Qué es una 'mula' bancaria o el riesgo de acabar convertido en un delincuente sin saberlo

El término mula en el ámbito de la delincuencia suele asociarse a la droga, a menudo a las mujeres que la transportan en sus cuerpos y son el eslabón más débil de un enorme negocio, aunque no solo. The New York Times publicó, por ejemplo, la historia de Earl Stone, un anciano que también acabó convertido en una mula para los cárteles de Sinaloa y al que Clint Eastwood encarnó en el cine. Pero hay otras mulas, las bancarias. ¿Qué son? Se trata de quien, de manera voluntaria y a sabiendas, o sin conocimiento y de forma involuntaria, transfiere o mueve dinero adquirido ilegalmente en nombre de otra persona. De hecho, éstas se pueden clasificar en términos generales en tres tipos: participantes conscientes, delincuentes cómplices y participantes involuntarios. Según explican a infoLibre desde el Grupo de Inteligencia Criminal y Coordinación de Delitos Económicos de la Unidad Técnica de Policía Judicial de la Guardia Civil, las del primer grupo “saben que son parte de una operación ilegal, pero es posible que no conozcan el alcance total de la actividad criminal”. A menudo, están motivadas por incentivos financieros o se encuentran bajo algún tipo de coacción. Las del segundo apartado, las cómplices, son “personas o entidades plenamente conscientes de su implicación en actividades delictivas”, forman parte de la red criminal y con frecuencia “orquestan el proceso de lavado”.

Y quienes no tienen las riendas de la situación, las mulas involuntarias, “pueden creer que ayudan en actividades comerciales legítimas” o pueden no saber que lo son. En estos casos, una vez robados los datos, “los delincuentes contratan y operan con las cuentas abiertas para sus fines ilícitos sin que las personas que aparecen como titulares sean conscientes ni del robo de sus datos ni de su apertura y operativa”, anotan las fuentes sondeadas.

Acaben siéndolo por la causa que sea, las mulas conectan el mundo criminal con el sistema bancario legal. ¿Cómo las reclutan? Los delincuentes se han adaptado a la era digital y aprovechan diversas plataformas para hacerlo. “Explotan el alcance de las redes sociales para atraer a mulas potenciales con ofertas de dinero fácil, muchas veces apuntando a los usuarios en función de su comportamiento en línea o su desesperación financiera”, detallan desde el Instituto Armado. Recurren a tácticas como ofertas falsas de trabajo o anuncios de alquiler de viviendas, compra de paquetes vacacionales, amistades en línea o relaciones románticas.

Por lo que respecta a los trabajos, las fuentes consultadas exponen que ofrecen puestos que no requieren habilidades o calificaciones específicas, como "gerente financiero" o "agente de procesamiento de pagos" en sitios web de empleo populares y que en realidad son fachadas para el tráfico de dinero. Ofertan salarios altos por un trabajo mínimo, enfatizando las posibilidades de operar en remoto.

Siguen indicaciones y no siempre hay recompensa

Una vez reclutadas, normalmente las mulas reciben instrucciones de abrir nuevas cuentas bancarias o destinar las propias a recibir y a transferir fondos. “Este paso es fundamental para el blanqueo, ya que ayuda a superponer el movimiento del dinero, oscureciendo sus orígenes y dificultando la detección”, sostienen desde la Guardia Civil. Desde ahí se integran en el proceso de lavado de dinero. Primero se familiarizan con la tarea que tienen entre manos, en ocasiones bajo la apariencia de un trabajo legítimo, se les instruye sobre el manejo de los fondos, “manteniendo el desconocimiento del carácter criminal de sus acciones”. Luego, reciben fondos robados en su cuenta bancaria, habitualmente “con el pretexto de procesar pagos para un empleador”, y siguiendo directrices, la mula traspasa el dinero a través de varios canales como transferencias bancarias, servicios electrónicos o billeteras digitales. Cuando el punto de llegada es una cuenta en el extranjero, lo que sucede bastante, complica la trazabilidad. Pese a que se les suele prometer un porcentaje de los fondos transferidos como pago, muchas no reciben remuneración alguna.

Cuando no son las mulas las que se colocan los guantes para subir al ring delincuencial, cuando no es voluntario, los propios delincuentes abren cuentas a nombre de personas con datos sustraídos mediante técnicas como el phishing, esto es, cuando los estafadores usan una dirección de correo electrónico aparentemente real con un enlace que insta a introducir información como el nombre completo, el número de la Seguridad Social o el de la tarjeta de crédito. A ella se suma el smishing, utilizar mensajes de texto o aplicaciones de mensajería comunes para contactar a individuos desprevenidos, que suelen ir acompañados de un enlace o la URL de un sitio web en el que los estafadores solicitan datos personales y bancarios; o el vishing, que es acceder a información personal mediante una llamada telefónica o un mensaje de voz para incitar a los usuarios a revelar información privada; entre otros métodos.

La actividad de las mulas bancarias tiene importantes repercusiones para el sistema financiero, abarcando desde pérdidas directas e indirectas, hasta riesgos legales y reputacionales para las partes involucradas”, avisan desde el Instituto Armado. De hecho, bajo el paraguas de la novena edición de la Acción Europea de la Mula del Dinero (EMMA 9), financiada por la iniciativa multidisciplinar de la UE Empact y dirigida por los Países Bajos, se identificó en seis meses a 10.759 mulas de dinero y a 474 reclutadores/pastores. Se iniciaron 4.659 investigaciones, se llevaron a cabo 1.013 arrestos, se denunciaron 10.736 transacciones y se detectaron pérdidas por valor de 100 millones de euros.

¿Cómo se identifica a las ‘mulas’?

La labor de los investigadores para descubrirlas implica “una combinación de análisis de comportamiento y monitoreo de transacciones, así como el uso de tecnologías avanzadas de inteligencia artificial y aprendizaje automático”, indican quienes conocen la operativa. Elementos como picos repentinos en la actividad de una cuenta, en particular si estaba recién abierta o inactiva, pueden ser una señal de alerta. O transacciones que no coinciden con el perfil del titular de la cuenta, como transferencias internacionales grandes o frecuentes, suelen justificar que se realice una investigación más a fondo.

Igualmente, depósitos o transacciones de elevadas cantidades de dinero sin explicación lógica, atendiendo a las fuentes de ingresos legales o del historial financiero del titular de la cuenta, pueden ser clave; como movimientos de fondos rápidamente después de recibirlos, lo que puede suponer “un claro intento de evadir la detección”.

Cuando las instituciones financieras las interrogan, las mulas acostumbran a dar explicaciones inconsistentes o sospechosas sobre la actividad de su cuenta, de acuerdo a la experiencia de los investigadores. En cualquier caso, fuentes del ámbito judicial advierten de que actuar como mula bancaria, “sin querer o queriendo, tiene consecuencias penales”. “Lo que buscan los ciberdelincuentes –añaden– es que el rastro del dinero se asocie a esas terceras personas en lugar de a ellos. Y hablamos de que se estaría incurriendo en un presunto delito de blanqueo de dinero. Te pueden robar tus datos, y años de vida hasta que el asunto se resuelva”, cierran.

Recomendaciones para esquivar a los delincuentes

La propia Guardia Civil contribuye a prevenir sobre este fenómeno a través de charlas informativas o mediante campañas y la difusión de píldoras informativas en redes sociales. Algunos ejemplos: No aceptes desconocidos en redes sociales, Protege tus datos personales en la Red o ¡Protégete ante phishing! Piénsalo antes de pinchar.

De otro lado, entidades como el Banco de España también difunden recomendaciones para evitar acabar siendo una mula de dinero. En ese sentido, instan a no entregar a otros datos y claves para operar una cuenta propia o a no realizar operaciones siguiendo las instrucciones de personas desconocidas. Animan a desconfiar de los empleos en los que se exija ser titular de una cuenta y ponerla a disposición de la empresa y a no facilitar datos personales a cambio de un precio o a desconocidos en redes sociales u otros medios públicos. En ese punto, si se han dado datos y se piensa que puede ser un engaño, aconsejan denunciar el caso.

Por último, el regulador nacional invita a no pinchar en enlaces contenidos en correos electrónicos, SMS o mensajería que se hacen pasar por un banco, dado que las entidades financieras nunca piden datos personales o bancarios a través de esas vías, y a trasladar a las autoridades la aparición de una cuenta que no se ha contratado. Podría ser que alguien se haya hecho con los datos y sea el detonante de acabar convertido en mula sin intención, en un giro vital narrativo indeseado.

El término mula en el ámbito de la delincuencia suele asociarse a la droga, a menudo a las mujeres que la transportan en sus cuerpos y son el eslabón más débil de un enorme negocio, aunque no solo. The New York Times publicó, por ejemplo, la historia de Earl Stone, un anciano que también acabó convertido en una mula para los cárteles de Sinaloa y al que Clint Eastwood encarnó en el cine. Pero hay otras mulas, las bancarias. ¿Qué son? Se trata de quien, de manera voluntaria y a sabiendas, o sin conocimiento y de forma involuntaria, transfiere o mueve dinero adquirido ilegalmente en nombre de otra persona. De hecho, éstas se pueden clasificar en términos generales en tres tipos: participantes conscientes, delincuentes cómplices y participantes involuntarios. Según explican a infoLibre desde el Grupo de Inteligencia Criminal y Coordinación de Delitos Económicos de la Unidad Técnica de Policía Judicial de la Guardia Civil, las del primer grupo “saben que son parte de una operación ilegal, pero es posible que no conozcan el alcance total de la actividad criminal”. A menudo, están motivadas por incentivos financieros o se encuentran bajo algún tipo de coacción. Las del segundo apartado, las cómplices, son “personas o entidades plenamente conscientes de su implicación en actividades delictivas”, forman parte de la red criminal y con frecuencia “orquestan el proceso de lavado”.

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