Viktor Orbán es el jefe de Gobierno más veterano de la Unión Europea. El perro viejo que se las sabe todas. Ni le avergüenza quedarse solo ante los otros 26 gobiernos ni le tiembla el pulso a la hora de bloquear y vetar decisiones si va en su interés. Frente a él, los otros gobiernos dudan, temen el choque directo y terminan por ceder al chantaje. Esta vez están en juego 13.300 millones de euros, como si España se jugara 100.000 millones.
La Comisión Europea propuso hace dos semanas la aprobación de 13.300 millones de euros para Hungría en dos partidas. 7.500 millones en fondos de cohesión y 5.800 millones en fondos del NextGenerationEU, el programa post-pandemia.
Se aprobarían los planes de Hungría pero no se le daría ni un euro hasta que el Gobierno de Viktor Orbán aprobara una larga serie de reformas, principalmente contra la corrupción, para asegurar que la Justicia puede trabajar con independencia y para una mejor gestión de los fondos europeos, sobre todo en lo que tiene que ver con concursos públicos.
Era la primera vez en la historia que el Ejecutivo europeo llegaba a lanzar esa arma contra un Gobierno, pero no es automática porque necesita el visto bueno de los gobiernos. Y ahí empezó a jugar Orbán.
En estas dos semanas de diciembre antes del parón navideño, los ministros de Economía y Finanzas de los 27 debían aprobar un paquete de ayudas financieras a Ucrania de 18.000 millones de euros y el acuerdo para establecer un mínimo europeo (15%) en el Impuesto de Sociedades. Al ser decisiones de política exterior y política fiscal, ambas debían ser aprobadas por unanimidad.
Tras semanas de negociaciones todo parecía a punto hasta que la Comisión Europea propuso la suspensión de los fondos a Hungría. Los embajadores se temían el veto y esta semana llegó en la reunión del martes de los ministros de Economía. Hungría rechaza tanto la ayuda a Ucrania como el acuerdo sobre el Impuesto de Sociedades.
Su Gobierno repite que no tiene nada que ver con la suspensión de sus fondos pero en las instituciones europeas nadie duda que esa es la única razón. Orbán también rechaza que se aprueben más sanciones a Rusia (que ya se estudian) y sigue siendo el único país miembro a la vez de la Unión Europa y la OTAN que bloquea el ingreso de Finlandia y Suecia en la Alianza Atlántica. El otro es Turquía.
La UE se salta el bloqueo en la parte de la ayuda a Ucrania
Nada indica que pese a que la decisión, por defecto, puede ir a favor de los intereses de Orbán, este vaya a levantar el veto sobre las otras dos cuestiones. Por ello, este mismo sábado, los países de la UE han llegado a un acuerdo para desbloquear el paquete de ayuda financiera a Ucrania y sortear así parte del veto de Budapest.
"Ucrania puede contar con la UE. Continuaremos apoyando a Ucrania, también financieramente, tanto tiempo como sea necesario", ha confirmado en un comunicado el Consejo de la UE, la institución que representa a los países. Para saltarse la unanimidad, los países han pactado mediante un procedimiento simplificado y "mayoría cualificada" la creación de un instrumento financiero que les permitiría tanto emitir deuda respaldada por el presupuesto europeo —para lo que necesitan el apoyo de Hungría— o recurrir a avales nacionales, lo que les permitirá tomar la decisión sin el Gobierno de Orbán.
Los dos grupos dentro de la UE
Ante el chantaje de Orbán, muchos gobiernos de los 26 han guardado silencio, pero se han venido formando dos grupos. El primero, con los Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, Suecia o Dinamarca, apoyaban la recomendación de la Comisión Europea de suspender la entrega de los fondos a Hungría. Son todos ellos países contribuyentes netos a los presupuestos comunitarios, de donde sale la partida de 7.800 millones en fondos de cohesión para Hungría. Creen además que ceder al chantaje de Orbán se ha demostrado inútil en el pasado.
Otro grupo, en el que están Alemania, Francia, Italia o Polonia, ha defendido que habría que ser menos duro con Orbán. Unos, como la Italia de Giorgia Meloni, porque ve con buenos ojos al primer ministro húngaro. Otros, como Polonia –a quien la guerra ha alejado de Hungría por las veleidades pro-rusas del Gobierno húngaro–, porque creen que la urgencia ahora mismo es la ayuda financiera a Ucrania.
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El segundo grupo tiene más cartas en la partida, como se ha demostrado con el desbloqueo parcial decidido este sábado. Para empezar consiguió a lo largo de esta semana que no se bloquearan los fondos. Pero además juega con el tiempo. La propuesta de la Comisión Europea sobre los fondos de cohesión caduca el próximo 19 de diciembre. Si los gobiernos no la convalidan antes de esa fecha quedará anulada y los fondos serán transferidos a Hungría. Serían 7.800 de los 13.300 millones. Fuentes comunitarias explican que será prácticamente imposible encontrar la mayoría cualificada necesaria para tomar esa decisión. Alemania y Francia juntas suman minoría de bloqueo. Además tienen a Italia y Polonia.
La próxima cita: el 15 de diciembre
Tras la jugada de este sábado de Bruselas para la ayuda a Kiev, Orbán puede perder cualquier posibilidad de conseguir la mayor parte del otro fondo, el post-pandemia, y podría perder más de 4.500 de los 5.800 millones que le tocan de ese dinero. Para aprobarlo hace falta unanimidad de los otros 26 ministros de Economía, algo imposible de lograr.
La bronca llegará probablemente a la mesa de la cumbre europea del próximo día 15, donde los jefes de Estado o de Gobierno deberán decidir si ceden al chantaje húngaro o si bloquean los fondos y se olvidan del mínimo común del 15% para el Impuesto de Sociedades.
Viktor Orbán es el jefe de Gobierno más veterano de la Unión Europea. El perro viejo que se las sabe todas. Ni le avergüenza quedarse solo ante los otros 26 gobiernos ni le tiembla el pulso a la hora de bloquear y vetar decisiones si va en su interés. Frente a él, los otros gobiernos dudan, temen el choque directo y terminan por ceder al chantaje. Esta vez están en juego 13.300 millones de euros, como si España se jugara 100.000 millones.