VIOLENCIA SEXUAL

"Hubo agresiones reales en el rodaje": los testimonios de las víctimas de violencia sexual en el cine

Varias mujeres en la manifestacion del dia internacional de la mujer, 2025.

"Yo me busqué la manera de sobrevivir en esta jungla, porque las agresiones sexuales pasaron siempre, siempre". Es uno de los testimonios insertos en la primera gran investigación sobre violencia sexual en la industria del cine, Después del silencio, elaborada por la Asociación de Mujeres Cineastas y Medios Audiovisuales (CIMA) y presentada este jueves. Las palabras pronunciadas por las víctimas evidencian lo que ha sido un secreto a voces en el sector: la violencia machista pesa sobre las mujeres en todas las ramas profesionales y se nutre de la complicidad del entorno.

Las vivencias violentas asoman en cada rincón de la industria, a lo largo de todas las etapas formativas y profesionales de manera integral. "No tendrás problema para quitarte la ropa si lo pide el guion, ¿no?", era la condición inesquivable que debían asumir las actrices jóvenes en la época del destape, allá por los años setenta. "Fue terrible buscar trabajo", asiente una de las participantes, "te recibían los directores, los productores, te miraban, te desnudaban".

Según los datos recogidos en el estudio, el 60,3% de las mujeres declaran haber sufrido algún tipo de violencia sexual en los espacios relacionados con la industria del cine y del audiovisual, siendo las mujeres jóvenes especialmente vulnerables. "Ocho de cada diez espectadores van a querer acostarse contigo", fue uno de los comentarios que una joven actriz tuvo que escuchar tras ser convocada para participar en el episodio piloto de un programa. Expresiones que cabalgaron con total impunidad, sin ningún tipo de reproche, desde la primera reunión. "Comentarios sobre mi cuerpo y sobre mi persona", narra la actriz.

El 81,4% de las mujeres encuestadas manifiestan haber sido víctimas de acoso verbal. Casi la mitad (49,5%), revelan haber sufrido acoso físico y el 22,3% hablan de acoso virtual o digital. En una de sus primeras experiencias laborales, otra actriz relata el escrutinio y la sexualización ejercidas por el director de una de las obras en las que participó. En este caso, con el vestuario como epicentro de la violencia. El contexto era una obra de época, en la que ella llevaba puesta una blusa sin ropa interior. "El personaje es una mujer bella", exclamó el director al verla, una condición incompatible con "el pecho caído" que se intuía tras la prenda de ropa. Ante la réplica de la actriz, el director optó por violentarla públicamente. "Entonces coge a una chica de veinte años del equipo y dice: 'Se le tienen que ver como a ella, que son pues eso, juventud, manzanas".

El director, analizan las autoras del informe, "no solo cuestionó el cuerpo de la actriz, sino que lo comparó con el de otra compañera más joven, exponiéndola públicamente como el modelo a seguir. La violencia sobre el cuerpo de las actrices es una práctica recurrente que no solo se manifiesta en la presión sobre su apariencia física, sino que también se extiende a la representación de la violencia en escena".

Violencia en la ficción, violencia en la realidad

Parte de las entrevistadas expresan, precisamente, cómo las escenas de intimidad conllevan en ocasiones una distorsión entre la ficción y la realidad, desdibujando la violencia ejercida contra ellas. Una de las víctimas pone un ejemplo nítido. En el marco de un proyecto laboral, el director y actor principal de una obra decide pedirle a la actriz consejo sobre el texto. "Me cita como a las nueve de la noche de un domingo para ayudarle con el texto. Y digo: bueno, seguro que es porque no puede en otro momento". Casualmente, la escena que el director quiere ensayar está relacionada con un momento de "coqueteo entre dos".

El cineasta, tras tomar nota de las recomendaciones de la actriz sobre la ejecución de la escena, se dirige a ella directamente: "Ahora sí me estás poniendo cachondo, sigue así, ahora sí me estás poniendo cachondo". La actriz entra en un estado de confusión, atravesada por las dudas. "Está confundiéndome absolutamente y, sobre todo, está buscando ver hasta dónde llego, cómo reacciono, qué gestos estoy haciendo si él me dice esto, si yo me callo, si yo me bloqueo". Una dinámica que describe como de "poder" en la que la protagonista está "completamente confundida".

En algunos de los casos contenidos en el informe, la violencia no sólo se ejerció fuera de escena, sino que fue directamente grabada por las cámaras. Una localizadora y directora de arte en una película, narra la "brutal" violencia sexual que colmó el rodaje, con "violaciones directas". En una secuencia que se rodó dentro de un prostíbulo, "la actriz se vio obligada a mantener relación sexual directa con el hombre más seboso del mundo, con el equipo de cámara y todo el equipo viendo. No una secuencia con una separación física, con un estudio de cómo hacerlo, de insinuar… No, allí se penetró directamente".

Desde la escuela hasta los despachos

La violencia que sufren las profesionales es una constante, y emerge incluso cuando todavía están llamando a las puertas de la industria. La escuela de cine e interpretación es el lugar donde se establecen "las primeras relaciones de poder y los códigos de comportamiento que marcarán la trayectoria profesional", esbozan las investigadoras. Ahí, surgen las primeras expresiones de violencia.

Un claro foco de violencia tiene que ver con una noción ampliamente extendida en las escuelas: la exploración de los límites personales disfrazada de ejercicios artísticos. Una de las voces plasmadas en el informe comparte las prácticas de un profesor volcado en el asunto de "la seducción a través del cine". "Hubo un momento en que nos apagó la luz de la sala y dijo como que había que experimentar a través de los sentidos, y que nos teníamos que tocar, y que teníamos que explorar, y de repente era como que te venía y te susurraba algo en la oreja y cosas así". La joven tiene el recuerdo de quedarse "congelada" y de no poder librarse de una "sensación muy extraña". Al encender la luz, comprobó en el rostro de sus compañeras que la suya no había sido una reacción sobredimensionada: "Están igual que yo, completamente petrificadas".

Y de las escuelas, la violencia se extiende a los despachos. A veces, como violencia disciplinante. "Como directora, me encontré con otra cosa un poco distinta, que es que la violencia se usaba básicamente para colocarme en mi sitio", expone una de las víctimas. Tras una larga discusión de trabajo sobre quién merecía el papel protagonista, el productor pronunció: "No sé si me gusta más el culo de una o las tetas de la otra". Ni la directora ni sus compañeros fueron capaces de replicar. "Simplemente sonreímos".

Otra víctima describe una cena con directivos de una entidad que ella presidía. "Llegué tarde porque tenía que hacer entrevistas para un documental. Al llegar, me disculpé y uno de los directivos, delante de todos, respondió: 'Menos mal que estás aquí, porque yo, si tú no me la chupas antes de las reuniones, no soy nadie".

Fin de rodaje y violencia sexual

El 60,3% de las mujeres de la industria audiovisual han sufrido violencia sexual

El 60,3% de las mujeres de la industria audiovisual han sufrido violencia sexual

Los entornos de ocio, en muchos casos una extensión de la propia jornada laboral, se convierten a menudo en campo abonado para la violencia sexual. Especialmente las fiestas de fin de rodaje, como sucedió en el caso de otra de las mujeres interpeladas. Tras una noche de celebración, el equipo termina en la casa del ayudante de producción, quien aprovecha el estado somnoliento de la víctima para tocarle los genitales. "Por mi mente me acuerdo que pasaban pensamientos como: es tu amigo, es tu jefe", rememora, reconociendo haber sido incapaz de frenarla. Al impacto emocional inicial, le sigue la culpa y el temor a las represalias: "Vete tú a saber si vuelves a trabajar en esto, principalmente porque no tienes otra mano que te dé de comer. Es tan fuerte cómo tu mente en ese momento te hace darle la vuelta a las cosas y encima creer que eres tú la que te lo puedes cargar todo". 

Una escena similar describe otra de las voces recopiladas para el estudio: tras una fiesta posterior a un rodaje, en un domicilio particular, la víctima se durmió y cuando despertó "estaba el ayudante como en la cama conmigo, y me estaba tocando, y tampoco supe reaccionar". Más tarde, asiente la víctima, supo que otras chicas habían experimentado la misma violencia por parte de su agresor. Ella decidió poner distancia y no volver a trabajar con él, pero el malestar enterró su vivencia en el silencio.

Como la suya, conviven otros episodios idénticos que la industria no ha querido ver hasta que han quedado ahora plasmados en el papel. "Una chica joven, parte del equipo, salió de fiesta con sus compañeros y se quedó grogui", dibuja otra de las entrevistadas. "Se despertó con un compañero encima de ella, penetrándola. Un compañero que ella consideraba un amigo".

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