Los precios se mantienen altos en Estados Unidos. Septiembre ha dejado una tasa de inflación del 8,2%, desde el 8,3% del mes anterior. Podría parecer que los precios están moderándose, ya que la tasa ha descendido, pero un dato complementario explica la gravedad de la situación: la inflación subyacente (aquella que excluye los precios energéticos y de la alimentación, los más volátiles), ha escalado al 6,6% desde el 6,3%, lo que sugiere que la inflación está afectando en cascada al resto de la actividad económica. Las previsiones del mercado, que ya eran pesimistas, esperaban una inflación en el 8,1% y un dato subyacente del 6,5%, como máximo.
Según los datos ofrecidos por la Oficina de Estadísticas Laborales del Departamento de Trabajo de EEUU, los precios energéticos se han moderado hasta el 19,8%, desde el 23,8% de agosto, debido a la bajada del precio del petróleo. No obstante, los alimentos se encarecieron hasta un 11,2%, desde el 11% del mes anterior. La intensidad de la inflación y la fortaleza que aún demuestra el mercado laboral estadounidense, que en septiembre generó 263.000 nuevos empleos no agrícolas, el dato más débil desde abril de 2021, pero que permitió reducir la tasa de paro al 3,5% desde el 3,7%.
Nada más conocerse el dato, las principales bolsas europeas se han desplomado. El IBEX 35 ha caído hasta un 2%, aunque a lo largo del resto de la jornada el indicador ha ido recuperando el terreno perdido. La razón de semejante impacto a este lado del charco se debe a que la inflación persistente en EEUU es un factor determinante para que la Reserva Federal decida continuar con la subida de tipos de interés de manera agresiva. Como consecuencia, el Banco Central Europeo se podría ver obligado a seguir el ritmo de las subidas abruptas ya que, de lo contrario, el euro podría depreciarse más de lo que está frente al dólar, provocando consecuencias indeseadas, como un mayor encarecimiento de las importaciones de petróleo y el gas. La subida de tipos de interés supone una política monetaria de carácter contractivo, que reduce la capacidad de financiación de las empresas y los hogares. Su finalidad es disminuir la demanda para tratar de bajar los precios y su efecto prolongado en el tiempo acerca a las economías europeas a la recesión.
En su reunión de septiembre, la Reserva Federal decidió elevar los tipos de interés en 75 puntos básicos, hasta un rango objetivo de entre el 3% y el 3,25%, incrementando el precio del dinero a máximos desde enero de 2008. El Banco Central Europeo los subió también en septiembre a una intensidad de 75 puntos básicos, hasta 1,25%, lo que supuso la mayor subida de su historia en una sola sesión.
Los precios se mantienen altos en Estados Unidos. Septiembre ha dejado una tasa de inflación del 8,2%, desde el 8,3% del mes anterior. Podría parecer que los precios están moderándose, ya que la tasa ha descendido, pero un dato complementario explica la gravedad de la situación: la inflación subyacente (aquella que excluye los precios energéticos y de la alimentación, los más volátiles), ha escalado al 6,6% desde el 6,3%, lo que sugiere que la inflación está afectando en cascada al resto de la actividad económica. Las previsiones del mercado, que ya eran pesimistas, esperaban una inflación en el 8,1% y un dato subyacente del 6,5%, como máximo.