La receta para superar la crisis: reinventar la construcción y el turismo y darle a la economía verde el papel protagonista

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El covid-19 ha dejado a la economía española en un estado similar a lo que los científicos llaman animación suspendida, una especie de hibernación forzada de la que ahora debe empezar a salir de la forma menos traumática y más eficiente posible. La duda es cuántas descargas eléctricas serán necesarias, con qué intensidad y dónde es conveniente aplicarlas para resucitar el PIB y el empleo.

El ministro de Transportes, José Luis Ábalos, defendió la semana pasada la idea de convertir la construcción en “palanca para la recuperación del empleo y la economía” por su “efecto tractor”: “Mueve mucho la economía y arrastra el empleo también en sectores aledaños”. A su juicio, construir y rehabilitar viviendas e invertir en obras públicas e infraestructuras son “buenas vías” para reactivar la economía.

Sólo unos días antes, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, fue más allá al proponer “liberar suelo” y “no limitar el precio de la vivienda” para hacer de la construcción un instrumento de recuperación económica. “Para que esto salga adelante y se recupere lo antes posible hace falta quitarse las vendas y los dogmas ideológicos y permitir que la colaboración público-privada siga creciendo”, aseguró en la Asamblea de Madrid.

Pero para la canciller alemana, Angela Merkel, hay otras maneras de revivir las economías paralizadas por el coronavirus. En una declaración en Berlín instó a los países europeos a unir “economía y ecología”. Los programas de recuperación tras la pandemia, subrayó, deben llevarse a cabo siguiendo criterios medioambientales y climáticos. En el mismo sentido se han pronunciado también la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

Es más, este mismo lunes, 18 grandes fondos de inversión internacionales, entre los que se incluye el gigante Blackrock, han pedido a los gobiernos de los países ricos que inviertan el dinero de la recuperación en crear infraestructuras “sostenibles” que ayuden a cumplir el objetivo de emisiones cero de carbono. “Las políticas gubernamentales que estimulen inversiones privadas en energías limpias, industrias verdes y otras infraestructuras sostenibles tendrán como resultado el empleo y el crecimiento económico que ahora son tan necesarios”, proclaman. Buena parte de los grandes del Íbex-35, desde Acciona e Iberdrola hasta Telefónica y los mayores bancos, todos ellos agrupados en el Grupo Español para el Crecimiento Verde (GECV), se les adelantaron la semana pasada solicitando a los responsables políticos que “las iniciativas que de forma urgente sea preciso abordar a corto plazo” no menoscaben los recursos y oportunidades para “reorientar el modelo económico”, y se prioricen “la acción climática y la sostenibilidad”. Así que urgen a situar el Green Deal (Pacto Verde Europeo) de la Comisión Europea como hoja de ruta política para la recuperación económica, “adoptando como ejes estratégicos” la descarbonización y la digitalización, además de acelerar el Plan Integrado de Energía y Clima –recién enviado a Bruselas– y aprobar la Ley de Cambio Climático.

“Hay que poner en marcha todo, recuperando todos los sectores industriales, el enfoque va ser 'todo”, recalca sin embargo Santiago Carbó, catedrático de Economía de la escuela de negocios Cunef e investigador colaborador de Funcas, la fundación de las cajas de ahorro. La construcción va a tener su papel, explica, la agricultura es necesaria para el abastecimiento, los turistas necesitan ver España como una zona segura enseguida. Eso es “lo inmediato” –“no me gusta hablar de economía de guerra”, matiza– y, para más adelante, en el medio y largo plazo, ya se podrá hablar de la economía verde, que “son retos que también hay que abordar”.

Construcción y turismo, un esfuerzo de reputación

Antón Costas, catedrático de Política Económica en la Universidad de Barcelona y presidente de la Fundación Cercle d'Economia, cree que la pandemia, pese a sus terribles efectos, “no va a cambiar de forma muy profunda” la sociedad. Superada una primera etapa de la recuperación en que "la obsesión será tener liquidez”, llegará una segunda donde habrá que “resistir”, reinventándose y reformándose. También hará falta un “estado de confianza”, que no puede declararse por decreto, apunta, sino que debe ser capaz de generarla cada organización o empresa.

Esa “reputación”, por ejemplo, será fundamental para reactivar el turismo, “una industria estratégica fundamental”. “Nadie concibe que se pueda prescindir del 12% de nuestro PIB”, subraya, ni de su gran capacidad para generar empleo. “El turismo ha sido nuestra tabla de salvación. ¿Cómo creemos que pudimos financiar nuestra industrialización y modernización si no es por los superávit en la balanza de pagos conseguidos gracias a la actividad turística?”, se pregunta. Costas destaca, además, que el turismo no sólo ha constituido un motor del empleo, sino que también ha contribuido al dinamismo local, distribuyéndolo por toda España.

No obstante, el economista cree que tanto el sector turístico como la construcción deberían “hacer un esfuerzo” por “industrializarse” y “racionalizarse”, para ofrecer “productos de calidad a precios más baratos”. Por ejemplo, incorporando desarrollos tecnológicos y mejorando la formación de sus trabajadores.

Finalmente, continúa Antón Costas, la tercera etapa tendría que vincular la recuperación con la digitalización y el cambio climático. “Corremos el riesgo de que el covid-19 nos haga olvidar la amenaza del calentamiento global, y no debería ser así, porque ambos van a permanecer con nosotros”, advierte. Así que, si las empresas y los gobiernos quieren beneficiarse de esa estrategia de reactivación que ya está en marcha en la Unión Europea, y de sus fondos, deben orientar su actividad a esos dos grandes objetivos.

También considera el presidente de la Fundación Cercle de Economia que la pandemia va a acelerar la desglobalización y el regreso a Europa y Estados Unidos de la fabricación que se trasladó a China, una tendencia que, en cualquier caso, ya se inició a principios de este siglo, asegura.

Renovables, eficiencia energética y electrificación

“La salida [de la crisis provocada por el coronavirus] debe ser lo más verde posible”, resalta por su parte Míkel González-Eguino, investigador en el Centro Vasco para el Cambio Climático (BC3) y profesor en la Universidad del País Vasco. A su juicio, sería “un error” plantear estrategias de inversión que “desalinearan” a España de la Unión Europea. Se refiere al “potente” paquete de estímulo económico que va a venir de Europa, tanto para la economía verde como para estimular la digitalización. González-Eguino pide que los apoyos públicos a esos proyectos estén condicionados al cumplimiento de determinadas obligaciones de reducción de emisiones a la atmósfera, por ejemplo. No hacerlo así supondrá reducir las posibilidades de España de conseguir financiación. “Naturalmente, la construcción es un gran nicho de empleo, pero debería fomentarse la rehabilitación o la construcción de carriles bici o de cualquier otro proyecto que mire hacia el futuro”, señala.

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El investigador de BC3 resalta además que la recuperación ofrece la oportunidad de acelerar un trabajo que “ya está hecho”. “Las prioridades ya están establecidas”, asegura refiriéndose tanto al Green New Deal europeo como al Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, que está pensado para los próximos 10 años y prevé inversiones y proyectos capaces de generar 350.000 empleos en ese tiempo. Primero, el impulso a las renovables, para fomentar fuentes de energía autóctonas y reducir la dependencia energética exterior de combustibles fósiles. Segundo, el estímulo del ahorro y la eficiencia energéticos, tanto en las viviendas como en la industria y en los espacios públicos. Y tercero, el apoyo a la electrificación del transporte para conseguir una “movilidad sostenible”.

Hasta el momento, el Plan Integrado consta de 21 proyectos, con el objetivo de reducir un 23% las emisiones de efecto invernadero, alcanzar un 42% de renovables en el uso final de la energía y mejorar un 39,5% la eficiencia energética de aquí a 2030. Según los cálculos del Ministerio de Transición Ecológica, el plan debería ser capaz de aumentar el PIB en un 1,8%, hasta 25.700 millones de euros, en una década. El 80% de las inversiones que se prevén movilizar para dar este giro verde a la economía nacional serán privadas, sólo el 20% las sufragará el Estado.

“Si algo nos ha enseñado el covid-19 es la fragilidad de nuestra sociedad y de los sistemas naturales y humanos”, advierte también González-Eguino, quien recuerda que la emergencia climática ya estaba ahí antes de que la pandemia hiciera temblar a gobiernos y economías. De forma que ahora el miedo al coronavirus debería agilizar los planes en marcha para combatir el calentamiento global al tiempo que se genera empleo, invita el investigador de BC3. “Los gobiernos”, añade, “han sido bastante timoratos, pero ahora el covid-19 nos ha mostrado un avance de lo que puede ocurrir si vamos en dirección contraria a los equilibrios del planeta”.

El covid-19 ha dejado a la economía española en un estado similar a lo que los científicos llaman animación suspendida, una especie de hibernación forzada de la que ahora debe empezar a salir de la forma menos traumática y más eficiente posible. La duda es cuántas descargas eléctricas serán necesarias, con qué intensidad y dónde es conveniente aplicarlas para resucitar el PIB y el empleo.

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