Los chilenos están llamados este domingo 4 de septiembre a las urnas para decidir si quieren sepultar de una vez por todas la Constitución que aún arrastra el país desde la dictadura de Augusto Pinochet. La campaña ha evidenciado la división que aún persiste en la sociedad y, si se cumplen los sondeos, el borrador de la nueva Carta Magna será rechazado.
El proceso de renovación se remonta a 2019, cuando las protestas masivas desencadenadas en octubre, inicialmente por la subida en el precio del transporte público, pusieron contra las cuerdas al Gobierno del entonces presidente, Sebastián Piñera. La ONU atribuyó a las fuerzas de seguridad casi una treintena de muertes en estas movilizaciones.
El conocido como estallido social concluyó en noviembre con el Acuerdo Por la Paz Social y la Nueva Constitución, en el que Piñera y otros representantes de la oposición, entre ellos el entonces diputado Gabriel Boric, pactaron una hoja de ruta para calmar los ánimos y sortear la crisis.
Dicho acuerdo contempló la celebración de un primer plebiscito en el que los ciudadanos debía decidir si querían una nueva Constitución y, en caso afirmativo, qué órgano debería redactarlo. Los ciudadanos se posicionaron mayoritariamente, con un 78 por ciento, a favor de una Convención Constitucional, conformada a la postre principalmente por independientes y representantes de la izquierda.
Ya con Boric como presidente, los constituyentes examinaron uno a uno los temas que estudiaron incluir en un borrador que cuenta con un total de 388 artículos. Los votantes responderán a esta pregunta: "¿Aprueba usted el texto de Nueva Constitución propuesto por la Convención Constitucional?".
Según el texto propuesto, el Estado de Chile pasa a ser considerado como "plurinacional", se contempla el derecho de las poblaciones indígenas a opinar sobre asuntos que les afecten y se ponen por escrito derechos sobre el aborto, sin nombrarlo expresamente, o en materia de vivienda.
Las reformas se extienden también a algunas de la principales instituciones, con un cambio estructural en el sistema judicial y la desaparición del Senado, reconvertido en una Cámara de Representantes en caso de que triunfe el apruebo.
Boric no convence
El propio Boric ha hecho campaña en favor de la aprobación del nuevo borrador, sobre el que tiene "una buena opinión" a pesar de que asume que "siempre hay cosas que se pueden mejorar", como él mismo ha reconocido esta semana en una entrevista publicada por la revista Time de Estados Unidos.
El presidente ha reconocido durante todo el proceso de redacción la aparente desafección de la ciudadanía que ya reflejaban los sondeos, que ha terminado por traducirse en una ventaja del rechazo. Las encuestas conceden a esta opción una ventaja de hasta diez puntos, si bien no se ha publicado ningún sondeo desde el 20 de agosto.
Numerosos rostros públicos se han sumado a la campaña a favor del cambio, como la expresidenta chilena Michelle Bachelet. El antiguo mandatario Sebastián Piñera, en cambio, guarda silencio, aunque su entorno ha deslizado a medios locales que se inclina por el no.
Si triunfa el apruebo, supondrá la derogación inmediata de la Constitución redactada en 1980, al margen de que la nueva Carta Magna pueda estar abierta a cambios. El Gobierno ya ha adelantado que buscará una reforma para plantear, por ejemplo, que el presidente de Chile no pueda presentarse a la reelección.
La victoria del rechazo, en cambio, deja todo tal como está. Sin embargo, Boric ha descartado que suponga volver a la casilla de salida y opta en cambio por volver al plebiscito de 2020, ya que considera que el mandato de entonces "sigue vigente". "Si eventualmente llegara a ganar el rechazo, que es legítimo, hay que continuar con ese mandato del pueblo", declaró a Time, lo que pasaría por poner de nuevo en marcha la convocatoria de una nueva Convención Constituyente. "No es un capricho", incidió.
A la espera de resultados
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Más de 15 millones de chilenos están llamados a participar en este proceso, en el que el voto es obligatorio. Los colegios abrirán a las 8.00 (hora local) y cerrarán diez horas más tarde, con la posibilidad de ampliar el horario si hay colas de votantes.
El Servicio Electoral de Chile (Servel) también ha organizado en la jornada para que puedan participar los ciudadanos expatriados. España es el segundo país con más potenciales votantes, más de 11.600, sólo por detrás de Estados Unidos.
El órgano electoral establece que ningún colegio podrá cerrar después de la medianoche en Chile y prevé empezar a publicar los resultados ese mismo domingo, a medida que estén disponibles tras el cierre de los centros de votación.
Los chilenos están llamados este domingo 4 de septiembre a las urnas para decidir si quieren sepultar de una vez por todas la Constitución que aún arrastra el país desde la dictadura de Augusto Pinochet. La campaña ha evidenciado la división que aún persiste en la sociedad y, si se cumplen los sondeos, el borrador de la nueva Carta Magna será rechazado.