La meritocracia es un concepto que cada vez ofrece más dudas a padres y profesorado. La universalización de la educación en sus tres niveles fue un gran avance que, en la segunda mitad del siglo XX, consiguió reducir la desigualdad de oportunidades y dio alas a lo que se ha llamado ascensor social. Pero en pocas décadas a este ascensor le salieron “trampas” en los sistemas educativos mixtos, las clases curriculares o las redes de contactos de las clases más altas, contra lo que poco podía hacer una familia de origen humilde.
Esta es la realidad que evidencian informes como el que este martes han presentado las fundaciones Iseak y Cotect: Meritocracia y Educación: movilidad social y desigualdad de oportunidades. Este estudio analiza los resultados obtenidos en la última tirada de los exámenes PISA (Programme for International Student Assessment), que elabora la OCDE a nivel mundial para medir el rendimiento de los alumnos de 15 años en tres materias: matemáticas, ciencia y lecturas.
En este caso, los investigadores se han centrado en las notas de los exámenes de matemáticas en una muestra de 35 países de distintas regiones del globo e índices de riqueza, además de incluir un estudio nacional por comunidades autónomas. Los resultados son demoledores: el 73% de los estudiantes de clase acomodada en España son capaces de alcanzar un nivel básico en esta materia, frente al 32% de los que pertenecen a hogares de rentas bajas. En total, son algo más de la mitad de los alumnos los que consiguen superar el test, pero esa media esconde grandes desigualdades.
Ainhoa Vega Bayo, una de las autoras del informe, explicó durante la presentación del informe que España se encuentra en un nivel medio, respecto al resto de países analizados: “Estamos lejos de los países asiáticos (China, Singapur, Japón, Corea), los de mejor resultado, y de los países del norte de Europa, a los que deberíamos aspirar, pero tenemos unos resultados muy similares a los de nuestro entorno: Portugal, Francia, Italia… incluso por encima”.
Grandes diferencias entre comunidades autónomas
Dentro de nuestro país, los resultados son muy distintos entre unas regiones y otras. Galicia y Castilla y León son las dos comunidades que mejores resultados presentan en cuanto a igualdad de oportunidades, frente a Canarias, Murcia y la Comunidad de Madrid, ambas con valores similares.
Con los datos de este ranking se observan diferencias de hasta el doble en los resultados entre las comunidades más y menos equitativas, y se deja entrever que las desigualdades están más presentes en la zona sur del país (Extremadura, Murcia, Andalucía…). Aún así, hay excepciones como Navarra, que se encuentra entre las cinco con mayor diferencia entre los resultados de jóvenes de una clase social u otra. “Estos resultados sugieren que el diseño de las políticas públicas a nivel autonómico puede desempeñar un papel importante para explicar las diferencias significativas entre comunidades”, concluyen los investigadores de este estudio.
Clase social, género o lugar de nacimiento determinan el éxito de niños y adolescentes
El informe analiza otros microdatos, más allá del status económico, como son el rendimiento de los estudiantes en función de su sexo, lugar de nacimiento o de origen de su familia, idioma materno, ocupación de padre y madre, y número de libros en el hogar. “Hemos tratado de medir qué parte de la diferencia entre notas se debe a las circunstancias personales de cada adolescente y se puede concluir que gran parte de los resultados obtenidos, un 26% se relacionan con factores fuera del control de cada uno”, explica Vega Bayo, que añade: “Aunque el porcentaje puede parecer modesto, queremos destacar que se quedan fuera otras muchas circunstancias que no podíamos incluir en el indicador y que seguimos estando lejos de países en los que debemos reflejarnos”
Atendiendo a estos puntos, España mejora su media internacional y pasa al puesto 17 de 35, superando a países como Francia o Alemania, pero sigue teniendo un gran reto por delante. En los datos recogidos en el informe se observa que, entre los alumnos con notas más bajas, hay una mayor presencia de niñas. Además, hay otros datos aún más reveladores: mayor presencia de padres extranjeros o con trabajos de poca cualificación, o falta de libros en casa. Un 89% de los adolescentes con bajos resultados tenía menos de 10 libros en su lugar de residencia. “Disponer de entre 0 y 10 libros en casa disminuye el resultado esperado en mates en 51 puntos PISA y tener más de 200 lo aumenta en 22,7 puntos”, concluyen los investigadores.
“El número de libros en el hogar es la circunstancia que más peso tiene a la hora de explicar los resultados en matemáticas, pero esto es sólo un ejemplo de algo más grande, el capital cultural y los recursos disponibles en el hogar. No debemos quedarnos en la anécdota”, comenta la investigadora.
Carlos Gil, experto en meritocracia e invitado a la presentación, señala la compleja relación entre el concepto de “meritocracia” y la educación: “La educación es el principal factor de movilidad social, pero también un gran reproductor de desigualdades intergeneracionales. Y no solamente influye en el rendimiento académico, porque con las mismas notas y diferente estatus encontramos diferencias en el número de repetidores, en las posibilidades de recibir educación superior… Incluso en personas adultas encontramos diferencias a la hora de encontrar trabajo en personas con la misma formación y diferente nivel económico, origen, género…”.
Gil trabaja en un estudio más amplio que está analizando los resultados PISA desde el año 2000, en el que empezó a realizarse este examen: “Los resultados se han mantenido constantes en las últimas dos décadas. Hay desigualdades educativas persistentes y moderadas o altas en función del indicador. Hay que hacer caso a esto. No podemos olvidar que un 44% de las diferencias de ingresos entre personas se deben a factores que están fuera del control individual, lo que hace que la pobreza se herede entre generaciones”.
Un reto para las administraciones públicas
Los investigadores señalan algunos factores a los que deben prestar atención los diferentes gobiernos: contar con políticas públicas eficientes, con condiciones de trabajo favorables para los docentes (indican una relación entre temporalidad en los contratos y bajo rendimiento, también ligado a una sobrecarga de tareas de gestión o de tipo administrativo), tener herramientas de aprendizaje colaborativo y participación activa, además de evitar medidas de segregación entre alumnos.
Este último punto, la segregación, es el factor más pronunciado en este punto, tanto en la distribución del alumnado interno, como en diferencias en el acceso a la educación. Caterina Calsamiglia, investigadora de ICREA y doctora en Economía, cree que es necesario priorizar en la capacitación de los docentes, “dándoles herramientas para gestionar la diversidad que se van a encontrar en sus clases”: “El problema de la segregación es complejo porque es multifactorial. Podemos tratar de evitarlo, pero no sólo con la educación, porque, por ejemplo, se da por barrios, ¿La solución sería mover a los niños de sus zonas? Hay que seguir trabajando en esto desde otras perspectivas. Además, otro punto es lograr que los propios profesores representen esa diversidad en géneros, etnias, nacionalidades…”
“Muchas veces se produce la paradoja de que, al crear nuevas iniciativas, lo que hacemos es aumentar la carga de trabajo administrativo de los profesores al crear informes y fichas de seguimiento”, añade Álvaro Ferrer, responsable de innovación social en Save The Children. “Más allá de esto, diría que hay dos retos que abordar: un problema en la gestión de la diversidad y un problema en la eficiencia burocrática para llevar esto a cabo. Necesitamos menos papeles y más colaboración, acompañamiento y formación. Menos separar y más juntar y trabajar en equipo”, concluye.
Vega Bayo insiste en que, analizando los resultados de esta investigación, se hace evidente que no los gobiernos no tienen que elegir entre sistemas educativos eficaces y lucha por la igualdad de oportunidades. “¿Qué podemos hacer? Hacer caso a los puntos que hemos destacado y hacerlo desde tres perspectivas: las políticas públicas; los centros escolares, que pueden reducir la carga de trabajo de sus profesores; y las aulas, que deben impulsar medidas de apoyo y refuerzo”.
La meritocracia es un concepto que cada vez ofrece más dudas a padres y profesorado. La universalización de la educación en sus tres niveles fue un gran avance que, en la segunda mitad del siglo XX, consiguió reducir la desigualdad de oportunidades y dio alas a lo que se ha llamado ascensor social. Pero en pocas décadas a este ascensor le salieron “trampas” en los sistemas educativos mixtos, las clases curriculares o las redes de contactos de las clases más altas, contra lo que poco podía hacer una familia de origen humilde.