los empleados padecen elevadas "cargas de trabajo" a las que se han incrustado "obligaciones de venta" y a las entidades "les seguirá yendo bien porque los tipos no van a bajar". 

“Lamentablemente Santander, Caixabank, BBVA, Sabadell, Unicaja, Bankinter, Abanca, Cajamar, Deutsche Bank, Ibercaja, Cecabank… están apostando por el inmovilismo”, recalcan desde el ala de los tres mencionados sindicatos, que invitarán a otras organizaciones presentes en las mesas de negociación a incorporarse a su agenda de protestas para exigir equilibrios que estiman necesarios.

Aunque no parte de cero en la acción, el ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo, ha querido iniciar rondas de contacto personales desde que ocupa su recién estrenado cargo en las que ha incluido a los presidentes de los principales bancos españoles. Se ha reunido en las instalaciones del ministerio con los máximos dirigentes de CaixaBank, del BBVA, del Banco Santander, de Banco Sabadell o de Unicaja Banco KutxaBank, y lo hará con el de Cajamar, por ejemplo. Es un gesto que, fuentes del sector interpretan más allá “de simples saludos” al producirse “en un momento en el que hay sobre la mesa temas espinosos a tratar como la prórroga de los gravámenes a los beneficios extraordinarios, que incluso se ha anunciado que podría ser permanente -lo hizo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez a finales de 2023-“, con lo que ven "positivo" que el ministro “intente templar ánimos“. Además, esta misma semana el Consejo de Ministros ha dado luz verde a la tramitación urgente de la Autoridad de Defensa del Cliente Financiero, que las elecciones generales anticipadas de 2023 dejó en el limbo, y la llegada de nuevos fondos europeos también está en el horizonte. 

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