EEUU y la compra de Groenlandia: Trump pretende rescatar una práctica expansionista del siglo XIX

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EEUU mira hacia el norte para proteger sus intereses económicos y militares y su presidente, Donald Trump, ha puesto sus ojos en la enorme isla de Groenlandia para que pase a formar parte del territorio estadounidense. Así lo revelaban este viernes medios norteamericanos como The Wall Street Journal, que explicaban que Trump ha pedido a sus asesores que estudien si es viable comprar el territorio, geográficamente ubicado en América –está al norte del territorio canadiense– pero que, administrativamente, pertenece a Dinamarca. No es la primera vez que un presidente de EEUU se interesa por Groenlandia, y comprarla tampoco sería una forma extraña de anexionar territorio para un país que ha basado buena parte de su expansión desde el siglo XIX en este método.

Por el momento, según los medios estadounidenses, la idea de Trump no pasa de ser un mero tanteo del terreno, ya que el presidente solo habría pedido que se estudie la posible compra y la Casa Blanca no ha hecho ningún tipo de oferta formal a Dinamarca para que Groenlandia pase a ser parte de su territorio. Pero tras la eventual adquisición habría, fundamentalmente, motivos económicos. Hace unos meses, el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, aseguró que "este es el momento para que EEUU se levante como una nación ártica", porque "la región se ha convertido en un lugar de poder y competición global". Y, tal y como explica The Washington Post, el deshielo de la región provocado por el cambio climático y la apertura de nuevas rutas marítimas está provocando que las principales potencias tomen posiciones. 

No obstante, además de su posición estratégica, Groenlandia es una tierra rica en recursos naturales. Tal y como explica la CIA's World Factbook, una base de datos oficial de la agencia estadounidense, se sospecha que en la isla puede haber petróleo, y también se conocen yacimientos de carbón, plomo, diamantes, oro, platino o uranio, aunque en la actualidad "la falta de infraestructura" dificulta su aprovechamiento.

Aunque la Casa Blanca no haya hecho públicos los motivos por los que se ha planteado la compra de Groenlandia, EEUU ya se ha planteado con anterioridad hacerse con el vasto territorio. La presencia estadounidense en la isla se remonta a la Segunda Guerra Mundial, cuando la conquista del territorio continental de Dinamarca por la Alemania nazi provocó que Groenlandia cortase relaciones con su metrópoli y firmase un acuerdo con EEUU por el cual el país se encargó de su defensa durante el conflicto a cambio de la instalación de bases aéreas. Tras el fin de la guerra, Groenlandia volvió a su antigua situación de colonia danesa, pero el presidente estadounidense Harry S. Truman trató de comprarla, sin éxito, en 1946, como parte de su estrategia de defensa en caso de conflicto en plena Guerra Fría. 

La Casa Blanca ofreció 100 millones a Dinamarca

La oferta de Truman ascendía a 100 millones de dólares en oro, una cantidad que equivaldría a más de 1.300 millones de dólares actuales, teniendo en cuenta la inflación. Pero fue rechazada por el gobierno danés, que en 1953 dejó de considerar Groenlandia como una colonia y pasó a incluirla como parte integral de su territorio. En 1979, el Parlamento danés concedió la autonomía a la isla y en 2009 se ampliaron sus competencias, por lo que ahora Groenlandia tiene parlamento y gobierno propio y gestiona la mayor parte de sus asuntos, a excepción de temas como la defensa o las relaciones exteriores, que siguen siendo competencia de Dinamarca.

Además, el nuevo estatuto concede a Groenlandia el derecho a la independencia si así lo desea, aunque por ahora su dependencia de la antigua metrópoli sigue siendo grande y se calcula que más de la mitad de los ingresos del gobierno groenlandés proceden de los subsidios daneses.

En cualquier caso, y aunque ni Trump ni su administración hayan hecho una oferta formal para incorporar Groenlandia al territorio de los EEUU, la sola idea ha provocado un rechazo frontal tanto en la isla como en Dinamarca. El Ministerio de Asuntos Exteriores del territorio anunció en Twitter que Groenlandia "está abierta a los negocios, pero no a la venta", y el ex primer ministro danés y actual líder de la oposición, Lars Lokke Rasmussen, ironizó con que la noticia se tratase de "una broma del Día de los Inocentes".

 

Las grandes compras estadounidenses del siglo XIX

No obstante, aunque parezca extraño, que Trump se plantee comprar el territorio groenlandés para que forme parte de EEUU no es una rareza en términos históricos. Y no solo porque el presidente Truman, en 1946, ya lo tuviera en mente e incluso llegase a hacer una oferta formal, sino porque buena parte de la expansión territorial de EEUU desde la adquisición definitiva de su independencia en 1783 se ha basado, precisamente, en comprar territorio a otros países, una práctica que también han llevado a cabo otros estados pero de la que EEUU es el principal promotor.

En 1803, por ejemplo, el recién nacido país compraba a Francia el vasto territorio de la Luisiana, que Napoleón acababa de arrebatar a España apenas dos años antes y que en la actualidad ocupan la totalidad de los estados de Arkansas, Kansas, Iowa, Misuri, Nebraska y Oklahoma, así como partes de Colorado, Luisiana, Minnesota, Montana, Nuevo México, Dakota del Norte, Dakota del Sur, Texas y Wyoming. Su precio fue de poco más de 23 millones de dólares de la época.

Pocos años después, en 1819, EEUU compraba a España la Florida a cambio de cinco millones de dólares de entonces y cedía a cambio partes de la Luisiana que había adquirido años atrás y que, posteriormente, recuperaría. Y en 1867 se hacía efectiva la compra del actual territorio de Alaska por parte de EEUU al Imperio Ruso, que renunciaba a cambio de 7,2 millones de dólares a un territorio remoto y difícil de defender incluso para el inmenso país y a su presencia en Norteamérica, que nunca había pasado de unos centenares de colonos.

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España vendió islas a EEUU y Alemania

Las adquisiciones de territorio español a cambio de dinero por parte de EEUU no terminaron ahí. Aprovechando su victoria en la Guerra de Cuba y la debilidad de la recién derrotada España, el Gobierno norteamericano también se hizo con las Islas Filipinas en 1898 a cambio de 20 millones de dólares. En ese año, España perdió sus últimas posesiones coloniales importantes: la misma Filipinas, Cuba, Puerto Rico y Guam. Y apenas un año después, en 1899, el Gobierno español vendía las islas Carolinas y las Marianas a Alemania ante la imposibilidad de defender y gobernar un territorio tan remoto tras haber perdido Filipinas. ¿El precio? 25 millones de pesetas de la época.

Pero EEUU no solo le ha comprado territorios a España. Otra de sus adquisiciones territoriales se produjo a través de la compra, precisamente, a Dinamarca, de las Indias Occidentales Danesas, unas islas caribeñas actualmente conocidas como Islas Vírgenes de los EEUU. La venta de ese territorio, ubicado en las Antillas menores, al este de los actuales República Dominicana y Haiti, se produjo en 1917 después de años de presiones del Gobierno norteamericano al danés por el temor a que una eventual conquista de Dinamarca por parte de Alemania –inmersa en aquel entonces en la Primera Guerra Mundial– conllevase también una invasión de la colonia y la instalación de bases militares desde las que amenazar a EEUU. La venta se cerró en 25 millones de dólares.

EEUU mira hacia el norte para proteger sus intereses económicos y militares y su presidente, Donald Trump, ha puesto sus ojos en la enorme isla de Groenlandia para que pase a formar parte del territorio estadounidense. Así lo revelaban este viernes medios norteamericanos como The Wall Street Journal, que explicaban que Trump ha pedido a sus asesores que estudien si es viable comprar el territorio, geográficamente ubicado en América –está al norte del territorio canadiense– pero que, administrativamente, pertenece a Dinamarca. No es la primera vez que un presidente de EEUU se interesa por Groenlandia, y comprarla tampoco sería una forma extraña de anexionar territorio para un país que ha basado buena parte de su expansión desde el siglo XIX en este método.

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