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Los brasileños votan en unas elecciones presidenciales con Rousseff de favorita

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Brasil, una de las mayores democracias del mundo –142,8 millones de electores–, elige este domingo si sigue confiando en las políticas de izquierda del Partido de los Trabajadores (PT) de Dilma Rousseff, o si por el contrario se decanta hacia propuestas más centristas de la candidata Marina Silva –Partido Socialista Brasileño (PSB)–, cuya fuerte irrupción ha sido una de las dos grandes sorpresas de la campaña.

No obstante, durante las últimas horas se han conocido datos que evidencian el ascenso del tercer candidato en discordia, el socialdemócrata Aécio Neves, por lo que, de ser necesaria una segunda vuelta, todavía es pronto para aventurarse a pronosticar el candidato que se podría enfrentar a Rousseff el próximo 26 de octubre, en caso de ser necesaria una segunda votación.

El principal sobresalto se produjo a mediados de agosto, cuando el candidato del PSB, Eduardo Campos, murió al estrellarse la avioneta en que viajaba. A los pocos días, su candidata a vicepresidenta, Marina Silva, ocupó su lugar y empezó a subir como la espuma en las encuestas de intención de voto. En los primeros quince días llegó a empatar con Rousseff, que hasta entonces tenía prácticamente asegurada la reelección.

Muchos brasileños agradecían así que Silva tomara la iniciativa y se colocara en la primera línea de la política, pues desde el principio muchos no entendían por qué iba a ser la mano derecha de Campos si era mucho más popular que él. Silva, exministra del PT con Luiz Inácio Lula da Silva, salió del partido desencantada y en los últimos meses ha intentando captar el descontento de la calle presentándose como una alternativa a la vieja política.

Pero el efecto del "huracán Marina", como lo bautizaron algunos, no duró mucho tiempo. Desde principios de septiembre Rousseff se recuperó y volvió a oscilar entre el 35% y el 40% de intención de voto, mientras que la exlíder ecologista retrocedió a la franja de entre 20% y 25%. La presidenta hizo hincapié en algunas contradicciones de la candidata y ondeó la bandera del miedo, advirtiendo que su programa económico haría inviable la continuidad de las políticas sociales del PT.

La campaña parecía una contienda entre ambas, en la que el líder del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), el liberal Aécio Neves, poco tenía que hacer. Incluso se especuló con su renuncia antes de tiempo. Sin embargo, en los últimos días ha remontado y ya le está disputando a Silva el segundo puesto, pues ambos están prácticamente empatados como segunda preferencia de los brasileños.

Así pues, el resultado electoral será un misterio hasta el último momento, aunque el triunfo de Rousseff está casi asegurado. Según la última encuesta Datafolha, divulgada este jueves, Rousseff tiene un 40% de intención de voto, muy por delante de Silva (24%) y Neves (21%). En un hipotético segundo turno la actual presidenta sería reelegida con un 48% de los votos frente al 41% de Silva.

De esta manera, es más que probable que ningún candidato supere el 50% de los sufragios, por lo que los dos primeros deberán enfrentarse de nuevo, en una segunda vuelta que se celebrará el 26 de octubre.

Izquierdas con matices

Rousseff ha diseñado toda su campaña como un plebiscito en torno a la continuidad de las conquistas sociales de la izquierda que se iniciaron con el Gobierno de su antecesor y padrino político, Lula. Tanto Silva como Neves asumen el éxito de esos programas y han prometido que continuarán, por ejemplo, con el Bolsa Familia, que atiende a más de 56 millones de personas con escasos recursos. El actual Ejecutivo recuerda que programas como el citado permitieron que, desde que el PT llegó al poder en el año 2003, cerca de 36 millones de brasileños salieron de la pobreza extrema –22 millones durante el mandato iniciado por Rousseff en 2011–. Sin embargo, hay algunos matices y las diferencias más notables aparecen al hablar de economía.

En líneas generales, Rousseff quiere mantener su política económica, estimulando el crédito a través de los bancos públicos, controlar el gasto público interviniendo en precios regulados (como la gasolina, por ejemplo) y mantener la inflación dentro de las metas establecidas, pero de forma flexible, teniendo más en cuenta el techo que los valores del centro. La economía se puede convertir en un lastre electoral para la actual presidenta, después de que el Banco Central volviese a anunciar un crecimiento moderado del 0,7% para este año.

Silva, en cambio, a pesar de haber militado en el PT durante más de 20 años y liderar un partido socialista, aparece más escorada hacia el centro, sobre todo en relación a temas como el matrimonio homosexual o el aborto, donde mantiene posturas muy conservadoras. Desde el principio ha subrayado la necesidad de recomponer la confianza para facilitar las inversiones, y enseguida se convirtió en la candidata favorita de la élite empresarial ante la escasa relevancia del PSDB, tradicional defensor de sus intereses. 

De hecho, el PT y otros sectores de la izquierda criticaron duramente que gran parte del equipo económico que asesora a Silva esté formado por personas ligadas de una manera u otra al PSDB, el partido de Neves. El líder tucano defiende una menor intervención del Estado en la economía y sus convicciones liberales en lo económico van de la mano con posiciones conservadoras en lo social. Sus posibilidades de convertirse en presidente son muy escasas, lo que en la práctica significa que en Brasil seguirá gobernando la izquierda. Falta ver cuál de ellas.

Neves se dispara en las encuestas

Neves ha logrado relanzar a este histórico partido de la derecha brasileña hasta el punto de postularse para conseguir una plaza en las elecciones presidenciales brasileñas desplazando a la candidata socialista, Marina Silva. Su compañero de fórmula como candidato a la vicepresidencia es Aloysio Nunes, portavoz del PSDB en el Senado.

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En su programa, Neves defiende un Gobierno descentralizado, la reducción de la burocracia y contempla la reforma de los servicios públicos de salud, educación, seguridad y movilidad urbana. En su plan propone reformas a nivel político, tributario, legislativo y de puesta en marcha de infraestructuras para acabar con la pobreza.

Neves conseguiría un 26% de los votos, mientras que Silva se quedaría en el 24%, muy por detrás de Rousseff, que contaría con el 44%, según la encuesta de Datafolha. Otra encuesta, realizada por el centro de investigación Ibope, muestra un respaldo de un 27% para Neves, un 24% para Silva, y un 46% para Rousseff.

Sin embargo, Rousseff se ha mostrado tranquila y ha evitado señalar al candidato con el que preferiría enfrentarse en una posible segunda vuelta. "No temo una segunda ronda", ha asegurado en Belo Horizonte, feudo de Neves. "Si los votantes deciden que haya una segunda vuelta, tendré una inmensa alegría en participar", ha subrayado, según ha informado el diario brasileño Folha do Sao Paulo.

Brasil, una de las mayores democracias del mundo –142,8 millones de electores–, elige este domingo si sigue confiando en las políticas de izquierda del Partido de los Trabajadores (PT) de Dilma Rousseff, o si por el contrario se decanta hacia propuestas más centristas de la candidata Marina Silva –Partido Socialista Brasileño (PSB)–, cuya fuerte irrupción ha sido una de las dos grandes sorpresas de la campaña.

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