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Chega, el socio de Vox en Portugal, aspira este domingo a ser la pieza clave de un futuro gobierno de derechas

El presidente del partido de ultraderecha Chega, André Ventura,  y el líder de Vox, Santiago Abascal, durante un acto de campaña para las próximas elecciones legislativas, en Olhao, Portugal, el 06 de marzo de 2024.

Joana Rei

Lisboa —

“Si Chega gana las elecciones, Lula da Silva no va a entrar en Portugal y Pedro Sánchez sólo entrará si es estrictamente necesario, porque tampoco queremos que entre muchas veces”. Las palabras son de André Ventura, líder de la ultraderecha portuguesa, en el mitin de este miércoles en el Algarve. Arropado por Santiago Abascal, que se había desplazado al sur de Portugal para apoyar a Chega, Ventura hacía el guiño al líder de Vox, justo el día en el que Pedro Sánchez y Lula da Silva se reunían en Brasilia. 

Sonriente y asintiendo, Abascal subió a la tribuna para decir que el triunfo de Chega este domingo “será el triunfo de los patriotas europeos” y que, en estas elecciones, “no se juega sólo el futuro de Portugal, sino el de Europa”. 

Los sondeos no dan margen a la ultraderecha portuguesa para soñar con esa victoria, pero sí resaltan una subida notable en la intención de voto. De 7,18% en 2022, Chega podría alcanzar los 16%, lo que supone pasar de 12 diputados a más de 30 en el Parlamento portugués. 

“El hecho de que se trate de elecciones anticipadas tras la dimisión del primer ministro por un presunto caso de corrupción, ha ayudado a esta subida”, explica el politólogo del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa, António Costa Pinto. “Chega, partido populista de derecha radical, que hace del combate a la corrupción su bandera, tuvo aquí la coyuntura ideal”. 

De confirmarse los números, sería el partido que más sube en estas elecciones y podría ser fundamental para la formación de un gobierno de derechas en Portugal. Por ahora, Luis Montenegro, líder del Partido Social Demócrata (PSD) y candidato de la coalición de centroderecha Alianza Democrática (AD), con el Centro Democrático Social (CDS), rechaza de forma tajante incluir a Chega en cualquier acuerdo de Gobierno. 

Montenegro defiende que le falta al partido de Ventura la “responsabilidad” y la “madurez” necesarias para gobernar, al tiempo que asegura que no será él quién meta a la extrema derecha en el Gobierno portugués. Pero si los sondeos aciertan, la AD no podrá gobernar ni aliándose con Iniciativa Liberal, el otro partido de derechas que se presenta a las elecciones. De confirmarse, o bien Montenegro cede, o no le quedaría alternativa más allá de la dimisión.

Dentro del PSD, no todos comulgan con la visión de Montenegro y, si los números no dan, la presión podría ser enorme. Figuras como el ex primer ministro Pedro Pasos Coelho no han descartado la posibilidad de negociar con Chega, algo que, de hecho, ya ocurrió en las Azores, en 2020, cuando PSD y Chega se unieron para desbancar al Partido Socialista, ganador de esas elecciones, del poder. 

Por ahora, André Ventura se limita a acechar a Luis Montenegro, mientras mira a su hermano mayor, Vox, esperando seguirle los pasos. “Chega aun no tiene la estructura de Vox. Es un partido muy unipersonal, muy dependiente de la figura de André Ventura y, a día de hoy, si Ventura saliese del partido, probablemente la formación dejaría de existir”, analiza David Pimenta, investigador del Observatorio de la Calidad de la Democracia del Instituto de Ciencias Sociales de Lisboa. 

De tertuliano de fútbol a la política

Este populista de 41 años salió del anonimato como tertuliano de un programa de fútbol, defendiendo los colores del Benfica en la cadena de televisión CMTV en 2014. 

Licenciado en Derecho, Ventura, fue seminarista, profesor universitario e inspector de Hacienda, antes de dar el salto definitivo a la política en 2017, cuando se postuló para el Ayuntamiento de Loures, localidad cerca de Lisboa, como candidato del PSD

El mensaje principal de su campaña tenía en la diana a los gitanos, una comunidad, según sus palabras, “que vivía de las paguitas del Estado”. “Lo que voy a decir puede que no sea muy popular, pero es la verdad: hemos tenido una tolerancia excesiva hacia algunos grupos y minorías étnicas. No entiendo que haya gente esperando rehabilitación en sus casas, cuando algunas familias por ser de etnia gitana siempre tienen la casa arreglada. Esto no es racismo ni xenofobia, es hablar de un problema que existe porque hay minorías en nuestro país que se creen por encima de la ley”, dijo en su momento en una entrevista a la web Notícias ao Minuto

Ventura no ganó las elecciones, pero aprovechó la atención mediática creada por la polémica para aumentar su popularidad y, dos años después, lanzar Chega.

Ideología flexible

A diferencia de Santiago Abascal, que construyó la identidad de Vox en la lucha contra el separatismo y por la unidad de España, André Ventura no tiene en Portugal una cuestión que polarice tanto a la sociedad. Y es por ello por lo que aún está buscando cimentar su posicionamiento ideológico.

“Empezó con una agenda contra los gitanos y un programa ultraliberal que poco a poco fue abandonando. En 2022 deja el liberalismo y se acerca al Estado Social”, señala Riccardo Marchi, historiador e investigador del Centro de Estudios Internacionales del Instituto Universitario de Lisboa, que lleva más de 20 años estudiando la evolución de los movimientos de extrema derecha en el país.

“Ventura se da cuenta de que en Portugal hay un electorado de centroderecha al que, aunque es tendencialmente liberal, le gusta tener el soporte del Estado”, sigue Marchi. “Es gente que tiene seguro privado de salud pero a la que le gusta saber que hay una sanidad pública a la que recurrir si tiene una enfermedad grave… y Ventura entendió que el hiperliberalismo, la defensa a ultranza del sistema privado, no funcionaba en Portugal”. 

Quizás por ello su programa defiende a día de hoy la bajada de impuestos generalizada y, a la vez, el aumento de las pensiones y de los sueldos. 

Lo mismo pasa con temas como el aborto. La semana pasada, después de que un político de la AD hablara de la posibilidad volver a legislar sobre el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, Ventura se apartó de la polémica. “Sé que en mi partido hay quien piense diferente, pero no creo que en este momento sea prioritario volver a hablar de la criminalización del aborto”, zanjó.

Liderazgo irregular

Para David Pimenta, el posicionamiento ideológico de Vox también está más claro, una vez que se asume como “heredero de una parte de los cuadros del antiguo régimen franquista que, con la transición, migraron al espacio del PP, pero que, con la creación de Vox, se desplazaron al partido de Abascal”. “En Portugal”, sigue el investigador, “la derecha nacionalista desapareció con la revolución y, en ese sentido, Chega es un partido de creación totalmente nueva”. 

De ahí que el liderazgo de Abascal tenga un perfil muy propio y definido, mientras que André Ventura está buscando aún su estilo. “El líder de Vox utiliza siempre el mismo tono combativo. Ventura todavía se está buscando… y por eso se muestra institucional con Luis Montenegro, pero mucho más truculento y marrullero con Mariana Mortágua [líder del Bloco de Izquierda]”.

A esto no es ajeno el recorrido de cada uno. “Hay una diferencia en su historia personal que no se puede obviar”, recuerda Marchi. “Santiago Abascal nace y crece en el País Vasco, en los años de plomo de ETA. Se alimenta de un ambiente político radicalizado, de confrontación política. Ventura no tiene nada de esto, viene de la cultura política tibia del PSD y tiene que construirse”.

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Las dos ultraderechas tienen en el discurso antiinmigración uno de sus puntos de encuentro. “Se sirven de lo que en ciencia política se llama nativismo: el favorecimiento de las poblaciones nativas, tanto a nivel étnico como cultural y económico”. Además, los dos son más vehementes contra la inmigración cuya cultura más se aparta de la occidental. “El anti-islamismo está muy presente en los discursos de ambos”. En Portugal, más dirigido a los inmigrantes de Nepal y Bangladesh, dejando al margen los brasileños, por ejemplo, grupo mayoritario de inmigrantes con una franja significativa de seguidores de Chega. 

La lucha contra la corrupción, la crítica a las elites políticas y la mano dura con los criminales con propuestas como la cadena perpetua para violadores y asesinos son otros de sus nexos de unión.

En 2019, la ultraderecha española se sirvió de una repetición electoral para duplicar escaños y tocar techo, con sus 52 diputados de entonces. Este domingo, Ventura espera aprovechar el adelanto electoral para duplicar los suyos.  

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