Pocos negocios más sofisticados e inextricables para el profano que las criptomonedas. Ese nuevo El Dorado que ha surgido del mundo digital y sobre el que hay más recelos que regulación. Pero habría que forzar mucho la imaginación para adivinar que, detrás de Tether, la tercera mayor criptodivisa del mundo y, supuestamente, la más estable, puede haber un fraude típicamente analógico, mucho más prosaico y con menos glamur: los llamados carruseles del IVA, que las autoridades europeas llevan años persiguiendo y desmantelando.
De hecho, los gestores de Tether y Bitfinex –la plataforma de intercambio de Tether–, el italiano Giancarlo Devasini, y el holandés Jan Van der Velde, llevan años haciendo negocios con Gennaro Rino Platone, nacido en los Países Bajos, de padre italiano y madre gallega, considerado el organizador –y principal beneficiario– de algunas de las mayores estafas del IVA en Europa de la última década. Con una intensa vinculación con España, donde fue detenido y condenado, Platone también ha sido sentenciado en Alemania e investigado en su país natal y en Italia.
Así se deduce de las investigaciones llevadas a cabo por Il Fatto Quotidiano, infoLibre, NRC Handelsblad y Der Spiegel, todos ellos miembros de la red European Investigative Collaborations (EIC).
II Fatto Quotidiano y el consorcio EIC han pedido a Tether, Bitfinex, a Devasini y Van der Velde, así como al abogado español de Rino Platone, que comentaran estas informaciones, pero ninguno de ellos ha respondido a las preguntas que se les han enviado.
Noviembre ha alumbrado un nuevo cryptocrash. La semana pasada el bitcoin se hundió a niveles de 2020, en plena pandemia. Y arrastró a las demás criptomonedas en su caída. El motivo fue la renuncia de Binance, la mayor plataforma de compraventa de monedas digitales, a comprar a una de sus competidoras, FTX, afectada de una grave crisis de liquidez, lo que ha noqueado un mercado ya de por sí volátil y abonado a la desconfianza. El miedo al contagio ha obligado a otras monedas y plataformas a marcar distancias con FTX. Una de ellas, Tether, la que se publicita como criptomoneda estable porque cada una de ellas está respaldada por un dólar, se ha apresurado a dejar claro que no está “expuesta en absoluto” a FTX. Así intentaba frenar el deterioro de la criptodivisa, que ha perdido su paridad con el dólar. Pero el pasado jueves se supo que el Departamento de Justicia de EEUU había pedido a Tether que bloquee 46,3 millones de dólares pertenecientes a FTX. Así que Tether acaba de sufrir la mayor caída desde el pasado mayo, después de que sus clientes retiraran de sus cuentas 16.000 millones de dólares en una semana, según publica Forbes. Ya hay incluso quien ha visto que el negocio está en apostar contra la criptomoneda, asegura la revista.
Nada extraño si, además, se tiene en cuenta que la supuesta solvencia de Tether Holding Limited, la empresa que emite los tethers, lleva en entredicho desde que nació y no ha dejado de ser investigada por la Justicia de Estados Unidos. Pese a que en estos momentos hay 69.000 millones de tethers en circulación, son muchas las dudas sobre si la empresa cuenta en efecto con una cantidad equivalente en dólares. Si así fuera, dice la agencia Bloomberg, Tether sería uno de los 50 mayores bancos de EEUU.
Investigada en EEUU
De momento, la Fiscalía de Manhattan acaba de hacerse cargo de una investigación por fraude a los bancos de la que se tuvo noticia en 2021 gracias a Bloomberg: el Departamento de Justicia de EEUU estaba ya entonces tras la pista de Tether por el uso que sus gestores hacen de las entidades financieras para depositar dinero y procesar las transacciones de sus clientes. Como norma, los bancos se muestran renuentes a abrir cuentas para intercambios de criptomonedas por miedo a vulnerar las leyes antiblanqueo. Sin ir más lejos, el pasado lunes la filial del Santander en Reino Unido ha anunciado que en 2023 bloqueará las transferencias a plataformas de criptodivisas. Y desde este mismo martes limitará los pagos a las plataformas a un máximo de 1.147 euros por transferencia y a un máximo de 3.439 euros al mes.
Pero ya antes, en 2017, Tether había sido investigada por la Comisión del Mercado de Futuros de Materias Primas y el FBI. Y tuvo que pagar 18,5 millones de dólares para sellar un acuerdo extrajudicial con la Fiscalía de Nueva York que la comprometía a publicar extractos trimestrales de sus cuentas. Según la Comisión del Mercado de Futuros de Materias Primas, Tether nunca dispuso de más de 61,5 millones de dólares en fondos cuando en circulación tenía 442 millones de criptomonedas. Una investigación separada de la fiscal general de Nueva York Letitia James descubrió también que Tether y Bitfinex, su plataforma de intercambio y con la que comparte dueños, había ocultado pérdidas y mentido en sus informes de cuentas. En total, ambas empresas tuvieron que pagar multas por importe de 61 millones de dólares para cerrar las investigaciones, sin admitir o negar ninguna infracción.
Ahora, la Fiscalía de Manhattan, una de las más agresivas y con más experiencia en la persecución de delitos cripto, vuelve sobre Tether.
Devasini y Van der Velde
¿Quiénes son los gestores de Tether Holding Limited y de Bitfinex, la plataforma donde se compran y venden los tethers? Giancarlo Devasini es su director financiero y Ludovicus Jan van der Velde, su consejero delegado. Ambos se hicieron con el control de Tether en enero de 2013. Devasini es un cirujano plástico italiano de 59 años que dejó el bisturí en la década de los 90 para fundar empresas de electrónica y fue condenado por vender software falsificado de Microsoft en 1996. El holandés Van der Velde es emprendedor del sector de alta tecnología y vive en Hong Kong. Antes de unirse en el mundo cripto, Devasini y Van der Velde compartían un grupo de sociedades con el mismo nombre, Perpetual Action Group Asia Inc, que se fundó en 2003 en Hong Kong. Van der Velde fue su director general entre 2006 y 2012. Exportaba productos electrónicos a grandes minoristas como la cadena británica Tesco.
Por su parte, Devasini fue el liquidador de Perpetual Action Group SAM, fundada en Mónaco también en 2003 y disuelta en 2009. Como su homónima asiática, se dedicaba a la venta de material electrónico. Según declaró Tether al Financial Times, ambas empresas no estaban vinculadas, aunque Van der Velde y Devasini sí “estuvieron involucrados de alguna manera” en las dos sociedades. Lo cierto es que la página web de Perpetual Action Group Asia dice otra cosa: Perpetual Action Group Mónaco era la filial comercial en Europa de la empresa de Hong Kong, que tenía plantas de producción en Shenzen (China) y otra filial comercial en San Dimas (California). Las dos, por tanto, formaban parte del mismo grupo.
El siguiente paso es el que une Perpetual Action Group Asia con Bitfinex, la plataforma de Tether. En efecto, los propietarios de Bitfinex son las empresas Ifinex, Bfxna y Bfxww. Y el dueño de Ifinex es DigFinex –también propietario de Tether Holdings Limited junto a Devasini y Van der Velde--. Tras DigFinex figuran, además de Devasini y Van der Velde, Paolo Ardoino, Phil Potter, Stu Hoegner… y Perpetual Action Group Asia. Toda esta retahíla de sociedades y nombres aparecen en la demanda que Bitfinex y Tether presentaron en abril de 2017 contra el banco estadounidense Wells Fargo, que había bloqueado transferencias que Tether había hecho a través de bancos de Taiwán.
Operación Medina: un fraude de 400 millones de euros
Pues bien, la monegasca Perpetual Action Group SAM fue una de las sociedades utilizadas en un macrofraude desvelado por el Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA) en España en 2006. La Operación Medina reventó la enorme trama que habían utilizado los dueños de Infinity Systems, el fabricante de los portátiles Airis, para defraudar más de 400 millones de euros a Hacienda. Tal era el número de empresas utilizadas en la estafa y el número de acusados –más de 50– que la Audiencia Nacional dividió la instrucción en cinco piezas separadas. El sumario está formado por 55 tomos. Y el procedimiento ha sido tan largo que la última sentencia es de 25 de febrero de 2022. Es decir, se ha prolongado durante 16 años. Por el camino, han fallecido media docena de los acusados. Las siete sentencias de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo, tras los recursos de algunos de los condenados, reconocen como atenuante de las penas la “dilación indebida” del proceso, el mayor que se ha abierto en España.
Gennaro Rino Platone es uno de los más de 50 condenados. Según queda establecido en las sentencias del caso, el italo-holandés “dirigía desde los Países Bajos el tránsito europeo de la mercancía”. Para ello contaba con las sociedades Facet Europe BV y Facet Holding BV, así como otra en Suiza, Formosa SA; una más en Italia, King Com SRL, y una tercera en Mónaco, la ya citada Perpetual Action Group SAM; es decir, la filial de Perpetual Action Group Asia que es accionista de Tether. Es más, los jueces aseguran que los “contactos familiares y comerciales de Rino Platone en Europa” permitieron a Infinity Systems vender mercancías en 2005 por importe de 54,61 millones de euros a estas tres últimas sociedades y a Facet Europe BV, y por 38,04 millones más en 2006. Además, poseía otra empresa en Austria, Suyama GmbH, también metida en el carrusel.
El fraude consistía en reclamar a Hacienda la devolución de un IVA que no se había pagado, aprovechando que las ventas entre países de la Unión Europea están exentas de ese impuesto. Para ello la trama utilizaba toda una cadena de empresas, llamadas “truchas”, porque carecían de capital, actividad aparente y a cuyo frente se situaba un testaferro. Algunos de ellos eran personas indigentes. Estas empresas simulaban vender material informático o de telefonía móvil a otras sociedades pantalla, estas sí con una actividad comercial real, que a su vez lo revendían a empresas extranjeras, sin repercutir el IVA, pero pidiendo su devolución. Después, la mercancía regresaba a España y vuelta a empezar. Por eso se le conoce como “fraude del carrusel”. Los partícipes se repartían comisiones del 16%, el tipo del impuesto en los años en que se cometió la estafa, entre 2004 y 2006. Así, pues, las empresas implicadas se extendían por toda España, Países Bajos y Suiza.
Condenas en España y Alemania; investigado en Países Bajos
En mayo de 2018 la Audiencia Nacional condenó a Rino Platone a un total de 21 meses y 45 días de prisión por tres delitos agravados contra la Hacienda Pública, así como a seis meses más por asociación ilícita. Pero sigue en el punto de mira de la policía española. Según las fuentes consultadas por infoLibre, viajaba a menudo a España tanto por motivos profesionales, para reunirse con miembros de las tramas del IVA, como por motivos personales, para visitar a su familia o de vacaciones. En una de esos descansos, fue detenido por el Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA), que depende de la Agencia Tributaria y fue el cuerpo que llevó a cabo la Operación Medina, en el aeropuerto de Barajas cuando iba a volar a Ibiza. Fue conducido a Zaragoza y pasó 15 días en prisión antes de salir bajo fianza de 250.000 euros, pese a la oposición tanto del fiscal como del abogado del Estado. Por entonces se le buscaba por la Operación Revival, otro carrusel del IVA desarticulado en julio de 2009 con una treintena de testaferros y sociedades repartidas por Rumanía, Bulgaria, Chipre y Malta. El fraude, igualmente con productos informáticos, ascendió a 62 millones de euros. Hubo 16 detenidos y se investigaron más de 50 cuentas bancarias. El caso aún está pendiente de juicio.
Platone volaba a Ibiza porque allí había comprado una vivienda de lujo a través de sociedades interpuestas que la policía no llegó a identificar. Según las fuentes consultadas, el italo-holandés posee una considerable fortuna, hasta el punto de haber sido considerado en su momento uno de los 15 hombres más ricos de los Países Bajos. La plataforma de periodismo de investigación Follow The Money asegura que, gracias a la importación de productos electrónicos de Asia, una de sus empresas, Facet, llegó a facturar 500 millones de euros en 2005.
Pero el historial delictivo de Platone en España no acaba ahí. Su nombre apareció en una tercera operación, bautizada como Basile, que la Agencia Tributaria desarrolló en junio de 2008. Otro carrusel que defraudó más de 100 millones de euros en cuatro años. También está pendiente de juicio.
Más reciente es su condena en Alemania. En enero de 2019, un tribunal de Ausburgo, en Baviera, le condenó a dos años y 10 meses de prisión por un fraude del IVA, una vez más, que ascendía a 60 millones de euros. La estela de su conducta empresarial incluso alcanzó proyección comunitaria cuando el Tribunal Supremo holandés elevó hasta el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) en 2010 una cuestión prejudicial sobre las ventas de sus empresas, Facet BV y Facet Trading BV, a clientes españoles. Platone reclamaba a la Hacienda holandesa que le devolviera el IVA de esas operaciones. Tanto el TJUE como el Supremo holandés le negaron esos desembolsos. Al empresario lo investigaba el Belastingdienst, la Agencia Tributaria holandesa, y su policía fiscal (FIOD), en gran parte apoyándose en las informaciones remitidas desde España, Portugal e Italia.
También paneles solares
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Pero aún hay un tercer vínculo entre Gennaro Rino Platone y los dueños de Tether. El italo-holandés no sólo se ha dedicado a la informática, sino también a otro sector emergente: las energías renovables. Desde la primera década de los 2000 invirtió en Yuraku, que fabrica paneles solares, a través de un holding holandés que administró desde mayo de 2008 hasta finales de 2009, Yuraku Holding, que controlaba Yuraku Pte, el centro de producción, ubicado en Singapur. Escarbando en la memoria de los servidores en busca de la página web de Yuraku Pte –ahora fuera de línea–, aparece que la empresa de Singapur controlaba a su vez la italiana Yuraku Srl y la californiana Yuraku USA Ltd. La empresa estadounidense fue fundada en mayo de 2008 y disuelta el 2 de julio de 2012 por Ludovicus Jan van der Velde, que era entonces su consejero delegado y hoy lo es de Tether y Bitfinex. El 15 de diciembre de 2009, una joint-venture de Yuraku inauguró dos plantas solares de un megavatio cada una en Tarento, en el sur de Italia.
Además, Devasini, Van der Velde y Platone comparten un antiguo directivo de esta empresa, Alain Montilla. El ejecutivo, que no ha sido investigado por estos hechos, trabajó desde enero de 2006 hasta noviembre de 2007 como director comercial de Perpetual Action Group SAM, la empresa monegasca dirigida por Devasini e implicada en la Operación Medina. Anteriormente, de diciembre de 2002 a diciembre de 2005, ese directivo desempeñó el mismo cargo en la holandesa Facet Europe BV propiedad de Platone, y en diciembre de 2007 pasó a ser director general de Yuraku Pte en Singapur.
Queda así completado el carrusel societario entre los dos gestores de la criptomoneda Tether y el italo-holandés que se hizo rico gracias al fraude del IVA.
Pocos negocios más sofisticados e inextricables para el profano que las criptomonedas. Ese nuevo El Dorado que ha surgido del mundo digital y sobre el que hay más recelos que regulación. Pero habría que forzar mucho la imaginación para adivinar que, detrás de Tether, la tercera mayor criptodivisa del mundo y, supuestamente, la más estable, puede haber un fraude típicamente analógico, mucho más prosaico y con menos glamur: los llamados carruseles del IVA, que las autoridades europeas llevan años persiguiendo y desmantelando.