Siete mujeres han sido asesinadas a manos de hombres que eran sus parejas o exparejas durante el mes de junio. Es, con diferencia, el mes en el que más crímenes machistas se han registrado en lo que va de año. Y no es una simple casualidad: junio, julio y agosto son los meses con mayor prevalencia de feminicidios. En toda la serie histórica, uno de cada tres asesinatos machistas se produjeron en los meses de verano.
Desde que en el año 2003 se inició el recuento, un total de 1.265 mujeres han sido asesinadas como consecuencia de la violencia machista ejercida por hombres. En todos estos años, julio se alza como el mes con un mayor número de asesinatos (130), seguido de junio (117) y agosto (115). El 28,6% de los feminicidios se concentra en estos meses, casi un tercio.
La Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género publicó en 2021 un análisis temporal de los asesinatos machistas a lo largo de quince años, cuyas conclusiones coincidían en que los meses estivales son los que "más asesinatos acumulan a lo largo de todo el periodo". Lo recuerda Victoria Rosell, al frente de la institución en aquel momento. "Se observó que en los meses de verano, especialmente julio y agosto, eran los que más asesinatos acumulaban", rememora en conversación con este diario.
El peso de los meses de verano se ve reflejado también en el registro de denuncias. Según los datos procedentes del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el tercer trimestre es siempre el momento en que más mujeres deciden formular una denuncia. Desde el año 2008 y hasta 2023, son 638.071 denuncias las registradas entre los meses de julio, agosto y septiembre. En los demás trimestres del año, el número de denuncias registradas se queda siempre por debajo de las 600.000.
La evidencia, a juicio del exdelegado y médico forense Miguel Lorente, está ahí precisamente: en los datos. "Para afirmar con rotundidad matemática" que los meses de verano entrañan mayor riesgo tenemos "el análisis estadístico", afirma. "Lo que nos dicen los datos y las circunstancias es que hay mayor incidencia en verano".
Vacaciones, calor, convivencia
Señalan algunas voces que el calor podría tener efecto en el repunte estacional. El estudio Olas de calor y riesgo de la violencia de género, publicado en 2018 por el Instituto de Salud Carlos III, concluye que "tres días después de que se produzca una ola de calor en Madrid el riesgo de feminicidio aumenta un 40%". Si bien sus autores dejan claro que el calor no es causa de la violencia machista, sí lo señalan como un factor capaz de aumentar el riesgo.
Así lo sostiene también Lorente. "El calor es un factor estresante más, igual que los problemas económicos o las adicciones. Todo ello hace que cuando hay violencia, haya menos inhibición. Pero no es la causa, la violencia no se justifica por el calor". El foco hay que ponerlo en otro lado.
Un segundo vistazo a las estadísticas da otra pista: después de los meses de verano, el periodo que coincide con las navidades es el que concentra mayor número de asesinatos.
"¿Qué pasa en verano o en menor escala en Navidad?", desliza el médico forense. La respuesta tiene que ver con la ruptura de las rutinas a causa de las vacaciones. "Cuando hay mayor convivencia, las relaciones se modifican", introduce el exdelegado. En una situación sostenida de violencia dentro del hogar, desempeñar tareas como ir al centro de trabajo o llevar a los niños al colegio supone que "la violencia mantenida se corte cuando tienes que hacer esas actividades". Las vacaciones alteran completamente ese esquema.
También Graciela Atencio, cofundadora de Feminicidio, pronuncia la palabra convivencia. "Tenemos claro que la violencia machista tiene un componente estacional: el calor potencia el riesgo y también el tiempo de vacaciones, porque las familias tienden a convivir más".
Violencia de control
Rosell, en cambio, fundamenta su análisis en un elemento clave: el control. A su juicio, la convivencia no es siempre un factor de riesgo, precisamente porque concede a los maltratadores la posibilidad de ejercer control sobre sus víctimas. "En pandemia, cuando estábamos en casa, había quien creía que cuando se abrieran las puertas de los hogares íbamos a encontrarnos con un aumento de los asesinatos", recuerda la exdelegada. Ocurrió lo contrario: "Por supuesto que había violencia, pero era una violencia de control. En el momento en que el agresor machista tiene controlada a su víctima, no desarrolla una violencia extrema". Sin embargo, añade, en el momento de la desescalada "sí hubo acumulación de asesinatos".
¿Por qué? Porque la desescalada conllevó separación. Y la experiencia dicta que la separación es precisamente uno de los momentos de mayor peligro para las víctimas. A juicio de la exdelegada, existe cierta analogía cuando se trata de las vacaciones. La clave clave está en una mayor autonomía de las mujeres a la hora de gestionar su tiempo libre. "El verano es un periodo de mayor libertad y toma de decisiones", por lo que el control ejercido por los maltratadores disminuye y es entonces cuando la violencia alcanza su máximo exponente.
Este factor es mucho más evidente en el caso de las relaciones de expareja. "Cuando no hay convivencia, el hombre dispuesto a matar a su expareja la sigue, quiere saber dónde está, con quién sale y qué hace. En vacaciones pierde ese control", detalla Lorente.
Y en caso de la violencia sexual, completa Atencio, el verano supone un momento especialmente crudo para las mujeres, al tratarse de una forma de violencia que "tiene un componente de ocio y compartir en grupo, por lo que hay un factor estacional muy importante porque tiene que ver con las fiestas".
Medidas específicas en verano
Si en el caso de la violencia sexual sí se han producido avances en los últimos años, especialmente en lo que respecta a la instalación de puntos violeta y protocolos de actuación en los espacios de ocio, lo cierto es que el esfuerzo no ha sido tan evidente en lo relativo a la prevención y protección ante los repuntes estacionales de la violencia en pareja o expareja.
"¿Qué hace la DGT?", se pregunta Miguel Lorente. Y él mismo responde: en verano, aumentar las campañas, la información y los controles. Así que por qué no hacer lo mismo con la violencia de género. A su juicio, son necesarias "campañas específicas" enfocadas a la prevención, pero sobre todo cree importante actuar en los casos en que la violencia ha sido ya identificada. El exdelegado apuesta por "subir automáticamente el riesgo" con la llegada del verano, en el marco del Sistema VioGén. La idea es que quien atienda a una víctima y valore riesgo bajo, automáticamente lo incremente a riesgo medio. Y así paulatinamente.
Pero hay más actuaciones que se pueden llevar a cabo: en esa valoración del riesgo, abunda el médico forense, urge "afinar las preguntas". Se trata de ahondar en la red de la víctima, determinar si tiene un círculo sólido o si únicamente se mueve en el entorno de su maltratador, para así determinar si las particularidades de los meses estivales podrían suponer un riesgo mayor en cada caso.
A la misma conclusión llega Rosell. "Hay que ver si la víctima va a tener vacaciones o si se va a ir de casa", pone como ejemplo. Individualizar cada caso e introducir de forma mucho más rigurosa la perspectiva de género en las valoraciones policiales, agrega. También habla la exdelegada de interrogar a los agresores, actualizar sus datos y hacer un seguimiento exhaustivo. "Hay mucho margen de mejora", asiente.
Igualdad admite que hay un problema de coordinación tras los últimos seis crímenes machistas
Ver más
Atencio cree que sería positivo que los comités de crisis –gabinetes de expertos que se reúnen cuando existe una acumulación de cinco feminicidios en un mes– sean permanentes y funcionen sin condiciones en verano. "Llevamos desde 2013 pidiendo campañas especiales y que se implementen medidas específicas", lamenta la experta. El Ministerio de Igualdad no ha detallado si está sobre la mesa poner en marcha alguna iniciativa encaminada a combatir la violencia durante los meses de verano.
______________________
Esta pieza ha sido editada el lunes para actualizar la cifra de feminicidios, después de que la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género confirmara dos crímenes machistas cometidos el 5 de julio en las provincias de Alicante y Málaga.