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IGUALDAD

Congelar óvulos en la sanidad pública, ¿una receta para fomentar la natalidad o un parche?

Una imagen de la técnica de reproducción asistida en una clínica.

La encrucijada que supone la maternidad martillea a las mujeres desde edades bien tempranas y en todos los planos de su vida. En un contexto de crisis de natalidad y precarización de las condiciones vitales de buena parte de la población, el reloj apremia. Y la congelación de óvulos se ha presentado como la fórmula idónea para dar tregua a las mujeres, ganar tiempo y contener el paso del tiempo. En esa coyuntura, la Xunta de Galicia quiere hacer esta técnica accesible para todas las gallegas: será un servicio más del sistema público de salud.

Serán las mujeres de entre 30 y 35 años las que podrán acceder a la congelación de óvulos. Los requisitos previos, como el límite de un solo hijo para poder someterse a la intervención, se esfumarán y en paralelo aumentará también la edad para someterse a un proceso de fecundación in vitro, hasta los 45 años.

En un primer momento, las razones que dieron sentido a la preservación de la fertilidad mediante este tipo de técnicas tenían que ver con solventar las secuelas de determinadas enfermedades o sus tratamientos, por eso la congelación de óvulos está incluida como opción dentro de la sanidad pública en todas las comunidades para las pacientes oncológicas o las mujeres afectadas por endometriosis. Galicia, sin embargo, se convierte en la primera que universaliza el servicio.

La técnica se ha ido perfeccionando hasta culminar en la vitrificación, una forma especial de congelación que dio como fruto los primeros bebés en suelo español a partir de 2007. En el año 2010, la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) comienza a contabilizar el número de mujeres que vitrifican sus óvulos por razones sociales, sin que medie una razón clínica –por tanto, a través de la red privada–. La evolución de los datos da cuenta del boom: el registro no llegaba a las 200 en el año 2010 y ya supera las 5.600 mujeres que han optado por esta técnica en 2021.

Resolver el problema de la natalidad

La congelación de óvulos emerge como una opción deseable para muchas mujeres y las instituciones empiezan a fijarse en ella como la receta perfecta ante un problema: el desplome de la natalidad. En la primera mitad del presente año, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), nacieron un total de 156.202 bebés. La caída en la última década es del 25%. Y en territorios como el gallego, la crisis es aún mayor: este junio fue el peor de toda la serie histórica. La Xunta enmarca su iniciativa, precisamente, como parte de un plan amplio para fomentar la natalidad.

Algunas miradas entienden la vitrificación como una solución al problema, pero el papel protagonista de las clínicas privadas ha conseguido encajar esta técnica en el marco del negocio puro y duro: el procedimiento oscila los cuatro mil euros, a lo que se suma el mantenimiento anual. Así que ahí se instala el primer sesgo: sólo quienes puedan permitírselo económicamente, podrán acceder. Su incorporación a la sanidad pública podría servir para eliminar esta barrera, pero las miradas expertas reconocen algunas dudas.

"Hay una tendencia a plantear la baja natalidad culpabilizando a las mujeres", un análisis que pasa por alto que "si la maternidad se retrasa, suele ser por motivos sociales". Habla Isabel Serrano, ginecóloga experta en derechos reproductivos y miembro de SEDRA-Federación de Planificación Familiar. 

Si del análisis sobre el problema de la natalidad se excluyen los factores sociales, económicos y materiales, el diagnóstico será parcial. No en vano, las mujeres aducen razones laborales, económicas y de conciliación, según datos del INE, para retrasar el momento de convertirse en madres, problemas que no siempre el paso del tiempo es capaz de resolver. Pepita Giménez-Bonafé, profesora en el departamento de Ciencias Fisiológicas de la Facultad de Medicina en la Universitat de Barcelona (UB), coincide en que la piedra angular para resolver el problema sería ir directamente a la raíz, garantizando las "ayudas y recursos" necesarios para las madres. En definitiva, incentivar a las mujeres que desean ser madres y garantizar que se dan las condiciones para que puedan serlo, sin pasar por alto que el simple hecho de tener hijos es de por sí un factor de riesgo de pobreza, especialmente en los hogares monoparentales.

La dimensión social del problema

Lo cierto es que las empresas privadas han sabido valerse de los malestares asociados a la maternidad tardía y apuntalar la idea de que siempre es mejor recurrir a la congelación de óvulos, por lo que pueda pasar. Como resultado, la técnica ha quedado atrapada en lógicas puramente mercantilistas, hasta el punto de que empresas como Apple y Facebook ofrecieron a sus empleadas la posibilidad de congelar óvulos, para retrasar así la edad de maternidad. La consecuencia es que muchas mujeres están "planeando tener un hijo cuando ni siquiera desean tenerlo, porque se está creando un interés por congelar. Se está generando una distorsión en el proyecto de maternidad que afecta mucho más a las mujeres que a los hombres", hilvana Serrano.

En el informe Incentivos sociales/laborales a la vitrificación de óvulos: ¿mayor autonomía de las mujeres?, la socióloga Ana María Rivas escarba en la dimensión social ligada al auge de la congelación de óvulos y concluye que "la desigual representación social de los tiempos en los que las mujeres se ven enredadas" sortea los "factores sociales transformándolos en problemas biomédicos". Y ahí es donde estos tratamientos se presentan como la solución perfecta. Sin embargo, subraya la socióloga, estas técnicas "no pueden dar respuesta a los conflictos derivados de un sistema injusto e inequitativo entre géneros, que requiere de transformaciones sociales, políticas y económicas".

Costes y prioridades

Y si bien la vitrificación no es un proceso peligroso, añade Isabel Serrano, sí será costoso para el erario público. Así que también es cuestión de prioridades: en ocasiones, añade la ginecóloga, ese gasto se destinará a "mujeres jóvenes que ni siquiera tienen muy claro si quieren quedarse embarazadas".

A ello hay que añadir que a la congelación de óvulos le seguirá necesariamente la reproducción in vitro. Si la sanidad gallega experimenta un aumento de la vitrificación, "multiplicará también las técnicas de reproducción asistida en un momento de listas de espera interminables".

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Por eso la experta cree más adecuado trabajar sobre actuaciones rigurosas dirigidas a las personas con "riesgo a sufrir problemas de fertilidad" de cara a un diagnóstico temprano y resolver eficazmente el problema, cuando efectivamente lo que hay detrás es un problema médico, no social.

Los avances tecnológicos al servicio de las personas

La crítica no significa que necesariamente todo sean malas noticias. La mirada de las expertas se coloca más bien en una suerte de cautela que esquiva posiciones categóricas. Giménez-Bonafé cree que sí puede ser una herramienta para el fomento de la natalidad, pero siempre como engranaje de una maquinaria más amplia. Especialmente, añade, en territorios donde el problema de la natalidad es crítico. Ahí sí, asiente, trabajar en la dirección propuesta por el gobierno de Alfonso Rueda puede ser "vital".

Y en términos estrictamente científicos, lo cierto es que la reserva de óvulos "se va reduciendo con la edad, así que cuanto más tarde, más dificultades", asevera Serrano. En ese sentido, el hecho de que "los avances tecnológicos estén al servicio de la gente para ayudarla cuando quiere, es positivo".

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