Mañana once jugadoras tienen una cita con la historia. Quizás esta sea una de las frases más manidas de todos los tiempos para hablar de un partido de fútbol. Historia, histórico, generacional… nos hemos cansado de vivir momentos trascendentales sin serlo, asistir a partidos del siglo poco después olvidados y a ver jugadores destinados a marcar una época sin finalmente llegar ni siquiera a destacar en una temporada completa.
Sin embargo, si la historia tiene algo parecido a una agenda, el domingo 20 de agosto a las 12 horas, sería una fecha marcada en rojo en ella. En ese momento se jugará, en el Sydney Football Stadium de Australia la final del mundial femenino, que enfrentará a Inglaterra contra la selección española. Será la revancha del último europeo, donde las inglesas apearon a las españolas en cuartos de final. Será la revancha para una generación histórica de jugadoras que se han acostumbrado a conseguir cosas que parecían imposibles.
Una de ellas sucedió precisamente el pasado martes, cuando la selección logró su pase a la final en un emocionante encuentro ante Suecia, donde un gol en los últimos minutos de Olga Carmona lograba un hito para el deporte femenino que hace unos cuantos años parecía inalcanzable: disputar el partido por el título de un mundial de fútbol. Pero eso no fue lo único inimaginable que consiguieron las jugadoras de la selección ese día. Casi dos millones de personas de media siguieron por televisión el encuentro, convirtiéndolo en el partido más visto de la historia de un mundial femenino y marcando una cuota de pantalla del 45,4%, algo impensable hace poco tiempo. En el minuto de oro, ocurrido a las 11:54, la selección española aunó delante de la pantalla a casi 3 millones de personas, superando ampliamente el 50% de cuota de pantalla.
“Claramente el mundial está trascendiendo al aficionado habitual de la categoría femenina. Solo hablando con la gente ves que muchos están viendo sus primeros partidos femeninos de fútbol gracias al mundial”, asegura Marta Griñán, periodista de AS y especialista en la categoría femenina. Una trascendencia que también se puede ver en la gran cantidad de pantallas gigantes que se colocarán por todo el país el domingo para ver la final. Gijón, Madrid, Barcelona, Segovia, Palma, Barbastro, Toledo, Logroño y así hasta más de 40 localidades habilitarán plazas, polideportivos y estadios para que los aficionados puedan disfrutar del partido.
Mucho más que un deporte
Una de las miles de aficionadas que está siguiendo con gran interés este histórico mundial es Agar Rodríguez. Natural de Toledo, jugó al fútbol de portera en un equipo mixto hasta que, con 10 años, le obligaron a buscar un club solo para chicas o en su defecto debería dejar el fútbol. “En ese momento no había un equipo femenino en Toledo y por eso no pude seguir jugando. Ahora, por fortuna y gracias al auge del fútbol femenino, sí existe un club así en la ciudad”, relata en conversación a infoLibre.
Ella es una de las tantas personas que se ha aficionado al fútbol femenino en los últimos años gracias a la aparición de estrellas mundiales como Alexia Putellas, ganadora de los últimos dos balones de oro, o al éxito del Barça en las competiciones internacionales. Sin embargo, la afición al fútbol femenino no se queda solo en lo deportivo, sino que tiene un gran componente social. “El Barça ha logrado una auténtica revolución, ahora hay cientos de niñas apuntándose a fútbol, colas enormes para una firma de autógrafos… es un impacto que se verá en las próximas generaciones. Viven el fútbol como algo suyo, algo que antes no sucedía porque era solo cosa de los hombres”, explica Griñán.
Por todo ello, en muchas ocasiones, las rivalidades entre equipos se dejan a un lado por parte de los aficionados para apoyar al deporte femenino en general. “Hay mucha gente que no es del Barça y apoya al Barça por el hecho de que si ese equipo gana y juega bien, el deporte crecerá y habrá muchas más niñas y mujeres que lo practiquen”, explica Mario Cuervo, periodista y cofundador de Era Fútbol Femenino, uno de los medios españoles sobre fútbol femenino con más presencia en redes sociales. “En ese sentido fue muy importante también el primer balón de oro de Alexia, porque todas las jugadoras y las aficiones lo sintieron como propio“, añade Griñán.
Precisamente por esa gran trascendencia social, la relación con las estrellas del fútbol femenino es muy diferente a la que puede existir en el masculino, estableciendo una sintonía con ellas de mayor cercanía e identificación. “Todas las jugadoras han luchado por ese sueño, han tenido que superar muchos obstáculos y hacer frente a pensamientos machistas de los que piensan que las mujeres no deben jugar al fútbol, por eso existe ese apoyo tan cercano”, piensa Lucía Jiménez, periodista y también cofundadora de Era Fútbol Femenino.
En este sentido, también cree que ese componente de apoyo más allá de lo estrictamente deportivo ayuda a que se genere un ambiente menos tóxico dentro de las aficiones. Así se vio por ejemplo, con la campaña generalizada a favor de las jugadoras durante, por ejemplo, la huelga general de 2019, en la cual las futbolistas lograron un convenio profesional y una mejora en sus condiciones laborales. Toda esa implicación de la afición y de las jugadoras ha traído unos cambios al fútbol femenino que se han vivido de una forma muy especial por todas las partes: “Es muy emocionante porque piensas que cosas como llenar el Camp Nou, cuando yo por ejemplo era pequeña, era imposible que se consiguieran”, relata Rodríguez.
Visibilidad LGTBI y feminismo
“Son mujeres que están ocupando un terreno muy masculinizado y por eso es importantísimo que el deporte rey sea referencia en la lucha por los derechos de las mujeres”, opina Ángela Martín, una aficionada que, como Rodríguez tuvo que dejar el fútbol por la ausencia de equipos femeninos en su ciudad. “Ni siquiera se me ocurrió mirar en Google si existía un fútbol femenino, a partir del pasado mundial lo descubrí y ahora tengo referentes como Mapi León o Aitana Bonmatí que antes no tenía”, zanja.
También es imprescindible señalar a movimientos sociales como el feminismo y su gran importancia para favorecer el auge del deporte. “Creo que les ha venido muy bien a las jugadoras, porque las ha servido a empoderarse y a hacerse valer para reivindicarse y exigir unos mínimos profesionales en su trabajo como hacen sus colegas masculinos”, explica Griñán.
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De forma parecida, el colectivo LGTB también ha tenido en el fútbol femenino un gran refugio dentro del deporte. Mientras en el masculino aún a día de hoy son muy raros los casos en los que un jugador se declara homosexual, en el femenino, la presencia de jugadoras que pertenecen al colectivo está muchísimo más normalizada. “Ahora mismo las jugadoras ni siquiera tienen que anunciarlo, simplemente tienen pareja y ya está, se respeta sin prejuicios, creando un espacio seguro donde mujeres disfrutan del deporte que les gusta sin tener que estar soportando comentarios machistas y sin sentirse juzgadas por como son”, comenta Martín.
Rodríguez está de acuerdo con esta visión del fútbol femenino como un espacio seguro, y destaca como las jugadoras aparecen constantemente con sus parejas y sus hijas ayudando, de ese modo, a muchísimas personas del colectivo. La aficionada nombra sobre todo a referentes como puede ser la jugadora del Barça, Mapi León, la cual se ha implicado activamente en la lucha por los derechos del colectivo, llegando a participar en el pregón del Orgullo en su edición de 2018. “A mí no me sirve de nada que un jugador lleve el brazalete arcoíris si sabemos que el fútbol masculino no es un entorno seguro para las personas LGTB, en ese sentido en el femenino se han hecho las cosas diferentes”, zanja Martín.
Por todo ello, el domingo esta generación puede poner la guinda a todo lo conseguido ganando el primer mundial de la historia del fútbol femenino en España, aunque, ganen o no, ya son auténticos referentes sociales. “No sé si la gente que vea la final luego se aficionará, pero lo más importante es que hayan visto a la selección española jugando bien, rompiendo estereotipos y acabado con los prejuicios de aficionados que nunca se hubieran puesto a ver partidos femeninos de fútbol”, celebra Griñán. Por todo ello, como decía Almudena Grandes, aunque ellas sigan vivas, y pase lo que pase en la final, ya son inmortales.
Mañana once jugadoras tienen una cita con la historia. Quizás esta sea una de las frases más manidas de todos los tiempos para hablar de un partido de fútbol. Historia, histórico, generacional… nos hemos cansado de vivir momentos trascendentales sin serlo, asistir a partidos del siglo poco después olvidados y a ver jugadores destinados a marcar una época sin finalmente llegar ni siquiera a destacar en una temporada completa.